domingo, 1 de noviembre de 2009

A transexuales jóvenes se les niega el derecho al cuerpo

Por Manuel Velandia

Aun cuando se ha avanzado en el tema de los derechos de las orientaciones sexuales, poco se ha avanzado en cuanto a las personas transexuales y sus derechos. Manuel Velandia habla de los tránsitos identitarios de género, de la discriminación y el rechazo que se genera por definirla como una patología y de la situación de los y las jóvenes que buscan gozar de plenos derechos.

El género es una noción, una construcción social y cultural sobre lo que “debe ser” y cómo debe comportarse una persona, pero el género es especialmente una construcción particular, a partir de la cual la persona asume una manera de actuar a la que se llama “rol de género”; generalmente, se espera que dicho rol acompañe en su actuación a un cuerpo que se le corresponde; es decir, por ejemplo, a un cuerpo de macho le correspondería un rol masculino.

Algunas personas experimentan un tránsito en su identidad de género -situación a la que en salud, que la sume patología, denomina “disforia de género ”-, en ellas su rol, actuar y performance del género no está en consonancia con su cuerpo, puesto que asumen una performance femenina a pesar de que su cuerpo es o fue asignado masculino o una performance masculina aun cuando su cuerpo es o sea asignado de hembra, abandonando su “género por asignación” y asumiendo un “género por opción”.

Muchos sexólogos, psiquiatras, médicos, e incluso personas que viven esta situación prefieren llamarla “disforia de género”; yo prefiero denominarla “tránsito identitario de género”, especialmente porque al referirse a “disforia” se está asumiendo que es un desorden mental, asunción con la que no estoy en acuerdo. ,

Una persona transexual es aquella que psíquicamente ha optado por un género, a pesar de haber nacido con la anatomía que se considera propia de otro sexo, en esta persona se produce una disconformidad entre su sexo biológico, su sexo social (asignado), su sexo particular (el que la persona asume para sí) y su identidad de género, tanto la asignada como la asumida. Por ejemplo, una mujer transexual es aquella persona que pertenece psíquicamente al género femenino como su género optado y que desea un cuerpo acorde con dicho genero , a pesar de haber nacido o haber sido asignada con anatomía de macho de la especie humana y en una identidad de género masculina.

Los/las transexuales tienen la convicción de pertenecer al sexo opuesto al que nacieron, con una insatisfacción mantenida por sus propios caracteres sexuales primarios y secundarios, con un profundo sentido de rechazo y un deseo manifiesto de cambiarlos médica y quirúrgicamente. Una persona transexual no desea los caracteres físicos del sexo con el que ha nacido, sino que le apetece un cuerpo que sea acorde con su género optado, aun cuando no todas las personas transexuales pueden (las leyes en muchos países no lo permiten, por razones de edad se les dificulta la situación o no tienen las condiciones económicas para hacerlo) o desean recurrir a una operación de transformación de su morfología corporal (popularmente denominada operación de cambio de sexo).

Cabe afirmar que se es transexual así la persona transforme o no su cuerpo quirúrgicamente, con aplicación de hormonas y/o con trucos o rellenos, para aproximarlo al cuerpo deseado. Uno de los problemas de considerarla patología es que se considera que para tener acceso a los tratamientos hormonales y a las cirugías la persona requiere tutela psiquiátrica.

Los estados se han tomado el derecho de decidir sobre el cuerpo de los ciudadanos hasta el punto de que en muchos países se ha legislado prohibiendo los cambios morfológicos o por lo menos haciéndolo para las personas menores de edad. No hay, sin embargo, una voz común a este último respecto; una cosa es lo que piensan los legisladores y algunos profesionales de la salud y otra, lo que entienden y viven la situación, posiciones que igualmente son dispares.

Existe legislación en materia de identidad de género en Suecia (1972), Alemania (1980), Italia (1982), Holanda (1985), Turquía (1988), Canada, Quebecq (1977); Sudáfrica (1974); Australia Meridional (1988), Colombia (1993, cambio de nombre), España (LEY 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas), Cuba (2009). En EEUU la situación es dispar según el Estado: Illinois (1961), Arizona (1967), Lousiana (1968), California (1977); hay reglamentos en Alabama, Carolina del Norte, Nueva York, Colorado, Hawai y Pensilvania.

La doctora Peggy Cohen-Kettenis, del VU Medisch Centrum holandés, explica que durante el proceso “casi las tres cuartas partes de los adolescentes se vuelven homosexuales y abandonan el programa”, así que el tratamiento completo, la operación quirúrgica a los 18 años, “sólo es para los chicos muy femeninos o las chicas muy masculinas que siguen necesitando el cambio de sexo… Con 16 años se es demasiado joven para tomar la decisión de operarse, incluso a los 18 me parece pronto, no se está preparado, es para toda la vida…
Es preferible darles tiempo hasta que estén absolutamente seguros, y preguntarles durante años si es realmente lo que quieren”.

En 1989 el Parlamento Europeo emitió una Resolución sobre la discriminación a las personas transexuales, considerando que la transexualidad es un problema psicológico y médico, pero también un problema de la sociedad, que no sabe hacer frente a un cambio de los papeles sexuales específicos culturalmente establecidos, tiene el convencimiento de que la dignidad humana y el derecho al libre desarrollo de la personalidad debe abarcar el derecho a vivir de acuerdo con la identidad sexual; y, pide a los Estados miembros que aprueben disposiciones sobre el derecho de los transexuales a un cambio de sexo de carácter endocrinológico, plástico-quirúrgico y estético, el procedimiento y la prohibición de su discriminación. Con respecto a la Operación quirúrgica considera que debe ser practicada, tras ser autorizada por un equipo de profesionales integrado por un o una médico especialista, un o una psicoterapeuta, y, llegado el caso, por un o una representante nombrado o nombrada por el afectado o la afectada.

La organización AET-Transexualia de España informa que está a favor al derecho que tiene cada persona a decidir sobre la sexualidad, independientemente de su edad. Que una operación de adecuación de sexo a una edad temprana es una cuestión todavía a debatir donde los colectivos de transexuales tienen que tomar una postura en común, y es por ello creen que una persona joven a pesar de los claros síntomas de transexualidad necesita un tiempo de reflexión ante tan importante operación.

Transexualia manifiesta que es conveniente observar la evolución en otros países pioneros como Holanda y Estados Unidos y aún es pronto para ver datos sobre la evolución con menores de edad, por ello creemos necesario un debate médico junto a los colectivos afectado frente a la intervención de reasignación en los casos de menores de edad, porque una operación como esta es irreversible y hay que asegurarse al completo que el/la menor no esté confundido con su sexualidad. Equivocarse puede llevar a un empeoramiento de la salud psíquica y física de la persona empeorando su calidad de vida. En últimas consideran, que debe dejarse la decisión final a la persona sin necesidad de recurrir a presiones externas (familia, médicos, medios de comunicación y demás).

Casos reales en menores de edad
Algunos niños y niñas y adolescentes interesados en la operación de reasignación sexual logran en algunos pises el apoyo psicológico y medico necesario; otros casos; a pesar de contar con el apoyo de sus padres, han tenido que recurrir a los juzgados para lograr ejercer su derecho a pesar de que los profesionales de la salud las apoyan en su decisión.

Este es el caso de la argentina Natalia quien nació como Marcos y del español Toni, de 16 años. Hace dos años y después de tres de lidiar con la justicia, Natalia (17 años) consiguió la aprobación de un juez Rodolfo Mario Álvarez, de la provincia de Córdoba (Argentina) para someterse a una operación para lograr la remoción del pene y la implantación de una neovagina. Este caso sentó un precedente en Latinoamérica, el juez se basó en el artículo 12 de la Convención de los Derechos del Niño y en el Código Civil argentino uno de cuyos artículos reconoce la capacidad psicológica de un menor para decidir sobre su cuerpo.

En España se ha llevado a los juzgados por primera vez un caso de una persona que desea cambiar de sexo antes de cumplir la mayoría de edad. Un joven catalán quien tiene 16 años y cuenta con el apoyo y consentimiento de sus padres, ha pedido al Juzgado de Primera Instancia número 15 de Barcelona, que le deje operarse.

Los casos de jóvenes son mucho más frecuentes de lo que se supone, por ejemplo en Estados Unidos, a partir de mayo del 2008, el Hospital Infantil de Boston ofrece tratamientos para niños y niñas a partir de los siete años. El mentor de esta iniciativa es el pediatra Norman Spack, según él “en el caso de los niños que tienen clara su identidad sexual, pero que nacieron en un cuerpo equivocado, lo mejor es proceder al cambio de sexo para evitar autolesiones e incluso el suicidio”. En declaraciones a The Boston Globe, ha declarado: “cuando los pequeños transexuales llegan a mí, están muy deprimidos. Lo primero es retrasarles la pubertad con medicamentos. Esto es reversible, por si más adelante el niño cambia de opinión”.

En Holanda, niños y niñas mayores de 12 años, quienes atraviesan por procesos de transito identitario superan un estricto proceso de selección en el VU Medisch Centrum, de la Universidad Libre de Amsterdam, un centro creado en 1998; allí un centenar de adolescentes son tratados químicamente, como paso previo a su cambio de sexo.

Bibliografia.

Disforia de género: Desacuerdo profundo entre el sexo biológico y el sexo psicológico. En: OMS, CIE-10: The ICD-10 Classification of Mental and Behavioral Disorders, Diagnostic criteria for research, 1992.
Parte de los discursos de estas ciencias están impregnados de postulados ideológicos que se subsumen en ciertas pretensiones sobre la verdadera naturaleza de las cosas que no responden tanto a intereses legítimos de avanzar en el conocimiento de la realidad, sino más bien en el control y en el encasillamiento de esa realidad en dichos supuestos ideológicos. Campos, Arantza (2007). La transexualidad y el derecho a la identidad sexual. Universidad del País Vasco.
En 1980 aparece el transexualismo como diagnóstico en el DSM III (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, tercera edición). En 1994 (DSM IV) el término tran¬sexualismo es abandonado, y en su lugar se usa el término trastorno de identidad de género (TIG) para designar a aquellos sujetos que muestran una fuerte identificación con el género contrario e insatisfacción constante con su sexo anatómico. El ICD 1,0 (International Classification of Diseases, décima edición) señala cinco formas diferentes de TIG.
Transexualismo se usa para designar a uno de los trastornos de identidad de género
Los sistemas sociales son sistemas de desigualdad y dominación que tienen poderosos efectos sobre las acciones desarrolladas por las personas, condicionando sus posibilidades reales de actuación. J.F. Collier & S. J. Yanagisako: "Theory in anthropology since feminist practice", Critique of anthropology, vol. 9 (2): 27-37.1989.

El temor a no ser masculino o femenina

El temor a dejar de ser homosexual o lesbiana o a dejar de serlo.
Por Manuel Velandia
España, julio de 2009


Los padres, las madres, los maestros y maestras, los sacerdotes, las monjas, chamanes, popes, pastores, científicos tienen el temor de que no seamos hombres masculinos o mujeres femeninas y heterosexuales, pero algunos/as maricones y bolleras temen que a los homosexuales se les identifique como afeminados y a las lesbianas, masculinizadas.

Su temor se fundamenta en una ideología sexista, machista, falocrática, heterosexista y misógina que ha permeado a todas las culturas, hasta el punto que en todas se ha reproducido un “deber ser” del cuerpo, del sexo, del género, de la sexualidad, del placer e incluso, del “deber hacer” con el cuerpo, los genitales, la palabra y hasta el pensamiento de los hombres y de las mujeres.

Toda transgresión a ese modelo, en el intento de “estar siendo” lo que hemos “querido ser”, se condena con la cárcel, la muerte, la exclusión social, la sanción social, el desplazamiento forzado, el asesinato y otras formas más refinadas de crímenes de odio.

Se nos ha imbuido a creer que dicha ideología es la verdadera y en consecuencia, defendemos, actuamos y exigimos que otros/as/es la asuman y la vivencien; pero el género como todo elemento ideológico es una construcción social, un acuerdo espacio temporal propio de una cultura, e incluso, construido en una subcultura. Lo que es masculino aquí y hoy, no necesariamente lo será mañana, ni lo fue ayer. Lo que está siendo masculino hoy y aquí, no necesariamente lo es en otro lugar, en este mismo país, en otro país o en otro continente. Lo que es masculino aquí, puede ser parte de la feminidad en otra cultura.

Masculinidades y feminidades tienen variaciones tan particulares que puede afirmarse que hay tantas masculinidades y feminidades como seres humanos se asumen masculinos o femeninos.

Por qué tendríamos que ser masculinos o femeninos, por qué tendríamos que jugar en ese binarismo masculino-femenino. Por qué no podemos transitar hacia la masculinidad o hacia la feminidad, por qué no vivir en la androginia, por qué no podemos ser hoy esto y mañana aquello.

Los pensamientos judeocristiano y positivista (aun cuando parezca redundante) nos llevan a pensar que sólo hay una opción posible, pero si fuéramos realmente autoconstruidos, autodeterminados, sujetos plenos de derechos entenderíamos la importancia que tiene experimentar otras emociones, otras vivencias, otras explicaciones en las que el único límite es la felicidad.

La sociedad rechaza a quienes transitan ya sea en el género, en el cuerpo, en la orientación sexual o en sus expresiones comportamentales sexuales, porque estos seres autónomos y autoconducidos son/somos peligrosos por negarnos a aceptar el estatus quo de la sexualidad oficial, desde el que se pretende olvidar que el género es una construcción biopolítica y cultural.
Las situaciones de discriminación por las que pasa quien transita en el género se basan en el poder que se le otorga a la masculinidad.

La sociedad acepta los tránsitos corpóreos cuando estos ratifican el imaginario popular del deber ser para el cuerpo-genero; por ello generalmente no sorprenden los tránsitos que ha hecho con sus tetas Pamela Anderson o el cuerpo machificado de Cristiano Ronaldo, pero por esa misma lógica tampoco ha de asombrarnos que ni los/as mismos/as LGB acepten los tránsitos de aquellos/as a quienes identifican/mos como “trans” o las diversidades de sus congéneres LGBTTTIQ.

Hay una multiplicidad de posibilidades en el cuerpo. Como afirma Beatriz Preciado, no hay dos sexos, sino una multiplicidad de configuraciones genéticas, hormonales, cromosómicas, genitales, sexuales y sensuales. Algunos autores consideran que decidirse por una orientación sexual, un sexo, un género o por una forma específica de obtener placer sexual coarta la libertad para “estar siendo” lo que se desea ser. Yo me ubico en esta posición teórica y experiencial: para mí la identidad es cultural, política, relacional, por tanto móvil y se transforma en el tiempo, en el espacio, con el tipo de relaciones y re-descubrimientos que hacemos.

Desde la otra óptica, la lineal positiva, se considera que se es homosexual, lesbiana, bisexual o heterosexual y que se es para toda la vida; sin embargo, la sexualidad es tan móvil y tan única como el ser humano. En nuestro continuo “estar siendo” estamos en la posibilidad y en la necesidad de probarnos a nosotros/as mismos/as y esa permanente ansia de descubrir-se nos lleva a darnos cuenta de que aquello que creemos que somos puede dejar de serlo en un siguiente momento.

Los/as seres humanos somos deseantes… algunos estaremos siendo homodeseantes, bideseantes, heterodeseantes o lesbicodeseantes, pero no por estarlo siendo somos homosexuales, lesbianas, heterosexuales o bisexuales. La identidad de orientación sexual es una construcción en la que la persona va re-descubriendo-se poco a poco; algunas veces ese proceso se hace muy rápido, otras es demasiado lento, pareciera que hay un punto final en el que la persona conoce hacia quien orientar tus afectos, erotismo y genitalidad y que ya tiene definida su orientación sexual.

En dicho momento se considera que se han definido cuatro aspectos -deseo, erotismo, afectividad y genitalidad- que se conjugan hacia alguien del mismo sexo, y a partir de ello si a dicha persona se le ha identificado socialmente como mujer y se orienta por un hombre, entonces su orientación sexual será hetero y se le hetero-etiqueta heterosexual, pero si su sujeta es otra mujer entonces se asume que es lesbicodeseante, lesbicoafectiva, lesbicoerótica y lesbicogenital, y en consecuencia se le hetero-etiqueta lesbiana, pero aun esta persona tan solo se auto-identificara lesbiana hasta cuando se asuma identitariamente y para sí misma como tal. Igual sucede con un hombre al que se le hetero etiquete homosexual porque se le asume homodeseante, homoafectivo, homoerótico y homogenital, tan solo será homosexual hasta cuando él se asuma a sí mismo e identitariamente como tal.

Sin embargo no todos los seres humanos se auto-identifican bajo uno de los rótulos de las orientaciones sexuales, porque no se identifican como homosexuales, lesbianas, bisexuales o heterosexuales, sino que pueden experienciar-se en posibilidades tan diversas como por ejemplo, auto-identificarse bideseantes, homofectivos/as, bieróticos/as y heterogenitales
y ser auto y hetero-definidos como heterosexuales o simplemente, no auto-definirse en una orientación sexual determinada.

Entonces cabe preguntarse, por qué la necesidad de definirse homosexual, lesbiana, transexual, transgénero o bisexual. En algunos casos la necesidad pareciera ser mas externa que particular, en otros es a la inversa, en algunos mas no existe esa necesidad. Yo, por ejemplo, hay días en los que estoy siendo una mariquita, loquita, con plumas y algo femenina; otros días estoy siendo un maricón machificado, pero a la largo hay días en que ni siquiera estoy siendo algo concreto; es más, ni siquiera tengo tiempo, deseo o necesidad de hacerlo. Hay periodos, días o momentos en que permanezco de forma algo constante en un estar siendo aun cuando también tengo claro que me planteo una especie de horizonte, un querer ser, aun cuando también vislumbro que dicho querer ser igualmente está siendo móvil, tan móvil como yo mismo y mi identidad.

Cuando me he definido, por ejemplo homosexual sé que mi vivencia no es similar a la de otros que se asumen homosexuales, ello me lleva a comprender que no existe la homosexualidad como tal sino que hay tantas homosexualidades como personas se están asumiendo homosexuales, pues las homosexualidades, las lesbianidades, las heterosexualidades, las bisexualidades son construcciones conceptuales, emocionales y experienciales únicas y particulares.

Cuando se folla con alguien (o como se desee llamar a ese acto genital y algunas veces afectivo y erótico) se está construyendo una relación única que no repite experiencias previas, pero que si se basa en construcciones particulares edificadas a partir de referentes externos; nuestros orgasmos tan sólo pueden tener como referencia a nuestros propios orgasmos, en tal sentido la vivencia de la orientación sexual de cada sujeto es tan única como el sujeto mismo, aun cuando al explicación sea similar en algunos de sus elementos a las de otros en su entorno geopolítico.

La construcción identitaria es tan cultural, tan momentánea y tan ecosistémica como lo somos nosotros/as/es mismos as/es, pero queremos que el nombre y la explicación permanezcan, como si la identidad fuera la denominación y esta su explicación.

Analizar e interpretar la construcción de la identidad sexual ha implicado partir de la reconstrucción del texto sobre la sexualidad, que es elaborada básicamente por Psicólogos, especialistas en sexualidad, sexólogos y educadores sexuales como una manera de interpretar la realidad sexual y sobre todo poder clasificar a los/as/es usuarios/as de sus servicios o posibles pacientes en sus imaginarios particulares y profesionales.

Las denominaciones y las percepciones sobre las identidades igualmente son tan móviles como las vivencias particulares; solemos ver relaciones homosexuales en las ánforas y platos griegos, pero las relaciones entre los filósofos mayores y los jóvenes no se construían como muchos siglos después las imaginaba en su tiempo Karl María Kertbeny al acuñar en 1869 el concepto “homosexual”, tampoco como muchos de los traductores que suelen encontrar pasajes eróticos claramente “homosexuales” en los textos de la filosofía griega, como por ejemplo en “El Symposium” y “El Banquete” (Platón) o como lo explican la OMS, la Asociación Psiquiátrica Americana o las organizaciones LGTB en España, Argentina, Colombia, cualquier país asiático o africano, que a decir verdad, cada una lo explica de una manera única y particular, sin por ello lograr definir a quienes en sus espacios se ponen dicho rótulo.

Cómo puedo saber si mi esposo es bisexual

Por Manuel Antonio Velandia Mora

Este blog no es para reponder a consultas, pero este es un tema del que frecuentemente me hacen preguntas, así que aprovechando la oportunidad, escribo.

Mi pregunta es:
Cómo puedo saber si mi esposo es bisexual. Hace tiempo me entere de que él práctica el travestismo fetichista, al menos eso fue lo que me dijo, pero en los último días he sospechado que le gustan los hombres, pues los ve de reojo e incluso encontré un día en la casa una camiseta que no era de él, claro que él niega todo. Qué hago para saberlo a ciencia cierta, ya que considero que es peligros para mi esta situación, ya que él ha sido un hombre que ha consumido drogas y por ende algo despreocupado, auque actualmente ya no lo hace, lo que me hace suponer que en un momento dado lo haga con hombre de una manera irresponsable y eso me traiga a mí alguna enfermedad o algo. Por favor ayúdenme estoy desesperada y no sé qué hacer. Cree que exista algún test en el que se pueda saber si el es bisexual, no sé he estado tentado a someterlo a la prueba del polígrafo para saber si me dice la verdad de que no lo es, ésta prueba podría servir. Por favor dígame algo de cómo lo podría saber o que aspecto poder identificar en él para saberlo….

Encuentro en tu carta tres grandes temas: la bisexualidad de la pareja, el travestismo y el temor a las enfermedades de transmisión sexual. Son temas bien distintos y se deberían tratar de manera distinta y en diferentes oportunidades.

En cuanto a la bisexualidad no está relacionada con el travestismo, el travestismo fetichista no tiene que ver con la homosexualidad, y para complementar la idea le recuerdo que la mayoría de los transvestis son heterosexuales. Un hombre bisexual es alguien cuyo objeto de afectividad, erotismo y genitalidad son tanto hombres como mujeres. Los temores sobre nuestras parejas logran que pequeñas sospechas se conviertan en evidencias, debes tener claro si realmente le gustan los hombres. Debes reflexionar sobre cuál es la razón por la que deseas saber si es bisexual porque si es para la prevención no es necesario que conozcas dicha información, ya que si usas condón y tienes los cuidados básicos necesarios para su uso adecuado y a eso sumas la higiene genital apropiada dicho riesgo prácticamente no existe.

Con respecto al polígrafo me parece la manera más agresiva de resolver la cuestión, suponiendo que tales artilugios tecnológicos funcionen y sean realmente concluyentes, de lo que tengo mis dudas. Este sería el último recurso legal y probablemente un elemento para usar en caso de buscar la separación legal si en tu país tiene validez científica y jurídica tal criterio. Solo proponerlo implica manejar muchas dudas y temores que pueden generar otras formas de violencia verbal e incluso de agresión emocional y física. Considero que si tal duda extrema existe deberías pensar no en averiguar sobre el tema sino en el divorcio. Cuando dudamos de nuestra pareja no importa la respuesta que la persona nos de, si lo que nos dice no está de acuerdo con aquello que creemos y esperamos oír, siempre nos sonará a negación, así la persona nos diga la verdad.

Cuando alguien ha consumido substancias psicoactivas (drogas) tendemos a dudar del resto de la vida de la personas, pareciera ser que los adictos no pudieras cambiar y que ninguna terapia fuera realmente terapéutica. Ahora bien, drogadicción y problemas en la construcción de identidad de orientación sexual pueden ir juntas y la una (la primera) motivar el consumo pero no siempre es así. Aun cuando si esto sucede el consumo puede variar la situación emocional y en consecuencia variar la conducta. También bajo el efecto de las substancias psicoactivas algunas personas disminuyen el temor y pueden exponerse fácilmente a una enfermedad de transmisión sexual.

No conozco ningún texto que pueda afirmar o negar la orientación sexual de alguien, considero que todo test es leído por un profesional y son sus propias creencias, temores y expectativas los que aparecen en la interpretación de la información.

En resumen, la mejor alternativa es hablar, ser explicito, presentar los temores pero tener en cuenta que no se desea herir. Pero si no se puede confiar en al respuesta no tiene sentido pensar en dialogar, mas si no estamos preparados para escuchar ciertas verdades. Recuerda que el otro no habla o no actúa en contra tuya, que actúa pensando en sí mismo, en sus necesidades, temores y expectativas y que pudiera ser tanto que tu hagas plena parte de ellas o simplemente no cuentes en nada para ello.

Todos Somos Víctimas

Por Manuel Velandia
España, Agosto de 2009


El Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) de Colombia denunció el asesinato de 97 jóvenes en lo que va de 2009, por parte de escuadrones que ejecutan a travestis, transexuales, indigentes, prostitutas, homosexuales, o todo aquello que consideran delincuentes o contrarios a su "sociedad perfecta" en el país sudamericano.

En un reporte difundido por CINEP en agosto de 2009 la Organización No Gubernamental (ONG) señaló a los departamentos de Santander y Norte de Santander como los más afectados por asesinatos selectivos, y a Bogotá como la ciudad con más muertes por la condición de orientación sexual o identidad de género.

El CINEP indicó que el 75 por ciento de regiones denunciaron la existencia de panfletos amenazantes de violentos contra personas que consideran "indeseables" para las comunidades.

"Nos parece preocupante que el miedo y la amenaza se hayan convertido en el país en herramientas de control social, como si la justicia se hubiera tomado por mano propia", dijo este martes a la prensa Jorge Mejía, del programa de Paz del CINEP.

"En Bogotá, donde la mayoría de las víctimas son jóvenes prostitutas y miembros de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales), los habitantes dicen que por los barrios circulan carros con vidrios polarizados como amedrentando", dijo Mejía.

En Colombia los habitantes de suburbios en las ciudades y de poblaciones con presencia de armados son amenazados por guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y redes de la delincuencia organizada.

Al respecto, el Cinep encontró que, a pesar de la desmovilización paramilitar, son estos actores los que más fueron señalados como autores de amenazas en barrios populares.

Según cifras del Banco de Datos del CINEP, en 2009 se han reportado además dos desapariciones y 67 amenazas.

La ONG añadió que el problema de panfletos y campañas de "limpieza social" aqueja a 67 municipios de 24 departamentos colombianos

ENTRE SUEÑOS Y REALIDADES… ¿DÓNDE QUEDA LA SALUD?

Una aproximación al mundo de las trabajadoras sexuales y su salud
Por Manuel Antonio Velandia Mora
Informe Especial


Este informe especial nos posibilita conocer cómo las travestis trabajadoras sexuales hacen la construcción identitaria de su género y de su cuerpo, por medio de procedimientos invasivos realizados por ellas mismas o por otras chicas trans, relata los efectos que tiene en su salud, el uso de productos como la silicona, el aceite de cocina, el aceite mineral y la grasa para aviones. Pretende ser además informativo para la población general y un llamado de atención a los psicólogos y al equipo de salud.

Tema: La construcción identitaria de género y corporal de las travestis trabajadoras sexuales y los efectos en su salud del uso inyectado de siliconas, aceites de uso doméstico y grasa para aviones, en procedimientos realizados por ellas mismos o personas no profesionales de la salud.

Devora Dora y otras neomujeres trabajadoras sexuales en Bogotá (Colombia) y en Alicante (España) han accedido a contar su historia conscientes de que, al hacerlo y permitir su publicación, apoyan a otras transmujeres al facilitar que por medio de sus testimonios otras personas en la comunidad y miembros del equipo de salud, conozcan sobre el tema de la identidad trans y su vivencia cuerpo.

Devora Dora es su nombre de combate, el sobrenombre con el que la conocen en la calle sus clientes y compañeras. Ella, quien desaparece día a día, hace parte de un grupo de chicas transmujeres (como las llaman algunos teóricos queers); travestis para algunos profesionales de la salud, transexuales para ellas mismas y “transvestis” como ellas mismas le dicen a las que tienen más caché y a las de los Estados Unidos. Neo-mujeres que se dedican al trabajo sexual.

Putas sucias… cochinas” para las mujeres que pasan en los buses y les gritan éste y otros improperios. Prostitutas para algunos proxenetas y chulos, e incluso para algunas de ellas mismas quienes no consideran su actividad económica como un trabajo, pero que les permite mantener vivo su sueño más importante, como dice Devora: “ser una mujer de verdad, no sólo con tetas, sino también con vagina y con papeles, pa´que nadie me joda”. Sí. Para quien supone una confusión, ella nació hombre. Su nombre de pila: Juan.

Él, ahora una transmujer, que mide casi dos metros con sus tacones de 18 centímetros, es blanca, delgada, de pelo rubio y con raíces negras, de cintura y pechos pequeños, manos extremadamente largas y uñas sin color pero brillantes, tiene claro lo que desea hacer cuando consiga su sueño. “Te juro que cuando lo logre me retiro del puteo, me consigo un marido y me vuelvo una señora de casa, que es lo que siempre he querido… Me bautizaré María… María cualquier cosa, pero María, como la virgen, como mi mamá, así ella no me acepte y hasta haya querido matarme a golpes; María, así el cura ni quiera verme y una amiga me tenga que bautizar”. Pero, éste, no es sólo el caso de Devora. Así suenan otras voces que, para algunos, nacieron en el cuerpo equivocado.

Las travestis, en su ejercicio genital, ya sea laboral (trabajo sexual), de pareja establecida o en una relación ocasional, incluyen generalmente la penetración a otros hombres como una forma de obtener o proveer placer, sin que esto afecte la vivencia que tienen de sí mismas como féminas. Ellas viven la “trasgresión” de las relaciones de poder tradicionalmente establecidas entre quien penetra (supuestamente el macho) y quien recibe la penetración (supuestamente la mujer), pero, sobre todo, tienen identidad femenina.

La vivencian de forma permanente aun cuando, inicialmente, esta identidad solo ocupaba algunos periodos de su existencia. Se consideran, quieren y buscan ser tratadas como mujeres, pero no todas quieren dejar de tener su pene, porque a diferencia de las transexuales, las travestis no buscan cambiar su morfología genital.

Son consideradas marginales por la forma como resuelven sus necesidades económicas y en razón de su sexualidad; suelen ser víctimas de crímenes de odio porque vivencian y construyen relatos sobre su cuerpo, la percepción de sí mismas y sus relaciones con una singularidad incomprensible para el status quo, que en lugar de aceptarlas y darle servicios adecuados de salud, son discriminadas.

Un sinnúmero de transmujeres -desconocido por las encuestas- dedicadas al trabajo sexual y que tienen el acceso a un sistema de salud, reciben la respectiva atención en caso de accidente o de padecer alguna enfermedad, pero el proceso de transformación corporal y emocional de la masculinidad a la feminidad, en la mayoría de países en el mundo, no es parte de los servicios de la salud pública y, por tanto, tiene que ser costeado por las interesadas.

En algunos casos, la hormonación y algunos cambios estéticos son realizados por ellas mismas y en otros, efectuados por personas no capacitadas, quienes ofertan servicios a muy bajo costo y con graves consecuencias que, incluso, llegan a provocar la muerte.

Cómo construyen el cuerpo femenino
Algunas neo-mujeres se forman la cintura con cinta autoadhesiva o esparadrapo, material con el que también se fijan el pene al perineo. Se rasuran continuamente todo el cuerpo cuando tienen abundante vello, o lo hacen con cera cuando tienen cómo costear el procedimiento. Para evitar “pérdida de tiempo”, lo hacen en cada ocasión, en grandes porciones de piel, incluyendo la cara.

El desprendimiento de estos productos les produce dolor, irritación permanente, quemaduras, daño en el tejido del pene, el perineo, la cara y a algunas, lesiones en todo su cuerpo. Más recientemente han empezado a utilizar cremas depilatorias y lo hacen especialmente en piernas y brazos.

La mayoría de las entrevistadas se hormonan por automedicación y con el apoyo de alguna amiga, igualmente travesti o transexual, a quien llaman “madrina de hormonas” y quien previamente ha realizado el mismo proceso. Las hormonas, que consiguen de manera ilegal, son las utilizadas para tratamientos de anticoncepción; también utilizan dosis de esteroides sexuales femeninos para inducir el desarrollo de características sexuales femeninas.

Cuando viven en España, como algunas entrevistadas de origen ecuatoriano, tienen la posibilidad de recibir apoyo emocional y tratamiento hormonal con el seguimiento de un endocrinólogo, pero un buen número de ellas, por estar ilegalmente en el país, temen llegar a los servicios de salud o no lo hacen porque desconocen sus derechos.

La gran mayoría de las entrevistadas inició su hormonización entre los 12 y los 15 años. Como resultado, en la medida en que avanza su proceso, la "libido" o deseo sexual disminuye paulatinamente, las erecciones se vuelven infrecuentes y con el paso del tiempo casi imposibles. Este es su gran temor “que no se me ponga duro, porque muchos de mis clientes vienen a que yo los penetre, y por más que uno quiera engañarlos con otro servicio, todos terminan boca abajo”.

Con el tratamiento hormonal provisto por un médico, las respuestas corporales son algo diferentes y más rápidas. Después de 6 meses y ante la falta de "uso", tanto el pene como los testículos se atrofian dando la impresión de ser cada vez "más pequeños", apareciendo impotencia y esterilidad.

El desarrollo de los senos se inicia con una notoria sensibilidad en los pezones, su contacto produce cierto dolor y reaccionan ante cualquier estímulo; a los dos meses en promedio aparece un pequeño abultamiento en el seno, la areola se agranda y toma un color encarnado que se oscurece con el paso del tiempo, algunas reportan producción espontánea de leche lo que les demuestra “que ya son mujeres de verdad”. Una de ellas comenta que “estas tetas son pequeñas y no cumplen con la fantasía corporal, por eso se termina recurriendo a los implantes de silicona”.

Del otro lado del Atlántico
Las que viven en Bogotá, en algunos casos, se inyectan hormonas para engorde del ganado vacuno. La más común se conoce comercialmente como "Vacanol", su efecto es descrito como “engrosamiento marcado de las caderas”. Lograr formas femeninas en el pecho, las caderas, las piernas e incluso los tobillos, es un proceso que muchas veces se hacen ellas mismas.

Entre ellas se realizan operaciones en las que se infiltran silicona líquida, grasa para aviones o aceite de cocina. Generalmente, prefieren el aceite de girasol tratado, para que sea incoloro. Según algunas de ellas, prefieren este “porque es más puro y produce menos daño”.

En otros casos, utilizan silicona líquida comprada ilegalmente en Venezuela. Con las infiltraciones, simulan implantes con los que dan formas femeninas a su cuerpo. Martina, a quien llamaremos así para proteger su seguridad, dijo que había oído comentar a una de sus compañeras que se había vuelto cirujana después de ver algunas operaciones junto a un médico venezolano. “Ella dijo que con él aprendió a recortar los testículos y a poner la silicona líquida”. Lo más grave es que una de las entrevistadas sería la próxima paciente de su compañera.

Al interrogarlas con respecto a si sentían temor de que otra chica no profesional de la medicina les inyectara silicona liquida, al saber que por dichos procedimientos ya habían muerto dos compañeras en la misma zona de prostitución, una de ellas respondió “ellas eran de malas, yo sé que a mí no me va a pasar nada”. Una semana después, su amiga “cirujana” le realizó el procedimiento tal y como estaba planeado.

Intervenciones quirúrgicas realizadas sin previos estudios por parte de médicos no especializados, tanto en clínicas de prestigio como en lugares clandestinos en el mundo, han cobrado la vida de 240 mil mujeres y travestis en los últimos cinco años.

En la parte baja
Las infiltraciones en tobillos son poco frecuentes, pero lo hacen porque “se es femenina si se tiene tobillo de monja”. Hacerse los tobillos se puso de moda porque una de las chicas las convenció con la idea de que los tobillos de las mujeres eran diferentes a los de los hombres. Ella fue la primera en hacerlo y como aseguró Perla*, “las demás no quisimos ser menos femeninas que ellas, así que varias nos los hicimos, ahora las chicas de otras ciudades se los hacen también”.

Otra chica transexual pidió a su cirujano plástico que le pusiera implantes a lado y lado de sus muslos para tener “pistoleras”. Lo hizo porque, según ella, “me hacía ver más femenina… pude despertar la envidia de mis amigas al poder contarle que yo era tan femenina, que me hasta me quité lo más feo que tiene una mujer”.

Las mayores de 35 años, todas se infiltraron en algún momento aceite mineral. Luego de algunos años del proceso, el aceite se va infiltrando en el tejido y desplazándose de sus nalgas y cartucheras, bajando a sus muslos y de estos a sus tobillos, produciendo deformidades, e incluso, la muerte. Algo similar sucede con quienes recibieron inyección subcutánea de silicona liquida.

El médico Héctor Javier Salvatierra, en un boletín publicado por el Secretariado Trans de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas, ILGA (por sus siglas en inglés), informó que “los estudios realizados en la década del 70 demostraron que la inyección subcutánea de siliconas con fines estéticos puede ocasionar complicaciones inflamatorias locales y sistémicas severas (pulmonares), al evidenciarse su migración al tejido linfático regional y distante, también a sitios más alejados a través del torrente sanguíneo, es por ello que la organización norteamericana que regula la administración de alimentos y drogas (Food and Drug Administration, FDA) limitó el uso de las mismas en 1965 y lo prohibió en 1976. Esta práctica ilegal sigue efectuándose con los riesgos y complicaciones que ocasiona, hecho agravado por la actuación de personal no médico para su aplicación. La inyección subcutánea de siliconas con fines cosméticos podría ocasionar tromboembolismo pulmonar el cual desencadena la muerte de la víctima”.

En Colombia, las transféminas no suelen tener seguimiento de un endocrino. Refieren no haber hablado nunca con una enfermera sobre la hormonización y aun cuando visitan frecuentemente un centro de salud, dice una de ellas que “allí solo nos revisan por si tenemos una venérea”.

Sus testimonios aseguran que se sienten rechazadas por el equipo de salud; “no, nos tratan como personas, no aceptan hablarnos en femenino a pesar de que me ven así, más femenina que cualquiera de ellas… casi nunca nos miran la garganta… yo no sabía que daba “gorronea” o “sefilis” en la garganta y aún cuando saben que ponemos el culo, es como si para ellos el culo no existiera”.

Pero este comentario no sólo es dicho por una de ellas. Otras transmujeres también lo afirman, así como su propia feminidad. Refieren sentir la menstruación y el temor a quedar embarazadas; situación que incrementa la autopercepción de su identidad femenina. Algunas de ellas se han cortado los testículos “porque eso hace que la piel se ponga más suave”. Quienes lo han hecho, aseguran que “con posterioridad al momento del orgasmo, fluye por el meato una secreción más liquida que el semen… es más clarita, huele distinto y uno no puede controlar que salga”.

La construcción identitaria
La identidad se entiende como “la idea y la sensación de seguir siendo lo mismo a través del tiempo”. Los procesos identitarios no existen fuera de contexto, se realizan a partir de retos precisos que están en juego y pueden ser verificados a nivel local, con otras transmujeres que laboran en la misma zona o que son compañeras de vivienda. Según expertos en el tema social “Los retos son parte de la identidad y son fundamento de redes. La identidad se pone en relación, es reconocida individualmente y reafirmada por otros”.

Las personas que transitan identitariamente vivencian y construyen relatos sobre su cuerpo, su salud, sus relaciones y la percepción de sí mismas, con una singularidad tal, que al tratar de clasificarlas se les excluye, porque su movilidad identitaria de género o de cuerpo no se concibe, desde el discurso lineal medicalizado e intitucionalizado, como una posibilidad de, en y para la sexualidad.

Sus experiencias identitarias trascienden las construcciones teóricas de especialistas de la salud que pretenden ser interpretativas de las sexualidades y que se elaboran desde un esquema mecánicamente predeterminado, fijo y lineal. Sería importante comprender que la identidad es la emergencia de una construcción, no siempre consciente, que afecta los procesos de socialización del sujeto.

La identidad igualmente emerge de la vida cotidiana, más específicamente de la educación (formal y no formal) y especialmente de la cultura, que provee a la personas los referentes del “deber ser” de la identidad; dichos referentes están basados en la cultura, son propios de una sociedad y tiempo determinados, y están afectados por los procesos de interrelación e interdependencia del individuo.

La atención integral de estas neomujeres debe trascender los imaginarios sobre la identidad, ya que su situación identitaria origina en el equipo de salud conflictos con relación a su comprensión sobre lo que es la feminización de sus comportamientos, vestido, accesorios y en especial, con su vivencia del cuerpo y la ruptura que representa el ejercicio de su genitalidad.

La falta de conocimiento, comprensión y especialmente de respeto, genera estigma, discriminación, separación social, aislamiento y otras formas de violencia que llegan inclusive hasta la negación de la asistencia. Se hacen necesarios en el equipo de salud elementos conceptuales que permitan entender identidades experienciadas en formas más complejas y que a su vez posibiliten acoger variaciones en las construcciones, manifestaciones y vivencias de los géneros y la salud.

Los profesionales de la salud deben reconocer la identidad de sus usuarias, sin olvidar que el reconocimiento implica re-conocer al otro en su particularidad y unicidad y en aquellos elementos identitarios en los que con los pacientes confluimos y nos separamos, pero también involucra reconocer las construcciones teóricas, vivenciales y emocionales en las que los otros y nosotros mismos nos movemos, como una manera de poder acompañar el proceso de la construcción identitaria y la convivencia solidaria y democrática que todos merecemos.

Algunas consideraciones conceptuales
Las personas transgéneros acompañan el rol de género optado con los accesorios, vestidos y maquillajes (cuando ello se considera culturalmente necesario) propios del género al que han “transitado”.

Se les denomina “transformistas” a los hombres que asumen por momentos los accesorios, vestidos y maquillajes propios del género femenino pero que éste lo hacen como parte de una actividad artística.

A los hombres que asumen por momentos o permanentemente los accesorios, vestidos y maquillajes propios del género femenino, pero que éste no es su género por opción, y esto es una expresión comportamental sexual que les produce placer y en consecuencia lo asumen como parte de su identidad sexual se les denomina “travestis”.

Una mujer transexual es aquella persona que pertenece psíquicamente al género femenino como su género optado, a pesar de haber nacido con anatomía de hombre. Una persona transexual no desea los caracteres del sexo con el que ha nacido, sino que le apetece un cuerpo que sea acorde con su género optado. Se es transexual así la persona quirúrgicamente, con aplicación de hormonas y/o con trucos o rellenos, transforme o no su cuerpo, para aproximarlo al cuerpo deseado.

Reconocerse único e irrepetible es supremamente importante en la construcción y reconocimiento de la identidad sexual particular, pero reconocerse miembro de una comunidad es supremamente importante para la transformación social, cultural y política y el reconocimiento social de nuestras identidades.

El autor: Manuel Antonio Velandia Mora. Sociólogo, filósofo, sexólogo, máster en educación, doctorando en Enfermería y cultura del cuidado (Universidad de Alicante), doctorando en en Psicopedagogía (Universidad del País Vasco). Miembro Titular de la Sociedad Colombiana de Sexología. Ex Director de la Revista Latinoamericana de Sexología, ex Vicepresidente de la SCS. . Sus artículos se publican en diferentes medios nacionales e internacionales. Bloguer en revista semana.com desde 10/11/2006. Columnista en agmagazine.info y previamente en agmagazine.com.ar desde 2006. Fue columnista en las Revistas AcÉnto, Intacto Magazine y Ventana Gay. Hizo parte del equipo periodístico del programa de televisión "El show del corazón" RCN Televisión Colombia y fue colaborador del Programa radial "hablemos de sexo" RCN radio.


Bibliografía
• Velandia Mora, Manuel Antonio (2006). Identidades sexuales móviles. El derecho a estar siendo o la posibilidad emocional, teórica y experiencial de comprender las masculinidades en las Minorías Sexuales En Saberes, culturas y derechos sexuales en Colombia. Tercer mundo editores/ Centro Latinoamericano de sexualidad y derechos humanos CLAM/ Centro de Estudios sociales CES/ Instituto de Medicina Social, Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2006: 295:320
• Velandia Mora, Manuel Antonio (2005). Los, las, les seres. En Bioética y Sexualidad. Colección Bios y Ethos. Ediciones el Bosque, Bogotá 2005: 23:163-182.
• Asier, Michel (2000). La antropología de las identidades en las tensiones contemporáneas, en Revista Colombiana de Antropología. Bogotá. 2000: 36: 6-19.
• Velandia Mora, Manuel Antonio (2007). De la identidad sexual como experiencia y concepto fijo a la identidad sexual como construcción vivencial y conceptual en la movilidad. Revista Sexología y Sociedad. Nº 33. Editada por Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).La habana, Cuba.
• Secretariado Trans de ILGA - T- (2009) Salvatierra Flores. Héctor. Centro de Salud Barton del Callao, en el PROCITS (Programa de Control de Infecciones de Transmisión Sexual). Uso del silicón. En: Boletín No. 013, Año 2, enero 2009. http://trans_esp.ilga.org/