Por Manuel Antonio Velandia Mora
Hoy domingo 14 de marzo los colombianas y colombianas decidirán sobre quiénes serán sus representantes, sin embargo llama la atención que la población LGTB no siempre es consciente de que sus miembros/as son sujetos de derechos. De otra manera no se entiende por qué algunos gay, lesbianas, bisexuales y personas que transitan en el género y el cuerpo continúan votando por aquellos/as quienes les han vulnerado sus derechos.
Las elecciones son la oportunidad para que el voto de las personas LGBT impulse la transformación del Congreso de la Republica, un congreso que no sólo se llenó de paramilitares (que asesinan, boletean, extorsionan, amenazan de muerte, obligan a desplazarse y asesinan a miembros de la comunidad LGBT), sino que en su mayoría han negado el reconocimiento de los derechos de las parejas del mismo sexo, derechos que nos corresponden y cuyo ejercicio nos apoyará para dejar de ser ciudadanos de segunda clase en Colombia.
Desde que se presentó el primer proyecto a favor de nuestros derechos, en cabeza de Margarita Londoño, a finales del siglo pasado (1998), pasando por los seis proyectos de ley hundidos en lo que va de esta década -proyectos en su mayoría movilizados por Piedad Córdoba- la votación ha sido adversa, incluso la ejercida por algunos miembros de algunos partidos políticos que oficialmente estaban de acuerdo con reconocer nuestros derechos, como sucedió por ejemplo con el Polo Democrático; incongruencia inconcebible en algunos congresistas considerados “de izquierda”, y que también está motivada en la injerencia indebida en política de los jerarcas de las iglesias católica y cristianas.
En estas elecciones se presentan muchos/as de los/as congresistas que tradicionalmente han luchado por nuestros derechos como también, aquellos que han votado en contra de los derechos LGB. De nosotros y nosotras depende que estas personas sean reelegidas.
El abanico de posibilidades se abre con un grupo de nuevos candidatos y candidatas abiertamente homosexuales, lesbianas y trans que representan en muchos de los casos opciones positivas a nuestros derechos. Por supuesto el hecho de que alguien sea gay, lesbianas o trans visible no significa que sea el o la mejor candidato/a, así que el compromiso del voto, que es no sólo un compromiso ético y de responsabilidad social, sino un compromiso consigo misma/o debe conducirnos a escoger la mejor opción, no pensando exclusivamente en nuestros derechos, sino también en los derechos del pueblo colombiano en general.
El Voto no debe partir del ombliguismo, sino de la conciencia social y política en pos del país que deseamos para quienes amamos y para notros/as mismos/as.
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