miércoles, 18 de julio de 2007

Protagonizando la película

Tengo un amigo quien me contó hace años que su gran fantasía era encontrar placer jugando eróticamente con un hombre de quien lo único que deseaba conocer era su pene. Él no estaba interesado en ser penetrado, tampoco en que le dijeran “mi amor”, menos aún que le preguntaran su nombre, dirección o teléfono. Recientemente me lo encontré y me contó que su fantasía es ahora su realidad cotidiana.

Por lo que me dijo, sé que a él le encanta mamarlo y sabe que a los otros hombres –inclusive muchos heterosexuales- les encanta que se lo hagan. Poco a poco fue adentrándose en lo que él mismo denomina su “mundo de placer” en el cual ahora parece ser experto.

Este hombre que tiene unos 35 años y que, según él mismo afirma, posee la “boca más calientica del reino”. No se preocupa por buscar a quien hacérselo, pues es ya tradición que en todas las grandes ciudades haya ciertas salas de cine, de video y centros comerciales en los que en los baños suceden muchas cosas. Afirma que la situación se viene dificultando un poco ya que ahora no es tan fácil lograrlo como hace un tiempo, pues suelen poner en ciertos lugares “respetables”, vigilantes que “protegen la moral pública”.

El dice que aún los hombres que no son homosexuales les encanta mostrar su “juguete” y que son pocos los que realmente se molestan. Según parece, quien no quiere dejarse ver tiene una manera particular de taparse con la mano su “cosito”, actitud que denota cierto pudor y timidez. Así que su consejo es que a esos no hay que insistirles.

En las salas de cine “X” y en los “video porno” luego de mirar los “clásicos del cine” que allí se proyectan o inclusive durante la misma proyección, el pene de los amantes del cine se va entumeciendo hasta llegar a parecerse a las pilas de un traje de luces. Si el hombre se está tocando su juguete, mira con sonrisa picaresca al vecino de asiento, se para, y al dirigirse al baño sin darse cuenta rosa la pierna, es justo en ese momento cuando “hay que caerles” ya que todo está asegurado. Si en cambio la persona se queda sentadita en su silla debe esperarse un poco. Para probar si realmente hay interés, se desplaza lentamente la pierna y se permite cierto roce. No se puede obrar muy rápido si la persona responde. Hay que esperar la respuesta al juego ya que puede darse un toque involuntario, así que según él, para no pasar “chascos” hay que estar muy seguro, es decir, sentir que la persona empuja con su rodilla la pierna de la otra persona.

En algunos lugares se juega ahí mismo e inclusive, alrededor de la silla se forma un comité de ciudadanos que se entretienen más con la acción en vivo que con lo que sucede en la película. Según dice, es ahí cuando hay que desplegar toda la grandeza, porque, según él, lo que más excita a la audiencia es ver cómo un “súper juguete” se pierde como por arte de magia entre su boca. En ese momento el coro de masturbantes alcanza su mayor frenesí y se oyen los “aplausos”. Realmente esta es una manera de llamar al golpeteo que se produce al roce de las manos con la ropa durante la masturbación. Esta misma situación parece ser aún más excitante para el dueño del pene, pues según me cuenta, en ese momento se le suben el ego y la erección a tamaños insospechados.

No sé si “mamoncito”, como cariñosamente le llamó un “cliente”, realmente realiza su fantasía o lo que me cuenta lo vio en una película, pero sí puedo asegurar que aún en los baños de los lugares más distinguidos de algunas ciudades, y no precisamente en las salas de cine, me he encontrado de vez en cuando a personas cuyos ojos parecen desorbitarse mientras orinan y observan al vecino. “Mamoncito” me mostró una botellita de agua oxigenada con la que según él, se enjuaga la boca luego de su actuación; inclusive me ofreció su boquita caliente para que yo me diera cuenta por qué muchos quieren repetir. Yo le respondí que probablemente no sería tan agradable para él, porque le estaría faltando su “comité de aplausos”.

No puedo negar que algunas investigaciones suelen dejarme con ciertas “dudas” que prefiero no resolver. En este caso una información subjetiva de temperatura, nivel de humedad o profundidad sería compremetedora, no tanto por mi capacidad de análisis sino por la que tienen otros de encontrar disfrute en el anonimato.

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