Las ciudades cambian en la medida en que cambia la cultura, la política y las relaciones sociales que en ellas se viven. La convivencia solidaria y democrática se hace posible al relacionarnos de una manera diferente y esto solo es efectivo con el cambio de las ciudades y en especial de los políticos que la administran.
Del cambio dan muestra Bogotá y sus hechos: Con la orientación del Alcalde Luís Eduardo Garzón se ha trazado una política de inclusión social LGBT; su Secretaria de Salud en cabeza de José Fernando Martínez, director de Salud Pública ha puesto a una trans para que trabaje en el diseño de las políticas de salud publica de la ciudad orientadas a la población LGBT, la capital también cuenta con la Oficina de Diversidad Sexual de Planeación Distrital en la que trabaja un equipo interdisciplinario de personas de la comunidad LGBT y en este mes se realizó en ella y con su convocatoria el “I Encuentro Nacional e Internacional de Políticas Públicas para la población LGTB”.
Es claro que no sólo de pan vive el ser humano, se requiere formación, experiencia y sobre todo, emociones positivas para autorizarse a ser y construir con y para otros, eso esperamos que sean las políticas de salud pública para la comunidad LGBT que se tracen desde la Oficina de Diversidad Sexual de Planeación Distrital que ahora coordina Carlos Alejandro Díaz cuyo nombre de transito identitario de genero es Charlotte Schneider Callejas, la conocí trabajando con homosexuales y trabajadores/as sexuales desde la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida.
A Charlotte Schneider Callejas la conocí orientando acciones hacia homosexuales y trabajadores/as sexuales desde la Liga Colombiana de Lucha contra el Sida. El 29 de octubre de 2005 se vistió por primera vez en femenino en Colombia, así apareció en mi casa en Bogotá y esa misma noche y en la improvisada tarima en la sala de ese mismo lugar hizo su primer espectáculo para muchos amigos.
Algunos de sus “amigos” dejaron de hablarle, así la hubieran animado a transvestirse, cuando se dieron cuenta que lo suyo no era una maquillaje y vestido para fiesta de disfraz; muchos más se separaron de ella cuando su discurso sexual político sobre el transito de genero se fue consolidando y temieron que se les apareciera “vestida” a sus santos y sagrados hogares.
La violencia social la llevó a huir de Cuba hace seis y medio años para convertirse en refugiada político en Colombia, igualmente la condujo a fundar en 2006 la ONG Transcolombia (Transgeneristas de Colombia) y de ella fue objeto hace unos pocos días en las calles bogotanas.
Desde Transcolombia organizó y dirigió el “I Foro sobre Transgenerismo y el I Encuentro Nacional de los y las Transgeneristas en Colombia: “Cuerpos Transgresores-Cuerpos Transéroticos” realizado en la semana anterior en la capital colombiana.
No llega al cargo publico solo por ser una lidereza miembra de la Mesa LGBT de Bogotá, sino en especial porque ha diferencia de la gran mayoría de las trans pudo formarse como bioquímico en la Universidad de La Habana, y donde también realizó dos especializaciones: una en educación sexual y otra en educación para la salud y porque posee una amplia experiencia de campo en el tema de la salud, y de los derechos humanos y sexuales.
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