La vida sexual de los niños, niñas y adolescentes colombianos parece no preocuparle a nadie, a pesar de las graves situaciones de violencia sexual que día a día nos cuentan los medios que suceden en el país. Aun cuando de todos es sabido que estos comunican una mínima parte de lo que sucede en realidad.
Debemos hacer un alto y reflexionar. El caso de las niñas de 10 a 12 años, estudiantes de un colegio de Neiva quienes informaron ser “prepago” y además tener manifestaciones de una infección de transmisión sexual; los preocupantes resultados sobre el embarazo adolescente presentados por una ONG con la seriedad de Profamilia; y, los estudios de la Fundaciones Barco y Renacer, sobre la explotación sexual comercial de menores, son tan solo la punta del iceberg del un amplio y profundo problema colombiano.
El Gobierno posee cifras actuales y reales sobre dicha situación, el DANE realizó el año anterior un estudio sobre explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes en cuatro ciudades colombianas y lo mismo hizo en una muestra bastante representativa de lo que sucede en los colegios bogotanos, estudios que son además fruto de un proyecto piloto mundial y cuyos resultados aun no se han hecho públicos, pero que son bastante alarmantes para quienes hicimos parte del equipo de investigación.
Todo lo anterior demuestra la imperiosa necesidad de la educación para la sexualidad. Al respecto ya se han realizado significativos avances, una prueba de ello es la “Propuesta pedagógica” del “Proyecto piloto de educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía: hacia la formación de una política pública” trabajado conjuntamente por el Ministerio de Educación Nacional y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, que tiene como propósito contribuir al fortalecimiento del sector educativo en el establecimiento y sostenibilidad del Programa de Educación para la Sexualidad, desde un enfoque integral de construcción de ciudadanía y ejercicio de derechos humanos, sexuales y reproductivos.
Para logarlo, en el 2005 se realizaron acciones para la construcción participativa del Proyecto, en la que tuve la oportunidad de poder participar, y en el 2006 se inició el pilotaje de la propuesta en siete entidades territoriales como áreas demostrativas, que permitieron ajustar y validar los diferentes productos.
Pero como todo Ministro que ingresa a un cargo considera que lo que hizo la anterior persona en el cargo no valer la pena, hay que mostrar que está haciendo y por esta causa además de las religiosas, valga decidirlo, el trabajo de Cecilia María Vélez White se fue a la basura al asumir la “educastradora” Juana Inés Díaz (en la foto), la posición de Ministra de Educación.
Basta con recordar la frasecita que, no hace muchos días, ella le dijera a CM& con relación a la propuesta del representantes a la Cámara Simón Gaviria sobre el proyecto de ley que busca hacer obligatoria en todos los centros educativos del territorio nacional la cátedra sobre Educación Sexual: “Muchas niñas quieren quedar embarazadas, entonces… no es que no tengan información, hay muchas niñas que quieren quedar embarazadas porque… puede ser su proyecto de vida”.
Con esa idea sobre lo que debe ser la Educación para la sexualidad en evidente que ella afirme que “eso no es una cuestión que toque con mi cartera”. Bueno, es innegable que ella se ha creído que “cartera” y “bolso de mano” son lo mismo y desde esa concepción administra en el mismo desorden de su bolso, la educación en Colombia.
Por supuesto para ella las más alarmantes cifras como las que muestran que al año 1920 niñas quedan embarazadas en Colombia no le dicen nada porque al igual que a este gobierno, ninguna de las preocupantes cifras de violencia, asesinatos, desplazamiento, secuestros o violencia sexual… como “posición política” no les dicen nada; ya que como parte de su “política ministerial” sobre la vida sexual de los niños, niñas y adolescentes no hay que trabajar en la escuela pues, a su decir, “son ellas los que deciden”.
Educación para la sexualidad
Es un proceso de preparación de las personas, a lo largo de su vida, para el encuentro libre, responsable y pleno con su sexualidad y con la de los/as demás. Dicho proceso conlleva la apropiación de experiencias, emociones y conocimientos que redundan en habilidades, actitudes, valores, prácticas y comportamientos que favorecen el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos, a partir de un desarrollo integral como personas, ciudadanos y sujetos de derechos que viven su sexualidad de una manera plena, enriquecedora, placentera y saludable, desde una perspectiva de derechos, es decir, en equidad, sin discriminación, violencia, estigma, exclusión, separación social o abuso de sí mismo/a o de los/as demás.
La educación para la sexualidad debe apoyar la construcción de subjetividad y posibilitar el re-conocimiento de las propias capacidades, la asunción de los derechos, la preparación emocional para asumir los diferentes procesos particulares, relacionales y sociales, y la obtención de servicios cuando ello sea necesario.
Lea documento citado sobre Proyecto piloto de educación para la sexualidad, en: http://colombia.unfpa.org/documents/Proyectopilotodeeducacionparalasexualidadyconstrucciondeciudadaniahacialaformaciondeunapolit.pdf
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