Pareciera ser que la creación de pensamiento es una cualidad de la masculinidad, que la inteligencia fuera propia de este genero y que la cultura fuera netamente masculina, pero si en el mundo estamos todas, todos y todes, la cultura es universal y la inteligencia no depende del sexo o del genero, entonces debería escribirse en y para las femeninas, las personas en los tránsitos identitarios y no solo para los masculinos.
Recordemos lo que suele pasarnos: cuando leemos un texto en masculino y se es femenin@ nos ocurre un shock mental que nos impide seguir leyendo, pero para quien es masculino o transita a la masculinidad este problema no se les presenta porque el poder de la masculinidad es tal que el mundo se explica generalmente en este genero.
Cuando se escribe usando la @ esto les dificulta la lectura a las personas con una masculinidad muy acentuada y puede sucederles por muchas razones: pudiera ser un(a) cuadriculatura cerebral que le cause una dificultad emocional cuando de usar la lengua se trata, e insisto además en que hablo de usar la lengua en la escritura, o simplemente que la persona es un(a) purista del lenguaje.
Debo decir que la lengua como la identidad sexual de los seres humanos es móvil. Dice mi amiga la Filóloga española Angie Simonis “La lengua está viva y evoluciona según las necesidades del uso de los hablantes, igual de galimatías nos parece ahora el castellano antiguo y tuvo que cambiar para adaptarse a los tiempos. Afortunadamente nuestra sociedad está cambiando para incluir en la lengua a personas que fueron marginadas como las mujeres y las personas transgénero”.
Y digo yo y a la vez reflexiono: si sólo existe lo que la palabra nombra ¿no es una vulneración al derecho a la vida negarle a alguien la posibilidad de existir en el lenguaje? Nuestra lengua castellana tiene algunos artículos en sus formas de singular en masculino, femenino y neutro (el, la, lo). En expresar lo que no necesariamente es neutro precisamente está uno de los problemas gramaticales en la comprensión de los géneros y el uso del lenguaje.
Por ejemplo, cómo se nombra a quien no construye para sí una identidad en masculino o femenino sino lo hace en una posibilidad en la que ha transitado desde los vericuetos de la masculinidad a asumirse en algunas de las posibilidades de la feminidad pero sin asumirse tampoco como femenino. Es evidente que dicha persona no es un el o una ella. Para ser respetuoso de esa identidad pero también en la búsqueda de alternativas comunicativas y de reconocimiento a su existencia yo le he denominado en alguna de mis publicaciones “les chiques”, porque no son los chicos ni las chicas sino algo distinto.
De esta discusión del lenguaje, el género y los derechos sexuales, me preocupa además que sean precisamente algunas mujeres, siendo éstas las mas vulneradas con el lenguaje y su reconocimiento como uno de los muchos géneros, a quienes les moleste que se hable y escriba en masculino y femenino para recalcar la presencia de la mujeres pero también de las personas con identidad que han transitado hacia y se asumen en la feminidad.
Se requiere cortar muchos árboles para obtener el papel en el que se imprimen las revistas, los periódicos, los libros...; así que, además de alcanzar una actualización del lenguaje a las necesidades sociales y culturales es del más mínimo sentido ecologista ahorrar papel y tinta.
Se gasta mucho de ambos cuando en una frase se debe escribir por ejemplo: reconocer al otro como un verdadero otro (que se refiere solo a los seres masculinos), a la otra como una verdadera otra (es decir de igual manera a las seres femeninas) y a les otres como autentiques otres (porque se es un “otre” si se desea diferenciar que no se es un otro ni una otra) si en cambio, desde una convención gramatical, se puede dar reconocimiento a todos, todas y todes al escribir: reconocer al(a) otr@ como un(a) verdadera otr@.
Por supuesto tendríamos la tendencia inicial a leer arroba en donde está el símbolo @, pero la situación es más sencilla de lo que parece, si usted desea leer el testo en femenino pronuncie la @ como una "a" y si prefiere hacerlo en masculino pues léalo como una "o" y si usted esta transitando en el genero y hoy se siente en masculino lealo en este genero y si decide leer en un día en que se siente en masculino pues lea así, ya que usted lee pensando en sus necesidades.
Usar el signo arroba como una letra más del lenguaje permite hacer conciencia de que se habla de todos los géneros, darles existencia y por tanto presencia. Esta es precisamente parte de las búsquedas realizadas para avanzar en el reconocimiento de las diferencias y unicidades; falta de lo cual conduce a violencias como las expresadas por varios de l@s lectoræs que en la estreches de sus ideas y emociones no pueden exigir a sus atrofiados cerebros la posibilidad de usar una “letra” adicional en el alfabeto o de ampliar su capacidad lectora y escritural.
Cabe anotar que cuando la palabra no existe se requiere crear una nueva para decir justo aquello que queremos decir, o es que palabras como Internet, blog, chat, no son precisamente creaciones en el lenguaje que actualmente son de uso cotidiano y sobre las cuales, por no tener un contenido sexual, no nos preocupamos dilucidar.
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