sábado, 14 de enero de 2017

Paco soy yo… el marica chupapollas, dijo alguien en España

Manuel Antonio Velandia Mora.
España, enero 14 de 2017

La vida personal, la vida laboral, la sexualidad y el sida con elementos comunes a la vida de muchas personas; chupar pollas con condón también, y de eso tengo experiencia pública desde 1989.
Pinceladas en rojo, blanco, negro... ¿y el amarillo? Es un texto autobiográfico la Uruguaya Medica ginecóloga Hilda Abreu, editado por Botella al Mar, trabajo que cuenta con un prólogo de Rafael Courtoisie.
A Hilda la conocí en República Dominicana y sobre nuestro encuentro habla en su libro… ella cuenta las historias pero no nombra a los personajes con nombre propio, pero al leerla me encuentro siendo Paco, es que esa personalidad algo trans que siempre me acompaña sale a relucir en las formas más inusitadas… Aquí os dejo un fragmento de su libro… Lástima que no se consiga ni es España ni Colombia… Estoy seguro que al igual que yo, leería de un solo jalón…

Este fue mi segundo evento internacional sobre sida… lo más extraño es que terminé haciendo cuatro ponencias y cinco talleres, ninguno de los cuales estaba previamente programado… paradojas que tiene la vida. Seguramente algunos iban por la novedad de verme chupar una polla usando un condón, otros porque era una novedad en la prevención del sida y las ETS, fruto de mi investigación, y algunos más porque era bueno en mi trabajo… vaya uno a saber si era porque les servía en especial para su propia vivencia sexual genital.

Vuelo de placer, performance en la que explico el uso del "salvavidas". Archivo particular.

Capítulo 30 PACO
República Dominicana ocupó un importante espacio en mi vida.
De los primeros países en enrolarse en la lucha contra el SIDA, con tradición venereológica parecida a la nuestra, convocó desde el comienzo a todos los que en la región y aún fuera de ella, queríamos intercambiar y profundizar conocimientos.
Paco ingresó en mi anecdotario el día que dirigió el primer taller de sexo seguro al que asistí.
Pequeño, muy poco agraciado, peleando por mantener sus lentes en posición que le resultara de utilidad, no tenía ninguna dificultad en el empleo de su afilada lengua, tanto para enseñar como para criticar.
Integrante de la población de hombres que tiene sexo con hombres, conocedor exquisito de la sexualidad humana en todas sus dimensiones, había desarrollado infinidad de técnicas para estimular la curiosidad y el interés de la audiencia, a fin de poder transmitir de la manera más efectiva los mensajes de prevención.
De la misma manera que en mitad de un corredor podía aparecer una alfombra con dos o tres elementos más y en minutos encontrarnos inmersos en un dormitorio donde Paco recreaba escenas íntimas con una muñeca inflable, que lo acompañaba a todas partes, así también aparecía un altar o un bar, o cualquier otro escenario donde desarrollaba sus guiones con absoluta prescindencia de si el entorno era el adecuado o no.
Su repertorio incluía desde las maniobras de protección, hasta las más sofisticadas formas de generar placer sin involucrar riesgo o penetración.
Su aparente desinhibición y sus indiscutidas inventiva y creatividad, pasaron a ser conocidas por todos, lo que generaba gran expectativa cuando en el programa aparecía a cargo de una actividad curricular.
Su bien ganado prestigio comenzó con uno de los primeros talleres a que asistí. Ese fue precisamente el que tuvo menos público.
El taller estaba anunciado como de participación libre y con varios minutos de anticipación ya no quedaban espacios en el salón.
Paco, al frente, con su infaltable valijita de accesorios, prometía que iba a ser realmente participativo y anticipaba total satisfacción.
Cuando se hizo silencio pasó los anuncios previos:
-“Señores, esto es un taller de sexo. Va a ser como su nombre la indica, práctico. Todos aquellos que no se animen a hacerlo en público pueden irse retirando para no molestar el desarrollo de la actividad”
Se cortaba el silencio con cuchillo y lentamente, varios de los aspirantes a asistentes, se fueron levantando uno a uno, cabeza gacha, retirándose sin mirar a su alrededor.
-“bueno, ahora que somos menos, voy a preguntar quiénes de ustedes tienen experiencia en el uso del condón. Los que no la tengan y no estén dispuestos a adquirirla, también pueden retirarse porque yo creo que nadie puede enseñar lo que primero no experimentó.”
Ya no volaba una mosca y nuevamente se levantaron algunos, entre avergonzados y horrorizados, raleando aún más el salón.
- “que bien, con ustedes entonces, dispuestos a participar, vamos a dar comienzo.
Como esto tiene que ser práctico, por favor, ¿quién sería tan amable de pasar al frente y prestarme su pene para comenzar?”
Esta vez los presentes no pudieron evitar las exclamaciones de protesta y mirándose unos a otros se retiraron varios más.
- “Esta bien, si no aparecen voluntarios no me va a quedar más remedio que utilizar el mío”
Y así, despreocupadamente comenzó a abrirse el cinturón.
Al final fuimos muy pocos los que participamos de aquel taller, en el que aprendimos excelentes contenidos y técnicas para transmitirlos, los mismos pocos que vimos a Paco cerrar nuevamente el cinturón que sólo había aflojado y extraer cómodamente de su valija su gastado pene de goma que fue el que usó durante todo el taller.
A partir de ese momento ya nadie tuvo reparos en participar de sus actividades y muchos usamos sus técnicas en nuestro trabajo posterior.
Con los años, un día leyendo un periódico en mi país, bastante alejado del suyo, me enteré que Paco se había dedicado a la política y aparecía su foto, junto con varios de sus seguidores, completamente desnudos, en señal de que en su autenticidad no tenían nada que ocultar.
Nunca tuvo, en los foros internacionales en que lo vi participar, necesidad de recurrir a nada que fuera ofensivo para nadie y seguramente en este nueva faceta de actividad tampoco lo fue, pero por sobre cualquier apreciación o crítica que se pretendiera realizar, nadie podría dudar de su capacidad de marketing.
Bastaba como prueba que yo me había enterado, a miles de kilómetros sin que él tuviera que poner un solo peso para su difusión.
CAPITULO 34. LA POSTERGACIÓN
Y gracias también por el amor.
Afortunadamente conocí en el sentido bíblico a muchos hombres.
El trabajar en SIDA, Paco y muchos otros talleres y experiencias, me permitieron conocer el alma humana y conocerme y aceptarme, sin tabúes, haciendo de mi cuerpo y del sexo un territorio conocido y aceptado en su verdadera dimensión.
Educada por las monjas, conversando con compañeras de colegio, rememorábamos y nos parecía sentir el timbre de alarma que indefectiblemente debía sonar en nuestras cabezas, si un beso de un chico duraba más de lo que nos llevaba contar hasta diez.
De esa educación, perfectamente internalizada, a gozar plenamente de una relación hay un largo trecho para recorrer.
Largos fueron también los años que me llevó hacerlo y más de media vida adulta el sentir que soy libre de gozar.
Hoy puedo decir con total certeza, que soy de las mujeres a las que les gustan los hombres, disfrutan del sexo y lo consideran esencial para vivir.
De todos esos hombres, solamente unos pocos contaron, llegaron a registrarse en mi corazón, lo hicieron vibrar, supieron hacerlo cantar.
Mis dos parejas, los padres de mis hijos, acompañaron y ayudaron a mi crecimiento afectivo, fueron los primeros depositarios de mi incipiente y poco desarrollada pasión.
Pero la verdadera capacidad de amar la descubrí posteriormente, mucho más acorde a la que empleé en todos los demás ámbitos de mi vida.
La luz que brillaba en los ojos de la “Tachuela” con su nueva pareja, se reflejó en los míos, aunque nunca pude en realidad concretarla como ella en la cotidianidad.

Los avatares de la vida política me pusieron en contacto con un hombre que fue capaz de despertar en mí ese amor….

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