sábado, 2 de junio de 2012

Algunos padres son los que enseñan la homofobia


Algunos papás son los que enseñan que la loquita de décimo merece morir

El hecho de que se hable poco de la Violencia en las escuelas no quiere decir que este sea un asunto nuevo. Ahora es más visible no solo porque se ha incrementado el número de casos sino especialmente porque en la medida en que los chicos que tienen tendencias homosexuales, lésbicas, trans, se asumen como sujetos de derechos y sienten que la ley puede protegerlos, se atreven a denunciar el manoteo.

La conciencia de lo que significa el bullying, termino de moda para denunciar los crímenes de odio, es decir las agresiones malignas y exclusiones que sufren los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de sus semejantes en los lugares públicos hace conscientes a las víctimas de que no deben aguantar, sino protestar, buscar apoyo y avisar a las autoridades sobre los ataques de los que son víctimas.

Sí. Estoy diciendo que dentro de las muchas formas de acoso escolar, el acoso originado en la sexualidad es el más frecuente, por supuesto también hay acoso étnico, etareo, religioso, en razón de los padres (separados, madres solteras, divorciados, multiétnicos), de maestros a estudiantes y también viceversa. En otros países como Estados Unidos el tema ha entrado en la agenda pública por la divulgación de suicidios de jóvenes que han decidido acabar con su vida ante el virulento y constante ataque de odio perpetrado por sus compañeros de colegio, como el sonado caso de Tyler Clementi

El acoso no suele ser una manifestación que surge espontáneamente del niño o de la niña, del joven o del adolescente, del mayor o de quien tiene poder. El acoso se aprende en la casa, en la familia porque los valores se aprenden allí, en las primeras etapas de la vida.

Recordemos que aprendemos a relacionarnos a través de los juegos, que la información se refuerza más que con el discurso, con el ejemplo, porque los valores no se enseñan sino que se aprenden (de nada sirve decirles a los hijos que no deben decir mentiras si los papás se hacen negar cuando los llaman por teléfono).

Así que cuando padres, madres y figuras de representación del poder con influencia afectiva y emocional son sexistas y/o LGTBfóbicos, es evidente que se convierten en ejemplo de lo que los hijos, más tarde, expresarán como valores de la cotidianidad. Esto se evidencia en el caso del niño de una iglesia apostólica de Greensbur, Indiana, manipulado por sus padres para cantar orgulloso “Los homos nunca llegarán al cielo”, acto que ha causado indignación en los defensores de derechos humanos de ese país.

Muchas veces las personas se preguntan a qué van las personas pertenecientes a las minorías sexuales a las escuelas. Van allí, porque en la escuela aún es posible educar, no en las mismas condiciones que en la familia y la casa, pero si por lo menos se posibilita ventilar los temores, las prácticas, los miedos, las falsas creencias que en la educastración familiar se han aprendido. Cuando hay acoso y violencia verbal en la escuela, indudablemente se debe hacer la denuncia respectiva ante los propios padres y los educadores, pero en segundo término se debería hablar es con el padre y la madre del vulnerador, porque son muchas veces ellos los que necesitan revisar sus propias actitudes, comportamientos, prácticas, creencias y saberes.

No van los líderes de las minorías sexuales a las escuelas a enseñar a los niños a ser homosexuales o a formar a las chicas como lesbianas, porque la orientación sexual no se aprende, pero la LGTBfobia sí. Ser homo, les, bi, o trasn sexual no es algo que se enseñe (de hecho, la inmensa mayoría de gay venimos de hogares heterosexuales, con papá y mamá o con solo uno de ellos), pero que los papás le digan a sus hijos que “los maricas no llegarán al cielo” y que “los hombres no lloran porque son nenas” sí es una perversión que se aprende en casa. Cuide sus palabras ante sus hijos, son armas que ellos usarán para intimidar a los otros.

Los padres de familia son muy responsables en la enseñanza de valores y de respeto a los derechos humanos. Son ellos quienes deben promover el respeto por la diferencia, dignificar a los que no son o no piensan como uno, y que nadie es mejor que nadie y que todos tenemos derecho a una vida digna. La loquita de décimo o de once no merece morir. Ni la gorda, ni el negro, ni el bajito, ni el alto, ni nadie del curso. NO MÁS VIOLENCIA EN LAS AULAS.

Si por allá llueve odio… en Colombia no escampa la ignorancia

Hay que ser demasiado ignorante para creer que se puede promover la orientación sexual o la identidad de género. Quienes nos hemos formado como educadores y sexólogos sabemos que es imposible intentar “volver a alguien homosexual, lesbiana o heterosexual” y más aún que pueda hacerse con violencia.
Prohibir tampoco es la alternativa, porque NO es verdad que “la letra con sangre entra”, pues esta es la mejor forma de castroeducar e incluso de lograr que alguien con tal de llevar la contraria, hasta se autorice a tener una práctica.

Una práctica ocasional tampoco hace a alguien homo, les, bi, o trasn sexual, pero si puede ser un coadyuvante en la toma de decisiones,  tanto para decidirse a aceptarlo o a no aceptarlo, pero no para serlo, que es algo muy diferente.

Lo sorprendente de algunos concejales barranquilleros del Partido de la “U” y Liberales (si, leyó bien… Liberales; porque en los partidos no solo hay grandes contradicciones ideológicas entre sus militantes y líderes, sino también quienes desconocen los estatutos de su propio partido y partidos que no sancionan a quienes incumplen los estatutos) y de algunos otros políticos en otras ciudades, es que en su fanatismo religioso y su ignorancia no les permite comprender en qué consisten los programas que buscan disminuir la violencia escolar y por ello se aferran a explicaciones mal estructuradas y poco fundamentadas para negar derechos, porque no puede pensarse “cristiano” el ataque de odio hacia procesos que buscan construir una convivencia realmente solidaria y democrática.

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