miércoles, 31 de agosto de 2011

Un político gay que sólo piense en los maricas: ni es político, ni es gay…

QUE TU BANDERA NO SEA LA DEL ARCO IRIS, SINO LA DE TU PAÍS

Manuel Antonio Velandia Mora
España, 31/08/11


Cuando a alguien se le reconoce como líder no se le reconoce por ser homosexual o por ser heterosexual, se le reconocer porque los actores sociales ven representados sus derechos y necesidades en esa persona; dicho reconocimiento se le provee porque entre quien ejerce las funciones de líder y la comunidad en la que el líder está inmerso existe una interrelación, interafectación e interdependencia.

Un ciudadano que elige a un líder en razón de su orientación sexual y no de sus planteamientos políticos tiene un problema grave como sujeto político: No se reconoce como un sujeto pleno de derechos, ni como ciudadano y centra su situación como persona en su sexualidad y no en la globalidad de su Ser.

Desde la teoría de sistemas, Rubo Millër plantea que las necesidades humanas son 14 a las que llama subsistemas: parentesco, salubridad, mantenimiento (techo, comida y vestido), lealtad (amor y otros proceso de vinculación), recreación, comunicación, educación, patrimoniales, productivas, religiosas (sistema de creencias), seguridad, político-administrativas, jurídicas y de precedencia (de auto y hetero-imagen en relación con otros sistemas). Desde esta perspectiva un líder que piense que los problemas de la comunidad solo pertenecen a uno o dos sistemas tiene un problema serio al olvidar que la realidad del ser humano es global.

Los derechos de las minorías sexuales son muy importantes por ser este un sector en la comunidad que ha visto permanentemente vulnerados sus derechos, pero los derechos son en los 14 subsistemas, no solo los jurídicos. Pensar que cambiar la norma cambia las relaciones sociales y la cultura ha sido un problema de falta de perspectiva política y social de muchos “lideres” en Colombia. No puede negarse que el cambio de la norma es importante, pero tener un horizonte tan estrecho puede llegar a ser un escollo grave de manejar cuando dichos derechos se logren.

Un/a candidato/a que se asume representativo de un sector social, en este caso el de las minorías sexuales debe comprender que requiere del reconocimiento de todos los sectores que la conforman y que sin dicho reconocimiento no tiene la menor posibilidad de ser elegido/a.

Las propuestas políticas por tanto no deben centrarse en un sector, homosexuales por ejemplo, sino en todo el amplio espectro de las minorías, incluso no solo las sexuales sino también construir alianzas con otros sectores sociales. Ello conlleva además ser reconocido como líder por esos otros sectores.

Me pregunto si los homosexuales, lesbianas, travestis que se lanzan como candidatos/as son reconocidos en dicho liderazgo como mínimo por las minorías sexuales de su barrio, de su localidad, de su ciudad, de su departamento, del país. Porque el hecho de que un puñado de amigos le acompañen, puede ser un buen comienzo para un proyecto político a 15 años, pero no la razón para lanzarse en este momento a una aventura que muy seguramente terminará en un gran estrellón contra la realidad y en la falta de credibilidad de los electores.

Me produce cierta sonrisa pensar en la ingenuidad de ciertos/as candidatos/as en cuyos perfiles en Facebook hay no más de 200 seguidores e incluso muchos menos; cuyos blogs, si es que los tienen no evidencian muchas visitas; y, cuyo pensamiento político no lo conoce ni su abuela y cuyas propuestas políticas se centran en tres frases de campaña que ni siquiera alcanzan a ser un slogan.

Un político para realizar una campaña requiere de una maquinaria, o más correctamente de un equipo de asesores cuyo reconocimiento y liderazgo sea igualmente validado por la comunidad. Asesores cuyo liderazgo debe ser reconocido en diferentes campos del conocimiento y del actuar social, capaces de comprender el mundo más allá de sus genitales y de la posibilidad de casarse, interés que por cierto no es ni siquiera un contenido político y vivencial para la mayoría de los homosexuales y lesbianas.

En los Estados Unidos durante los orígenes del movimiento gay, se diferenciaba a los homosexuales de los gay, los primeros tan sólo eran quienes tenían relaciones sexuales genitales con otros hombres, los segundos eran los militantes políticos y sociales que ejercían un liderazgo reconocido por los homosexuales vergonzantes o no, que no se atrevían a dar la cara en público y por otros gay, quienes tras bambalinas apoyaban las estrategias ya fuera económica, política y/o intelectualmente.

Yo le diría a ciertos incautos que antes de votar por cualquier candidato, marica, lesbiana, heterosexual piense no sólo en sus derechos como sujetos sexuados, sino en las necesidades que él/ella/elle tiene como ser social, como ciudadano y como sujeto político.

Como bien decía Gustavo Álvarez Gardeazábal, no se gobierna con el culo, recordemos que ser marica no te hace mejor gobernante, ni siquiera mejor marica; por eso, yo en mi caso prefiero como líder a un/a heterosexual comprometido/a que a un/a homosexual, lesbiana, travesti, transexual, trabajador sexual que no logra ver más allá de sus genitales.