martes, 27 de marzo de 2007

Sueños húmedos

Generalmente, cuando se habla de sueños húmedos pareciera que se habla de hombres y de sexo, pero gracias a que somos humanxs todxs tenemos la posibilidad de tomar conciencia de nosotrxs mismxs, de nuestro cuerpo, del mundo que nos rodea, podemos transformarnos y apoyar el proceso de transformación de otrxs y de la sociedad de la que hacemos parte.

Yo deseo (como una cualidad que me hace humanx), deseo mundos maravillosos, llenos de amor, solidaridad, respeto. Sueño con posibilidades para todxs, lxs más ricos, lxs más pobres, para lxs del medio y lxs que transitan sin querer pararse en un punto fijo o lxs que se construyen en un punto que no es precisamente el “deber ser”.

Abogo por la posibilidad de ver realizados mis deseos; sin embargo, cada vez más siento que el neoliberalismo nos está llevando a que sea precisamente la economía de mercado la que determina la viabilidad de algunos de nuestros deseos. Es verdad, todxs hemos tenido sueños húmedos: deseos realizados o no, de bañarse junto a alguien; de ver correr el agua por su cuerpo (como solemos degustarlo, muy eróticamente, en ciertos comerciales sobre los usos del agua); de disfrutar ciertos deseos no siempre eróticos como la posibilidad de gozar de un trago de agua recorriendo mi garganta; de estar caminando, trotando, montando en bicicleta en la cicloruta y tomar un enorme trago de agua; de que cada dia al levantarme tenga la certeza de que tendré el agua necesaria para preparar los alimentos.

Me preocupa que pronto llegue el día en que gozarnos la humedad ya sólo pueda ser un deseo y no una realidad. El agua, que antes fluía y consumía libremente, se ha vuelto un bien por el que hay que pagar: ahora nos la venden embotellada. Los grandes capitalistas han descubierto que vender agua es uno de los negocios más rentables del mundo. Pensemos, por ejemplo, cuánto nos ha costado el último litro de agua que compramos.

Por supuesto aun es diferente el precio de un litro de agua que sale del grifo al precio de un litro de agua embotellada marca “Y”; con todo, otrxs han pagado mucho más por una botella de agua bautizada con una marca sofisticada, en la que el precio se multiplica en relación directa con ese mundo fatuo que sus consumidores quieren demostrar o aparentar.

¿Es justo que unos pocos se aprovechen de un recurso que es de todos? No, por supuesto que no, ¡el agua es un derecho! su vulneración atenta directamente al más fundamental de todos los derechos: el de la vida y tener que consumirla contaminada afecta el derecho a la salud. En nuestro país los grandes cultivadores se han apropiado del agua de todos, la contaminan e incluso niegan el acceso a ella en los alrededores de las grandes plantaciones. No abandonemos nuestros sueños húmedos, tenemos derecho al placer… a la vida.

Muchos de los que eran los grandes ríos del mundo ya no lo son: están contaminados. Su cauce se ha disminuido por las muchas represas que extraen el agua de sus caudales, esa agua que corre y se consume gratis, se nos expropia para vendérnosla. Su precio sube continuamente, no precisamente por los costos que implica su “producción” o distribución sino porque hemos aprendido que en la sociedad de consumo hay que consumir, léase derrochar, malgastar… contaminar el agua.

Es muy difícil, en este momento de “desarrollo”, parar el tren capitalista de la “transformación del agua”; pero si está en nuestro ser valorar nuestros sueños húmedos: no permitir que el derecho al agua sea tan solo un deseo inalcanzable para aquellxs que vienen detrás de nosotrxs, por ello debemos luchar para esté al alcance de todxs y sin tener que pagar por ello precios cada vez más elevados.
El agua es un derecho

En el Día Mundial del Agua te invito a cerrar el grifo, a no abuzar del consumo y a reflexionar sobre esta situación: si se mantiene el actual ritmo de consumo, el 60% de la población mundial vivirá en regiones con escasez de agua en 2025 (ONU).

Unos 1.100 millones de personas -más de una sexta parte de la población mundial- carecen de acceso asequible a ese recurso. En el África subsahariana un 45% de la población carece de agua en buenas condiciones y un 65% no tiene saneamiento adecuado, lo que hace que de los 1,8 millones de niños que mueren cada año en todo el mundo por diarreas y otras enfermedades relacionadas con la falta de higiene, la mitad sean africanos (PNUD). En Colombia al menos nueve lagunas están en peligro por la contaminación y 28 ríos están muriendo a causa de las quemas y deforestación.

Muchas de nuestras familias en la pobreza absoluta deben invertir casi el 30% de un salario mínimo mensual para poder gozar del agua. No perdamos nuestros sueños, realicemos nuestros deseos húmedos, creemos las condiciones políticas para que todx colombianx tenga acceso al agua. Unámonos a millones de voces en ese clamor mundial por el acceso universal al agua, recordemos que la falta del agua es otra amenaza para la paz mundial.

Publicado originalmente en http://www.semana.com/wf_InfoBlog.aspx?IdBlg=29

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