Aunque no nos guste escucharlo, hay que tener en cuenta que detrás de esa vorágine sexual de los fines de semana, que comienza los viernes en la noche y termina algunos domingos en la tarde, pueda que te encuentres con alguien que vive con el VIH, el virus que causa el sida.
Es algo matemático, al compartir la cama con alguien lo haces con su pasado sexual. Pensar lo contrario es otra manifestación de estupidez.
Quienes viven con el sida van a las discotecas, estudian en la universidades, están en la junta directiva de una gran empresa, o tienen un look fashion y unos ojos hermosos; pueden ser también, el más ignorante, el más feo, tener un bello y joven cuerpo o ser alguien, que parece un inexperto que no ha llegado a los 20; podemos pensar que sea alguien que no cumple los mínimos de una higiene sexual pero puede ser también el joven atlético y musculoso que encontramos todos los días en el gimnasio de moda.
Muchos, por una simple razón, ignoran que viven con el virus del sida ¡se ven muy bien!, lindos y sin síntomas. Siendo joven, ¿quién consultaría a un médico o buscaría hacerse un chequeo de su salud?
Todas nuestras seguridades se desvanecen cuando el psicólogo o el medico se sienta frente a ti y te dice: tengo que darte una mala noticia… El VIH dio positivo.
El mundo se abre debajo de tus pies y puedes pasar horas sentado en la silla de un parque, haciendo el recorrido de un transporte publico o caminando por la calle, sin rumbo fijo, sin querer pensar en nada o hablar con alguien.
Un amigo que vive con el sida, trató de que nada afectara su vida, y para él, todo siguió igual; pero para otros, esto es relativo, sobre todo, cuando tienes una pareja que te acompaña en la vida y con la que no sabes, ni siquiera, cómo hablar del tema.
¿Es lógico pensar en estos momentos hacer el amor sin preservativo? ¿No tomar los medicamentos inhibidores que frenan la acción del virus en el organismo?
¿Será que el cansancio que hay dentro de la vida cotidiana, nos ha dejado sin fuerzas, para luchar por nuestras vidas?
Otras personas dicen, con el sida descubrí que la vida vale la le pena vivirse, empecé a disfrutar las pequeñas cosas de la vida a partir de haberme enterado de mi diagnóstico. Pero… ¿Sería necesario tener la espada de Damocles para poder asumir que la vida es linda y vale la pena ser vivida?
Tengo otro amigo que prácticamente no tiene problemas, por lo menos así nos consta a quienes vivimos cerca: auto, casa, gym, fashion, bien dotado, un cuerpazo… sin embargo, hace un tiempo pretende infectarse con una pareja ocasional; para que su vida nos sea distinta a la de su pareja, quien vive con el sida y no quiere infectarlo. Por más que uno desee estrechar los lasos del amor ¿Vale la pena hacer esto?
Algunos más, tienen la secreta convicción de que a ellos nunca les va a pasar nada, en especial porque hasta el momento han hecho lo que han querido y siguen bien. A pesar de la información existente, muchos más, creen que por ser quienes penetran en la relación, no se van a infectar.
Otros, cuando se escapan a su pareja, piden celosamente el uso del condón. Hoy, uno ya no se tiene que afectar porque le pongan los cachos, sino porque se atrevan a hacerlo sin preservativo. Lo primero que se le debe preguntar a la pareja es ¿usante condón? Porque, si no lo usó, no es que no me quiera a mi, es que ni siquiera se ama a sí mismo.
Las cifras del sida en el mundo son impactantes; la cantidad de infectados sube a pasos acelerados en las mujeres e igualmente en los jóvenes. En Bogota, Colombia, 6 de cada 20 homosexuales viven con el virus del sida; en España el 15% de los casos son en homosexuales; pero, no sólo es por no cuidarnos, sino especialmente porque tampoco hay campañas.
Cuando los gobiernos que nos rigen son demagogos, el culo te lo tienes que cuidar solito.
Es ésta o en otras áreas, el condón, el preservativo o como quieras llamarlo, es tu única arma. ¡Ármate y anda prevenido!
Inspirado en las palabras de ALK, fundación Elios salud de Argentina, producido por el blog que ahora lees y escuchas y Decidet de Alicante.
Dejémonos de maricadas, que la vida vale la pena vivirse.
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