Una pregunta que siempre nos hacemos, ya seamos jóvenes inexpertos, maduros consagrados, jóvenes adelantados o maduros perdidos del mapa, es si ¿vale la pena meter el dedo?
Creo que de nada sirve la labia si en el momento decisivo no hacemos algo concreto, que nos recuerde que estuvimos ahí, justo en el momento indicado y además participamos activamente.
No hay que apresurarse para hacerlo, pero es conveniente no dejarlo para el último momento, porque casi siempre sucede que cuando intentamos lograrlo ya no hay la oportunidad.
En un derecho humano poder meter el dedito cuando queramos y es parte de nuestra autodeterminación dejar de hacerlo, pero cuando de ti depende lo que se pueda obtener en el futuro, no debes permitirte transigir.
Recuerda que para hacerlo es conveniente conocer bien a la persona, cuáles son sus intenciones, saber por qué desea que lo hagamos por ella o por él, porque casi siempre se aprovechan de nuestra debilidad, falta de interés o poco conocimiento y se aprovechan de nosotros, vendiéndonos mensajitos que ni él o ella misma se creen.
Meter el dedo es la consolidación de una alianza, pero también el principio de una relación de poder, ya que quien mete el dedo tiene derecho a exigir a ese ser amado por quien lo hizo.
No vendas tu oportunidad, no permitas que otros decidan por ti, gózate tú mismo la posibilidad de hacer lo que crees que tú y el país necesitan.
Mete el dedo, hazlo por tu ciudad, pero en especial, hazlo por ti.
Vota, no solo es un derecho, es una obligación ética y un compromiso social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario