Nelson y yo nos amamos desde hace más de veinticinco años. Hemos ido varias veces a la cama, nos hemos abrazado, besado, somos tiernos, cariñosos, hemos cruzado continentes para vernos, y por razón de nuestro amor, su madre y un tío dejaron de hablarle. Su familia creía que era gay porque sus relaciones con la mujeres no duraban ni producían descendencia. Cuando fue hace algunos años a Colombia, para que conociéramos a su esposa e hija, su familia lo perdonó, motivados en que esa sí era la prueba de que no era homosexual.Probablemente ellos nunca quisieron entender que yo soy su mejor amigo y que amarnos es para él tan importante como lo es para mí. Me sería difícil pensarlo alguna vez en una relación homosexual, pero lo respeto tanto que lo entendería. Extraño ir con él a la cama a ver televisión, también sus abrazos solidarios y las veladas en que saboreamos los vinos y quesos que tanto nos gustan. Lo extraño tanto, que necesito que llegue pronto el momento en que yo pueda regresar a Viena para verlo, mas ahora que con la salida del país nos encontramos mas cerca. Con Yolanda nos sucede algo parecido, si no hablamos en tres días comenzamos a extrañarnos y la distancia se hace enorme ahora que estoy lejos del país.
El nuestro es un amor de esos que los hombres heterosexuales sólo pueden expresar hacia los verdaderos amigos cuando están borrachos. Mi relación con él por supuesto es homoafectiva: somos dos hombres quienes nos amamos. Sin embargo, lo nuestro no es una relación homosexual. Con ella el vínculo es heteroafectivo; no parece necesario aclarar que somos de distinto sexo, ni que lo que vivo con ella no me hace heterosexual.Los seres humanos amamos permanentemente a hombres y mujeres, y esto no define nuestra tendencia sexual, pues para ser heterosexual hay que ser heteroafectivo, heterogenital, heteroerótico, (realizar el deseo, afecto, erotismo y genitalidad con una persona del otro sexo), pero sobre todo, pensarse y asumirse heterosexual. Para decirlo de una manera más sencilla, tener cuatro ruedas no hace al objeto en cuestión un carro, simplemente puede ser una mesa rodante.
Lo que cada un@ de nosotr@s decide ser o vivir es una situación eminentemente particular, hace parte de la autodeterminación y corresponde al libre desarrollo de la personalidad, que además es un derecho fundamental y es parte de nuestra Carta Política Colombiana. También en ella, en el artículo 13, se contempla el Derecho a la Igualdad. Lo que quiero decir es que no tenemos el derecho de promulgar algo que hace parte de la intimidad de otra persona, y así como cada uno de nosotros desea conservarse íntegro, los demás tienen el mismo derecho.
El problema de las familias es que consideran que es imposible aceptar un estilo de vida que no se corresponda con el "deber ser" y por ello se permiten disentir de nuestra orientación sexual. Olvidan que disentir (pensar o sentir diferente) nos obliga realmente a aceptar (respetar las diferencias provenientes de la diversidad), y no a censurar, pues la aceptación conlleva darle validez a quien ejerce dicha conducta en apariencia transgresora, es decir, entender la diferencia y acoger a la persona disidente como sujeto-objeto con toda la consideración que merece como Ser Humano. La Constitución Colombiana nos da los lineamientos del deber ser, y este, como lo afirma la Corte Constitucional, debería ser el origen de la costumbre, de la "buena" costumbre, entendida como la repetición constante y uniforme de actos por parte de la sociedad, además con sentido de obligatoriedad de actuar de determinado modo y no de otro. La ob-ligatio (ligado alrededor de), es un vínculo que nos une en el proceso de intercambio social. Los seres humanos somos idénticos en lo esencial, pero diversos en lo existencial.
No estoy seguro si las constituciones de los demás países contemplan el Derecho a la Intimidad como un Derecho Fundamental, pero si esto no fuera así, creo que los Derechos a la intimidad y al buen nombre deben ser principios que rijan nuestro actuar cotidiano sin que tenga que estar mediado por una norma o ley.
La Constitución colombiana no niega la libertad disentida, es decir, el derecho a no estar de acuerdo con un estilo de vida (una forma de existencia) o con una vivencia que se nos antoja disidente con nuestra manera de entender el "deber ser para la existencia de todos".
Las diferencias son las que permiten realmente el desarrollo de una cultura o una sociedad, pero esto parecen olvidarlo la iglesia católica, otra iglesias cristianas y por supuesto los paracos, que para los que no saben porque viven fuera de Colombia son de la extrema derecha colombiana.
El extremo de la no-aceptación ha llevado a algun@s a desaparecer a aquellos que les son disidentes (en Colombia solamente entre 1986 y 1989 se asesinaron por parte de grupos de limpieza social más de 640 homosexuales, y en el ultimo año a mas de 10 travestis) o por lo menos a amenazarnos de muerte, atentar contra nuestra vida y obligarnos al desplazamiento forzado, como entre otros y otras, me ha sucedido a mí.
Pero no siempre se llega a este extremo; algun@s prefieren utilizar el chisme o los medios masivos, y utilizar el poder de la imagen y la palabra para vulnerar a otros hombres y mujeres en lo que a su privacidad se refiere, para sacar a la luz "aquello" que consideran no debe quedar oculto, violando así otro artículo de nuestra Carta Magna, pero sobretodo, autoerigiéndose en el poder mismo y en los representantes de la moral pública y de la ética social, incrementando así condiciones al hecho de que por ser homosexuales ya de por sí somos vulnerados y estigmatizados.
Este articulo fue publicado inicialmente en http://www.semana.com/wf_InfoBlog.aspx?IdBlg=29
Ilustracion original de http://www.agmagazine.com.ar/index.php?IdNot=908
No hay comentarios:
Publicar un comentario