Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, 12 de mayo de 2012
Lo nuestro fue amor a primera vista, era el último chico
disponible y no resistí la tentación, tenía que ser mío.
Me lancé en una veloz carrera y lo tomé entre mis manos.
Cuando el comerciante me recibió el dinero yo respiré profundamente y celebré
con un enorme sorbo de un refresco la alegría de poder poseer mi propio
Chiqui-Pride. Su cuerpo de arco iris no solo es el símbolo de la diversidad, es
también símbolo de la riqueza cultural, social y política.
Nunca pensé estar allí, tan solo había viajado a México para
hablar en un Congreso. Fue una coincidencia que precisamente ese 17 de junio de
2006 se llevara a cabo la Marcha del orgullo lésbico-gay por la avenida
Reforma. Todo confluyó para que yo estuviera ese medio día en la Plaza de la
Constitución de la ciudad de México, informalmente conocida como El Zócalo.
No había pensado en permanecer por varios días en esa
ciudad, pero una amiga, Sara Fernández, me invitó a hospedarme en su casa.
No había pasado por mi mente comprarme un pequeño oso de
peluche, yo tan solo había salido para hacer algunas fotos pero cuando lo vi
supe que siempre le había querido. Ya previamente me había arrepentido de no haberlo
comprado en New York o en San Francisco en dónde lo había visto; no sabría
cuándo coincidiría con otra marcha del orgullo en cualquier otro lugar del
mundo donde fuera posible conseguir mi Chiqui-Pride.
Ahora que he tenido que refugiarme en España, él viajó
conmigo. Ha estado en Madrid, Valencia, San Sebastián y Alicante. No sé en
donde estaré en el próximo Día del Orgullo LGTBI, pero allí donde esté, celebrando
o no, mi pequeño oso multicolor estará conmigo.
Fotografía Chiqui Pride, de la serie "yo también tengo derechos"
Autor: Manuel Antonio Velandia Mora
La historia fue publicada originalmente en la Pagina del Museo Nacional de Colombia, con motivo del Día Mundial de los Museos.
Autor: Manuel Antonio Velandia Mora
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