jueves, 28 de junio de 2012

¿A qué le teme la iglesia al carnaval de "maricas" o a la marcha política con 30 años de historia?


Liberación, liberación ¿Para qué? titulé al primer manifiesto por los derechos de los homosexuales publicado en Colombia. Eso fue el 28 de Junio de 1979 y lo publicamos en la Revista Ventana Gay que era realizada por el Grupo de Encuentro por la Liberación de los Guëis, una organización miembro del MLHC Movimiento de liberación Homosexual de Colombia.
A pesar del paso del tiempo, como uno de los fundadores originales de dicho movimiento, debo decir que este país sigue siendo casi tan godo y retrasado como hace treinta años.
Se han dado muchos grandes avances en el reconocimiento de los derechos LGBTI, pero estos han sido evoluciones legales de las cuales muchas siguen sólo en el papel. Igual que en 1979, aún los curas desde sus púlpitos nos tachan de degenerados y las viejitas rezanderas de aquel entonces no se diferencian mucho de las que se escandalizarán este año con las marchas y carnavales que pasará por las calles de las principales ciudades en los próximos días.

¿En qué se ha avanzado si los problemas siguen siendo casi los mismos?

Treinta y tres años después del primer manifiesto, algunas de las situaciones allí plantadas siguen siendo las mismas, veamos solamente un párrafo (del cual me siento aún orgulloso de haber participado en su redacción):
Nuestra liberación consiste en conquistar gran cantidad de reivindicaciones, en ser aceptados socialmente en nuestra real identidad: seres normales, aun cuando no respondamos a la normalidad estipulada por los celosos celadores del orden dado, en una sociedad, que pretende encarrilar castrando cualesquier posibilidad que atente contra sus "principios morales", puestos para salvaguardar el "orden natural" que nos aliena sexual y políticamente”.
Por supuesto el procurador era otro, los jerarcas de la iglesia católica y los senadores casi los mismos, el conflicto interno ya casi cumplía sus primeras dos décadas, los estudiantes universitarios éramos vulnerados en nuestros derechos de forma similar que a los trabajadores.
Igualmente cuestionábamos a la familia que en su desarrollo ideológico nos programa para desempeñar roles preestablecidos y a la religión que identifica el placer con pecado, potenciando complejos de culpa que transforman en inadmisible el goce total.

Cuando los closets no tenían puerta

Ya se intentaba curar la homosexualidad; en ese entonces se hacía con electrochoques, una forma casi tan violenta como las que actualmente utilizan algunos líderes cristianos. Miembros de la policía de la época chantajeaban a los homosexuales y ya había grupos paramilitares que hacían limpieza social asesinando homosexuales y travestis trabajadoras sexuales.
Tan solo estábamos discutiendo la despenalización de la homosexualidad, que se logró un año después (1980), pero igualmente muchos estábamos y seguimos convencidos de que cambiar la norma legal no cambia la cultura y que de nada sirve tener derechos si solo algunos cuantos los hacen valer.
Lo que no se puede negar es que al crear el GELG Grupo de Estudio por la Liberación de los Güeis, posteriormente el MLHC Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia y la Revista Ventana Gay dimos un paso substancial en la lucha por los derechos humanos en Colombia y Latinoamérica.

¿En qué se ha avanzado si los problemas siguen siendo casi los mismos?

En Colombia se han logrado muchos e importantes cambios jurídicos, es el resultado de considerar que una buena parte de la lucha debiera ser legal, por lo que los liderazgos reconocidos parecieran estar relacionados con ser abogados y no con ser sujetos sexuados.
La iglesia, al parecer, insiste en no perder uno de los últimos pocos rincones del hogar sobre el cual no ha perdido poder (la alcoba), y por tal razón sus objeciones ante las marchas gay no creo que sean realmente una “defensa de la moral” sino un discurso político para evitar que la cultura cambie. La pregunta que titula este post quiere llamar la atención a que pareciera que la iglesia y no la cultura es el enemigo a transformar. No niego que tener un Monseñor Procurador ha logrado unir en un solo estamento lo religioso y lo legal, pero la cultura (incluyendo la iglesia) somos todos y así como logra influirnos igualmente podemos transformarla.
Al movimiento de las minorías sexuales en Colombia le hace falta más poder en todo orden pero para servir a la comunidad desde el poder hay que ser reconocido por la misma no solo como un defensor de sus intereses, sino sobre todo como un abanderado de los mismos. A la lucha en Colombia le falta arte, creatividad, diversidad, sensibilidad social, pero sobre todo le falta base social.

La historia que no se conoce, se repite

La primera actividad de visibilización como movimiento nacional de minorías sexuales no fue un carnaval sino una marcha política realizada el miércoles 30 de junio de 1982 –como culminación de un evento teórico-político-sexual latinoamericano que se inició en Bogotá el lunes 28-, con una gran diferencia a las que se realizan ahora: tal vez por ser muchos más pocos y todos militantes, para nadie era ajeno el tema político que la convocaba.
Me he preguntado muchas veces porqué la lucha política deriva en carnaval y la respuesta tendría que ver con que éste, que ya no se realiza exclusivamente en el tiempo previo a la cuaresma sino en cualquier época del año, es una celebración pública que posibilita la permisividad y cierto descontrol, en el que es posible la sátira y la crítica a los estamentos de poder y la exposición pública de los problemas más relevantes en ese momento en la sociedad.
El problema radica en que en Colombia los carnavales de las minorías sexuales parecen haberse centrado en lo lúdico y no en lo político; en la posibilidad de lucir el maquillaje, el peinado, los accesorios, las siliconas, el cuerpo, cosa muy creativa y transgresora por cierto, pero dejando de lado el peso político de la transgresión al no estar ésta acompañada de un discurso coherente que lo soporte.
De eso no se puede culpar a quien no ha tenido una formación política sexual sino a las organizaciones que se aprovechan de estas personas para hacer bulto y atraer público y no en su apoyo como seres marginales y marginados víctimas de la exclusión social.
En Colombia, en algunas ciudades se realizan dos actividades, hecho que no sucede ni siquiera en ciudades mucho más grandes o con mayor participación como México, New York, Rio de Janeiro o Madrid.
Que dos hombres bailen juntos, ya no es motivo de cárcel en Colombia como en 1979. Pero aún seguiremos marchando hasta que podamos tener los mismos derechos de cualquier ciudadano. Y así como los curas ya no atacan a los negros en sus sermones, algún día dejarán de tratarnos como pervertidos y no nos harán más zancadillas políticas.

Algunas de las actividades planteadas para este año son o han sido:

Bogotá: domingo 17 de junio: Marcha Sur en
Pasto: 28 de junio - 3º Carnaval LGBTI Pasto 2012 - Hora de inicio 8:00 am 
Bogotá: 1 de julio - "No al matoneo escolar, no más maltrato" Hora de inicio 2:00 pm.
Medellín: 1 de julio -  15º Marcha Orgullo Gay -  Hora de inicio 2:00 pm
Medellín: 1 de julio - 5º Marcha por la Vida  y la Diversidad Sexual 2012 - Hora de inicio: 12m
Medellín: Semana de la diversidad. Lunes 25 de junio al domingo 1 de Julio.
Barranquilla: 1 de julio - "Por una Barranquilla libre de Prejuicios" - Hora de inicio 3: 00 pm
Pereira: 1 de julio - 1º Marcha por la Diversidad Sexual - Hora de inicio 12 m.
Villavicencio: 1 de julio - 3º Marcha por la Diversidad Llanera - Hora de  inicio 12 m
Cali: 8 de julio - 7º Marcha de la Diversidad Cali 2012 -  Hora de  inicio: 2:00 pm
Santa Martha: Agosto - En el marco de la Fiesta del Mar se propondrá la 2º Marcha de la población LGBT
La celebración del Orgullo LGBT termina con la VI Marcha de la Ciudadanía LGBT en Cartagena, a realizarse en el mes de noviembre entorno a las celebraciones de independencia de la ciudad  y en  Sincelejo en el mes de enero, en el marco de sus fiestas de enero de 2013.

viernes, 22 de junio de 2012

Procuraduría iza bandera del Orgullo LGTBI

Por Manuel Antonio Velandia Mora

España, junio de 2012

"El mundo está loco" -pensarán algunos, mientras otros tantos dirán que "quien se volvió loco fue el procurador colombiano". La situación en más extraña de lo que a simple vista parece. 

También se ve en una serie de fotografías que han izado la bandera LGBTI en el Capitolio, la catedral Primada de Bogotá, las murallas de Cartagena, y otros lugares públicos. 

Las imágenes también dejan ver a Manuela Beltrán ondeándola y a un grupo de militares haciéndole honores a ese símbolo multicolor.

Un par de personas consideran que esto debe ser una campaña orquestada por una MMI (Mafia de Marikones Influyentes); mientras otros más se atreven a decir que el autor intelectual debió ser algún subversivo militante LGTB. Lo cierto es que esto no es una novedad. 

Ya se había 
izado la bandera del arco iris en varias ciudades españolas en años anteriores; lo que hace sospechar a los demás que lo que parece una locura es más bien una campaña mundial, orquestada por esos mismos que han logrado que el tema de los derechos civiles de las parejas del mismo sexo, el matrimonio, la adopción o la identidad de género se hayan legislado y garantizado la diversidad.

Nació una idea "multicolor"

En Alicante (España), Manuel Antonio Velandia Mora se unió en el 2008 a varios concejales de la ciudad quienes eran miembros del Partido Socialista Español, PSOE, para presentar al Pleno del Ayuntamiento de Alicante una Moción para que declarara el 28 de junio como Día de interés para la ciudad. 

Él, por aquel entonces coordinador General de DecideT -una asociación LGTB de la provincia-, junto a los representantes públicos solicitaron desarrollar y aplicar todas las medidas previstas en la legislación vigente contra cualquier discriminación por motivos de orientación, identidad sexual y diversidad familiar; reconocer y tributar un merecido homenaje a todas aquellas personas y colectivos que han defendido y defienden los derechos LGTB; y, colaborar en los actos de celebración del día del Orgullo LGTB, cediendo el uso de los espacios públicos necesarios para ello, inmersa en esta última idea se solicitaba izar la bandera arco iris en la fachada principal del Ayuntamiento. 

La moción fue rechazada, pero los concejales socialistas enarbolaron la bandera arco iris en sus respectivas ventanas. Un año después, Velandia realizó una intervención fotográfica en la que el Ayuntamiento alicantino lucía no sólo la bandera multicolor, sino también el lazo rojo de la solidaridad para con quienes viven o han fallecido a causa del sida.

Velandia explica el porqué de sus intervenciones en imágenes de los edificios emblemáticos en ese momento. Al respecto dice que “el mundo de la realidad se confunde con el mundo de la necesidad en el mundo de la ilusión. Algún día no habrá necesidad se pedir derechos, porque ya los tendremos todos”. 

Para este "artista-militante", pasar de la ilusión a la realidad es un trabajo que se construye entre todos los conciudadanos, por lo que considera que su obra es un “llamado al reconocimiento de nuestros derechos”.

Los derechos de las minorías sexuales en Colombia no serán reales mientras las autoridades civiles, militares y religiosas no se comprometan con la No discriminación (
Ley 1482  de 2011), el reconocimiento de los derechos obtenidos por la población LGTBI, y acaten la exhortación hecha por la Corte Constitucional a los Ministerios del Interior y de Justicia para que articulen con el apoyo de la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría, el Inpec, el ICBF, los ministerios de Protección Social, Educación, Defensa, Relaciones Exteriores, la Consejería para la Equidad de la Mujer y la Policía Nacional, una política pública integral nacional, constante y unificada con los entes territoriales para el sector LGBTI, que posibilite su socialización y coadyuve a la convivencia pacífica, cumpliendo también los deberes y obligaciones correlativas.

El arte es una interpretación del mundo y en algunos casos es considerado por algunos como una agresión. Pero representar en imágenes las experiencias democráticas no puede ser una vulneración sino democratizar la sociedad. 

"La imagen es un instrumento de poder", afirma  Velandia. "La imagen puede ser también una forma de rechazar las estructuras de poder y de romper con el voyerismo crónico que le da una significación estigmatizadora a la forma con la que algunos seres se relacionan con el mundo", agrega.

El intencionado trabajo de alterar imágenes

Susan Sontang argumenta en su texto “Sobre la fotografía” que esta es un acto de no intervención porque la persona que hace la fotografía no interviene en lo que registra. 

Sin embargo, la intervención fotográfica (es decir, transformar las fotografías), es pasar de la observación pasiva -en este caso, unir una imagen de una bandera izada a la imagen de un edificio, una escultura o de un grupo de personas-, es pasar de ser sujeto pasivo de la fotografía a ser sujeto activo; es mostrar que las fantasías son verosímiles aun cuando para otros sean inapropiadas.

Estas intervenciones fotográficas muestran que las imágenes puedes ser poseídas simbólicamente. Se carga de simbolismo a las fotografías cuando las neo-imágenes que surgen de la intervención atestiguan la “existencia” de mundos posibles, despertando el deseo y la conciencia. 

"El simbolismo se hace mucho más palpable cuando las personas toman las neo-imágenes y las hacen suyas, las comparten con sus seres queridos e incluso, asumen esa “realidad” como una experiencia vivida; sobre esto último es conveniente destacar que muchas personas al ver las imágenes las asumen tan reales que se preguntan a sí mismas ¿por qué no estuve allí, en 'ese momento'?"
, agrega Velandia.

La imagen "alterada" es una transgresión de la ideología que determina qué es un acontecimiento, y se convierte en una ruptura con la aproximación reduccionista de lo que los escépticos consideran es y debe ser la realidad. 

"Al romper el “orden establecido” y proponer un nuevo orden se da un paso en la transformación cultural, social y política del orden establecido que lleva a las personas a fascinarse con la idea y a hacer posible dicho 
nuevo orden", concluye el artista.

El pecado de ser mujer a veces se paga con la vida


Un futbolista patea a su mujer, un pastor vulnera sexualmente a su feligresía, un entrenador cachetea a su amiga, un policía golpea a una mujer en la comisaría, un hombre asesina a su compañera de clase, la violencia contra las mujeres se merece más que un titular.
Los negros pagaron durante varios siglos con esclavitud el pecado de haber nacido con un color de piel diferente. Los colombianos cargamos con una estigmatización por ser un país exportador de cocaína que hasta ahora empezamos lentamente a sacudirnos de encima. Los LGBTI apenas están logrando visibilización y están luchando porque sus derechos no sean inferiores a los del resto de la población.
No obstante, hay un grupo poblacional, inmensamente grande y del que estamos rodeados todos, que sigue pagando a un precio increíblemente grande el “pecado” de no ser hombre heterosexual machista: Las mujeres. Ellas, a pesar de sus luchas y sus reivindicaciones, siguen siendo víctimas de la violencia y el odio de una sociedad que de dientes para fuera dice alabarlas, pero de puertas para adentro sigue usándolas, golpeándolas, ultrajándolas y asesinándolas.
No se explica que a una mujer moribunda antes de prestarle el auxilio se le pregunte "Señora, ¿usted tiene seguro?" y se le lleve, no a la clínica más cercana con los mejores recursos para salvarle la vida sino a uno de los morideros de pobres, que son los lugares a dónde se lleva a los ciudadanos que no pueden darse el lujo de pagar por un derecho.
Es verdad que vivimos en una economía de mierda en la que el ser humano pierde todo su valor para ser cliente, y en el caso de la salud en Colombia el cliente nunca tiene la razón. Tenemos constitucionalmente el derecho a la vida, es decir tenemos el derecho a la salud, porque sin salud se ve amenazada la vida, en consecuencia el derecho a la salud es un derecho constitucional por conexión directa al derecho a la vida.
El caso de Rosa Elvira Cely se ha convertido en uno emblemático en el que los medios nacionales se han visto desbordados por los twiterazos de sus lectores y se vieron obligados a tomar posición. Rosa Elvira es solo de muchos casos de feminicidio[1] que se suceden al año en Colombia (solo en esta semana son varias las notas de prensa sobre otras vulneraciones; violencia intrafamiliar, violaciones, exclusión a lesbianas), una situación que a pesar de lo grave que es ni siquiera ha merecido que los académicos de la lengua se tomen la molestia en definirla para que figure en el diccionario.
Tanta violencia como la perpetrada a Rosa Elvira Cely, quien fuera brutalmente violada, asfixiada, golpeada, apuñalada, sodomizada, empalada, torturada y arroja a una zanja, nos demuestran que muchas personas viven en un estado emocional deplorable, con el agravante de que si no cambian sus emociones no cambia su actuar.
Y si a todo esto agregamos como agravante la indiferencia de la sociedad ante los constantes crímenes atroces en contra de las mujeres y otros grupos de seres humanos, no podremos avanzar jamás hacia una convivencia pacífica y respetuosa.

LA INDIFERENCIA: TAN PELIGROSA Y MORTAL COMO EL CRIMEN MISMO

Para muchos humanos la indiferencia es el motor emocional de sus acciones. Con esta emoción la persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro ser humano. Al mostrarse indiferente, el sujeto se vuelve apático hacia este. Debería ser vista como un problema social, pues la persona se siente insensible o fría como si tuviera las emociones o los sentimientos anestesiados, por ello, no pueden mostrar respeto ni solidaridad, como tampoco interés en las creencias y motivaciones de las otras personas ante quienes emerge la indiferencia, pues, en última instancia, se hace una negación del ser.
En la indiferencia se suele mostrar frialdad y/o displicencia por las ideas, emociones y acciones expresadas por las personas ante quienes emerge esta emoción. Se siente desagrado o indiferencia en el trato y desaliento ante la posibilidad de la realización de una acción conjunta, por dudar de su bondad o de su éxito. Ante la persona que logra que emerja en nosotros la emoción de la indiferencia, surge aquello que conocemos como la “falta de calor humano”, dado que despierta en el ser desinterés, apatía, desapego y desamor.
En la emoción de la indiferencia el otro no es un auténtico otro; simplemente no existe para nosotros porque nuestro cerebro no logra ubicarlo en cuanto no evidencia en él recuerdos que le ubiquen como alguien a quien amar o rechazar.
La indiferencia es la más peligrosa de las emociones pues afecta la construcción de la convivencia en la emoción, porque cuando los otros seres nos son indiferentes, ellos “no existen” como seres reales con quienes se pueda construir.
Lo peligroso está en que somos una cultura en la que la indiferencia frente al dolor humano y las necesidades del otro, es vivida por una enorme mayoría de seres humanos.
Las mujeres y los maestros que continuamos su labor educativa podemos transformar la realidad, lograr que los niños y niñas descubran a todos los otros como auténticos otros; solo así será posible la convivencia solidaria y democrática.
Necesitamos mucho más amor. Quienes fuimos educados en el amor y podemos expresarlo tenemos que seguir trabajando para que el amor se aprenda, se viva y se enseñe. Solo en el amor la vida del otro es tan importante como la propia vida.


[1] En Castellano, los prefijos y sufijos son morfemas que modifican el significado de la voz a la que se añaden para formar una palabra derivada. Los primeros se colocan al comienzo y los segundos van pospuestos a la palabra a la que modifican o a su base léxica (o raíz). Formalmente, salvo el prefijo ex–, se unen sin espacio ni guión intermedio. “Cida” es uno de esos morfemas,  un sufijo que resulta productivo en la formación de adjetivos y de sustantivos en los que tanto el agente como el perjudicado por la acción son personas. Por lo anterior es correcto decir feminicida y feminicidio, y aun cuando es políticamente correcto hablar con respeto de la población LGTB, en Colombia y en muchos otros países en los que el asesinato de los diferentes por razón de su sexualidad es frecuente, no se habla de LGTBIcidio. 

sábado, 2 de junio de 2012

Algunos padres son los que enseñan la homofobia


Algunos papás son los que enseñan que la loquita de décimo merece morir

El hecho de que se hable poco de la Violencia en las escuelas no quiere decir que este sea un asunto nuevo. Ahora es más visible no solo porque se ha incrementado el número de casos sino especialmente porque en la medida en que los chicos que tienen tendencias homosexuales, lésbicas, trans, se asumen como sujetos de derechos y sienten que la ley puede protegerlos, se atreven a denunciar el manoteo.

La conciencia de lo que significa el bullying, termino de moda para denunciar los crímenes de odio, es decir las agresiones malignas y exclusiones que sufren los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de sus semejantes en los lugares públicos hace conscientes a las víctimas de que no deben aguantar, sino protestar, buscar apoyo y avisar a las autoridades sobre los ataques de los que son víctimas.

Sí. Estoy diciendo que dentro de las muchas formas de acoso escolar, el acoso originado en la sexualidad es el más frecuente, por supuesto también hay acoso étnico, etareo, religioso, en razón de los padres (separados, madres solteras, divorciados, multiétnicos), de maestros a estudiantes y también viceversa. En otros países como Estados Unidos el tema ha entrado en la agenda pública por la divulgación de suicidios de jóvenes que han decidido acabar con su vida ante el virulento y constante ataque de odio perpetrado por sus compañeros de colegio, como el sonado caso de Tyler Clementi

El acoso no suele ser una manifestación que surge espontáneamente del niño o de la niña, del joven o del adolescente, del mayor o de quien tiene poder. El acoso se aprende en la casa, en la familia porque los valores se aprenden allí, en las primeras etapas de la vida.

Recordemos que aprendemos a relacionarnos a través de los juegos, que la información se refuerza más que con el discurso, con el ejemplo, porque los valores no se enseñan sino que se aprenden (de nada sirve decirles a los hijos que no deben decir mentiras si los papás se hacen negar cuando los llaman por teléfono).

Así que cuando padres, madres y figuras de representación del poder con influencia afectiva y emocional son sexistas y/o LGTBfóbicos, es evidente que se convierten en ejemplo de lo que los hijos, más tarde, expresarán como valores de la cotidianidad. Esto se evidencia en el caso del niño de una iglesia apostólica de Greensbur, Indiana, manipulado por sus padres para cantar orgulloso “Los homos nunca llegarán al cielo”, acto que ha causado indignación en los defensores de derechos humanos de ese país.

Muchas veces las personas se preguntan a qué van las personas pertenecientes a las minorías sexuales a las escuelas. Van allí, porque en la escuela aún es posible educar, no en las mismas condiciones que en la familia y la casa, pero si por lo menos se posibilita ventilar los temores, las prácticas, los miedos, las falsas creencias que en la educastración familiar se han aprendido. Cuando hay acoso y violencia verbal en la escuela, indudablemente se debe hacer la denuncia respectiva ante los propios padres y los educadores, pero en segundo término se debería hablar es con el padre y la madre del vulnerador, porque son muchas veces ellos los que necesitan revisar sus propias actitudes, comportamientos, prácticas, creencias y saberes.

No van los líderes de las minorías sexuales a las escuelas a enseñar a los niños a ser homosexuales o a formar a las chicas como lesbianas, porque la orientación sexual no se aprende, pero la LGTBfobia sí. Ser homo, les, bi, o trasn sexual no es algo que se enseñe (de hecho, la inmensa mayoría de gay venimos de hogares heterosexuales, con papá y mamá o con solo uno de ellos), pero que los papás le digan a sus hijos que “los maricas no llegarán al cielo” y que “los hombres no lloran porque son nenas” sí es una perversión que se aprende en casa. Cuide sus palabras ante sus hijos, son armas que ellos usarán para intimidar a los otros.

Los padres de familia son muy responsables en la enseñanza de valores y de respeto a los derechos humanos. Son ellos quienes deben promover el respeto por la diferencia, dignificar a los que no son o no piensan como uno, y que nadie es mejor que nadie y que todos tenemos derecho a una vida digna. La loquita de décimo o de once no merece morir. Ni la gorda, ni el negro, ni el bajito, ni el alto, ni nadie del curso. NO MÁS VIOLENCIA EN LAS AULAS.

Si por allá llueve odio… en Colombia no escampa la ignorancia

Hay que ser demasiado ignorante para creer que se puede promover la orientación sexual o la identidad de género. Quienes nos hemos formado como educadores y sexólogos sabemos que es imposible intentar “volver a alguien homosexual, lesbiana o heterosexual” y más aún que pueda hacerse con violencia.
Prohibir tampoco es la alternativa, porque NO es verdad que “la letra con sangre entra”, pues esta es la mejor forma de castroeducar e incluso de lograr que alguien con tal de llevar la contraria, hasta se autorice a tener una práctica.

Una práctica ocasional tampoco hace a alguien homo, les, bi, o trasn sexual, pero si puede ser un coadyuvante en la toma de decisiones,  tanto para decidirse a aceptarlo o a no aceptarlo, pero no para serlo, que es algo muy diferente.

Lo sorprendente de algunos concejales barranquilleros del Partido de la “U” y Liberales (si, leyó bien… Liberales; porque en los partidos no solo hay grandes contradicciones ideológicas entre sus militantes y líderes, sino también quienes desconocen los estatutos de su propio partido y partidos que no sancionan a quienes incumplen los estatutos) y de algunos otros políticos en otras ciudades, es que en su fanatismo religioso y su ignorancia no les permite comprender en qué consisten los programas que buscan disminuir la violencia escolar y por ello se aferran a explicaciones mal estructuradas y poco fundamentadas para negar derechos, porque no puede pensarse “cristiano” el ataque de odio hacia procesos que buscan construir una convivencia realmente solidaria y democrática.