Por Manuel Velandia Mora
No hay nada que atormente más a un hombre que enterarse que es un pésimo polvo o perder la erección en el momento menos indicado. Para la erección, los laboratorios farmacéuticos han creado substancias químicas que resuelven el problema orgánico, pero que no hacen nada por el hombre que cuelga detrás del pene.
De nada sirve una buena erección si no se sabe que hacer con ella, pero no sólo se es buen polvo por la penetración, es mas, si no hay caricia, ternura, dialogo, juego erótico, le resta merito a lo poco que logra con el pene.
Si luego de la evaluación descubre que es malo en la cama, procúrese las condiciones para tratar de mejorar; es determinante contar con una pareja, dispuesta a sacrificarse, para conseguir a mediano o largo plazo el tan anhelado disfrute. Pero quien debe hacer el esfuerzo por mejorar es usted mismo.
Si los hombres fueran tan buenos para el intercambio genital como lo son para el sexo oral (entiéndase, en este caso, la posibilidad de ser creativo y fantasioso con la vida sexual), cualquier mujer u hombre interesado/a se sentiría profundamente agradecido/a por tenerlos de pareja. El problema es que ni siquiera saben usar bien la lengua. La pareja suele dar muchas señales que indican al hombre la evaluación que se hace sobre su destreza y capacidad para satisfacer las metas sexuales deseadas.
Las puntuaciones del polvómetro se relacionan con respuestas físicas, sumadas a ciertas actitudes y comportamientos. Puntuaciones que serán las claves para saber cómo se es evaluado, ya sea porque se es muy malo o demasiado bueno.
El siete es un número muy recurrente en la cultura. Son siete los días de la semana, los colores del arco iris y los pecados capitales, siete es también la máxima calificación posible en el polvómetro. Si pasa raspando (cuatro puntos), más le vale regalarse un tallercito de Kamasutra. Ningún punto: hay maneras de tocar el cuerpo, de acariciarlo y también de rechazarlo. Si estando frente a su pareja, su palma de la mano se posa sobre su pecho, ejerce una leve o fuerte presión, como tratando de retirarlo, no intente seguir; ha logrado que su pareja pierda el deseo y si se descuida, hasta le sacarán a patadas de la cama.
Un punto: si logra pasar a la cama y luego de que ha pasado lo que usted considera que debió haber sucedido, su pareja se levanta inmediatamente y se baña, no queda la menor duda: usted es un polvo malísimo. Por más aséptico que se sea, cuando se está mínimamente satisfecho, se permanece un poco en la cama, así la higiene básica se haga ahí mismo.
Dos puntos: si usted ha logrado concluir la faena y acto seguido la pareja se voltea dándole la espalda, el polvo fue malo; bueno, no tanto. Seguramente la pareja prefiere echarse a dormir en vez de establecer una discusión y soltarle en la cara, la falta de técnica, entusiasmo, creatividad o lo que a usted le falta. Lo del sueñito es una excusa, ni se crea que se aproximó al orgasmo.
Tres puntos: si la pareja le pide mas y más y más, sin un cigarrillo de por medio, un sueñito corto o un tiempito descansando y medio adormilada, no lo dude: usted es un mal polvo; sólo que le cuesta mucho darse por vencida y se niega a reconocer que ha perdido el tiempo. Si además de lo anterior la pareja desiste y decide masturbarse, asuma que la evaluación es peor, réstese medio punto.
Cuatro puntos: si la pareja en vez de darle la espalda se abraza a usted, pero permanece en silencio, puede ser que no esté totalmente satisfecha o que se haya enamorado, prefiera ser realista y se consuele pensando que "es mejor polvo medio malo que bueno por conocer".
Cinco puntos: si la pareja termina sudada y/o con la respiración entrecortada, es que usted sobrepasa raspando el nivel medio. En este nivel la pareja casi nunca logra el orgasmo, pero es posible que se consuele pensando que el ejercicio cardiovascular le ayuda a mantenerse en buena forma y se ha ahorrado la ida al gimnasio. En general, cuando se llega a este nivel, la pareja siente que la ha pasado bien, está algo agradecida y terminará pensando que estar con usted por lo menos es algo más creativo que masturbarse.
Seis puntos: hablar durante un acto sexual, autorizarse a proponer ciertos juegos eróticos, sugerir posiciones o cambios en el ritmo de la penetración, es el inicio de una buena evaluación. Significa que se ha obtenido suficiente placer y muy seguramente con tanto apoyo logra encontrar el tan anhelado orgasmo.
Siete puntos: si su pareja fuma y una vez terminado el polvo enciende un cigarrillo, puede darse por bien servido: ha dejado satisfecha a su pareja. Si no fuma, la evaluación es algo diferente: la pareja se queda tranquila, ensimismada, habla poco y puede darle un ligero apretoncito de mano, un besito tierno en la mejilla o una caricia tierna en la cabeza o en el pecho. Si le tocan la barriga, no lo dude, usted es un gordo buen polvo.
No tome por evaluación un solo polvo, puede suceder que usted no haya estado realmente en las mejores condiciones posibles y por supuesto no haya rendido adecuadamente; si le dan la posibilidad, es mejor tener una segunda evaluación. Si la calificación es muy diferente de la primera debe intentar una tercera para promediar. En todo caso, por nada en la vida, se consuele con ser un polvo promedio, la cosa tiende a empeorar con la costumbre. La evaluación recibida de una persona enamorada generalmente es poco objetiva.
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