9 de enero de 2007
Este es el segundo día en el que escribo sobre mis recuerdos; he pensado sobre qué llevar conmigo y qué dejar en el momento de la partida a mi exilio... es una difícil decisión porque los elementos que acompañan mi vida cotidiana se reducirán a aquello que cabrá en dos maletas.Al regresar a Bogotá desde El Boquerón[1] debo tener claro que voy a iniciar una nueva vida y que son pocas las pertenencias que puedo llevar conmigo; tan solo dejaré a personas concretas algunas de mis cosas; objetos que me gustaría retomar si es que alguna vez regreso a Colombia. Mis libros serán donados a una universidad y al movimiento LGBT y la gran mayoría de mis objetos tendrán a otros como sus propietarios.
Este día lo viviré con liviandad... No quiero dar explicaciones a ninguna persona; ya la pesadumbre de tener que abandonar tantas cosas y recuerdos me incrementa la desazón.
Una de las situaciones más difíciles que se me plantea a cortísimo plazo es hablar con John Cárdenas. Llevamos poco tiempo de andar juntos y estoy feliz con esa relación, pero la incertidumbre de la muerte o de cualquier otro tipo de partida pone freno a los afectos y me lleva a tomar decisiones que no quisiera asumir. No creo en las relaciones a larga distancia porque tengo claro que incluso las presenciales son difíciles.
El hecho de que me hayan aceptado en la Universidad del País Vasco en el doctorado en Psicopedagogía y que pueda conseguir por la Embajada de España una visa de estudiante me produce cierta tranquilidad porque es mucho más fácil que me la den de este tipo que una de turista. También me tranquiliza tener que llegar a estudiar porque integrarme a un doctorado que ya ha iniciado no me va a dejar mucho tiempo para entrar en crisis.
9 de enero de 2019 sobre lo sucedido hace 12 años en esta misma fecha.
En este link puede leer la primera parte de estos “Relatos del Exilio de una víctima marica”
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