El hecho de que los, las les LGBT hayan ganado ciertos derechos en Colombia, no implica que ellos mismos y la sociedad les reconozca como sujetos de tales.
Sólo en la medida en que estas personas nos hagamos más visibles en todos los espacios sociales, culturales, económicos y políticos, y la sociedad pueda tener la oportunidad de conocernos mejor, deshacerse de mitos y creencias, aumentando su capacidad de comprender y disfrutar la importancia de la diversidad que la conforma, será posible que se nos acepte y respete como sus iguales.
Aún cuando Colombia no es un paraíso, no puede negarse que la convivencia para los homosexuales en las grandes ciudades en más fácil que en la zona rural. A pesar de que esto es así, en Bogotá las milicias de las FARC, durante 2003, obligaron al maestro Manuel Gaviria a renunciar a su cargo como maestro en una escuela primaria teniendo como excusa para el “boleteo” su homosexualidad.
En una encuesta sobre convivencia ciudadana en esta misma ciudad, realizada en las dos oportunidades en que Antanas Mokus fuera alcalde de la ciudad, un alto porcentaje de ciudadanos expresó no estar interesado en tener un homosexual como vecino, hecho que motivó que durante la alcaldía de Lucho Garzón se haya creado un programa que tiene como fin alcanzar una “Bogotá sin indiferencia con la población LGBT”. La violencia homofóbica en Colombia no es un hecho reciente, entre 1986 y 1991 los grupos denominados de “limpieza social” asesinaron a más de 680 homosexuales.
León Zuleta, cofundador con Velandia del Movimiento homosexual colombiano, fue asesinado en 1994 por razón de sus trabajos en derechos humanos y con minorías sexuales. El machismo al interior del militarismo, ya sea este de derecha, centro o izquierda siempre ha estado presente en Colombia. Es frecuente la violencia policial contra homosexuales y muy especialmente, contra los/las transgéneros y transvestis que trabajan sexualmente.
En las zonas en las que en Colombia es más marcado el conflicto con los paramilitares y con la guerrilla, especialmente con las FARC -Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-, estos actores sociales se han convertido en los nuevos guardianes del orden moral. No es de extrañar el radicalismo de los grupos cristianos y conservadores que atacan verbal y emocionalmente a los homosexuales; ahora bien, para muchos es sorprendente que los paramilitares y la guerrilla hayan obligado a algunas personas homosexuales a desplazarse fuera de sus territorios e inclusive, que la guerrilla lograra que se realizara la prueba diagnostica de la infección por el VIH a todas las personas de una pequeña ciudad del Llano, discriminación que en Colombia tuvo la complacencia de las autoridades de salud, civiles y militares, quienes igualmente permitieron el desplazamiento forzado de las personas cuyo diagnóstico fue reactivo.
En estos grupos armados existe una doble moral con relación a la población LGBT; por ejemplo, en algunas zonas de conflicto los transvestis y/o transgéneros que trabajan sexualmente se les permite estar en la zona si prestan “favores sexuales” o son informantes, de lo contrario se les obliga al desplazamiento cuando no es que se les asesina por causa de su identidad y su actividad laboral.
Durante muchos años el ejército colombiano puso en las libretas militares, documento que informa sobre la prestación del servicio militar obligatorio, un texto en el que se leía profesión: homosexual; siendo esta la razón por la que se les excluía de prestar el servicio militar.
A partir de fallos de la Corte Constitucional a tutelas (mecanismo constitucional que se usa en caso de buscar protección estatal si hay amenaza o vulneración de los derechos fundamentales), ya no se puede excluir a alguien de las instituciones militares en razón de dicha “profesión”, como tampoco del lugar de trabajo, de estudio o de vivienda, sin embargo los homosexuales siguen siendo rechazados, vulnerados y estigmatizados en el ejercito colombiano, inclusive se les expone públicamente ante sus compañeros, se les maltrata físicamente, encierra en calabozos y agrede o menosprecia diciéndoles “mariquitas”.
Aun cuando en Colombia desde el Estado, por razón de su orientación sexual no se ha excluido de su cargo a maestros, el estatuto docente, norma que los rige, en uno de sus artículos consideraba la homosexualidad causal de mala conducta; artículo que fue derogado por fallo de tutela. En lo que va corrido del siglo XXI los homosexuales hemos participado en la actividad política, logrando, en mi caso, que el Partido Liberal Colombiano aceptara a las minorías sexuales como un sector social con pleno reconocimiento y derecho a presentar candidatos a las diversas corporaciones publicas. Hecho que también se dio mas recientemente en el grupo político denominado Polo democrático.
Siendo candidato a la Cámara en las elecciones de 2002, yo Manuel Velandia fui victima de un atentado con una granada lanzada a mi residencia por grupos paramilitares quienes han sido explícitos en considerarse opositores a mi actividad; sus reiteradas amenazas de muerte, que a finales de 2006 se extendieron a mi familia, fueron la causa de mi desplazamiento forzado a España, país en que actualmente me encuentro en trámite de asilo político por orientación sexual. John Jairo Romero (homosexual), Niyireth Reinosa y su pareja (lesbianas) y Samantha Palacios (transvesti) son las otras cuatro personas que han solicitado asilo por esta misma causa en España entre el 2001 y el 2007. Las tres primeras personas ya lo obtuvieron.
Ellos y ellas no son los únicos LGBT que han tenido que huir de Colombia, ya que también tenemos asilados en otros países. Manuel Bermúdez, Ciudadano Gay con sede en Medellín y quien fuera candidato al Senado fue “boleteado” por grupos paramilitares durante su campaña en el 2002, esto demuestra que dicha participación política no es plena y que las autoridades no investigan, sancionan o penalizan apropiadamente a quienes entorpecen el debate político democrático, tal y como se ha demostrado con las investigaciones recientes sobre la presencia paramilitar en el Senado y la Cámara, corporaciones en las que tampoco se logró la aprobación del proyecto de Ley sobre los derechos civiles de las parejas del mismo sexo (2007) a pesar de que el presidente Uribe y sus grupos políticos apoyaran esta propuesta como parte de su estrategia para conseguir votos en las ultimas elecciones.
Y como ya lo dije antes en otro blog, para que Bogotá sea realmente un ejemplo no se necesita únicamente que su alcalde tenga una actitud positiva hacia las personas LGBT como la tiene Lucho, actitud que incluso le ha quitado aceptación popular, se requiere en especial que haya recursos para llevar a cabo acciones y con estos recursos la ciudad no cuenta, porque no es verdad que los homosexuales, las lesbianas, los y las bisexuales y los, las y les transgeneristas realmente cuenten, ya que el cambio solo es posible con el desarrollo de una política.
Con lo anterior se comprende la importancia del debate que se cursó en el Consejo de Bogotá sobre el Proyecto de acuerdo número 357 de 2007 "Por medio del cual se establecían los lineamientos de la Política pública para las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas —LGBT— en Bogotá" y que se perdió con ocho votos en contra y siete a favor, en la Comisión de Gobierno del Concejo de Bogotá.
Un complemento a este tema puede encontrarlo en Revista Semana en el que se demuestra que esta es un población importante por su numero en Bogotá, así las cifras no sean precisamente las mas actuales.http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=70487
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