Por Manuel velandia Mora
21.01.08, España.
¿A quien le importa si el presidente Chávez es marica? Pues no debería importarle a nadie, ya que si lo es o no, esto no cambia en nada su manera de gobernar o de construir las relaciones con Colombia. Como dijo Álvarez Gardeazabal “no se gobierna con el culo” o es que los heterosexuales gobiernan con el pene, me pregunto yo.
Una forma de excluir socialmente y de ampliar la diferencia con otros seres humanos es la homofobia. Ésta es utilizada como arma en el debate político para demeritar al contrincante, y es lo que ha hecho D´artagnan (Roberto García-Peña) en su articulo “¡Qué machera la de Chávez! publicado en la sección de opinión de la edición del domingo del periódico bogotano El Tiempo.
Preocupante que un chisme, de esos que llaman “de cocina”, se filtre en un periódico; debe ser que su espíritu de cocinero lo ha motivado a hacer del chisme una de sus formas de comunicación. No es mi interés defender a Chávez, su posición frente a la guerrilla o su política exterior; mucho menos me preocupa su vida sexual o su intimidad porque esta no tiene por qué hacerse publica, pues es su derecho fundamental que no se le vulnere. Tampoco pretendo hacer entender que los cocineros son maricas o que ésta es una profesión que no merece nuestro respeto; es más, muchas mujeres la asumen diariamente sin que se les reconozca en una actividad laboral.
Lo verdaderamente alarmante de la situación que se plantea en el trasfondo del articulo es que en un debate que debe ser serio se utilicen argumentos tan de baja calaña y además que la discusión se alimente con argumentos tan elementales y poco ilustrativos, como que se interrogue si ¿Será que la admiración de Piedad Córdoba por Chávez proviene justamente de su ardua y plausible defensa de los derechos de los homosexuales en Colombia, aún no reivindicados?
No me importa si D´artagnan es marica, pero bien sabemos que es admirado por algunos homosexuales, será entonces que la admiración de éstos es complicidad atribuida desde su solidaridad de gremio y no un criterio serio que se basa en su capacidad como comunicador, político o cocinero. Este es un argumento del mismo peso del que utilizó el periodista y es evidente que no apoya en nada la información sobre la sexualidad del mismo, pero si es un ejemplo claro de cómo una frase mal intencionada puede crear dudas sobre un sujeto en particular, dudas que además ni pretendo ni me interesa crear.
Lamento que el discurso político haya llegado a niveles tan bajos como al que D´artagnan quiere hacerlo descender, pero más lamento que la homofobia sea un instrumento para destruir a un contrincante político.
Por supuesto algunos no han leído a D´artagnan, no me sorprende, pero la nota en mención puede encontrarla en http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/dartagnan/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3926476.html
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