domingo, 21 de octubre de 2012

Teatro queer: otra forma de estar haciendo-se, al borde

Por Manuel Antonio Velandia Mora

España, octubre de 2012

En Colombia se suele pensar en el Teatro como la obra que los alumnos de colegio intentan poner en escena en las izadas de bandera (con resultados lamentables, por lo general), o reducido sólo a las obras que monta el Teatro Nacional ("¡¡¡para ver actores de TV pero en la vida real!!!") o confundido con las comedias "picantes" que montan estrellas que ya no consiguen papeles en televisión. Sin embargo, el Teatro es todo un arte, que puede servir para adentrarnos en la sicología de las personas y en las interacciones sociales.

Por ello, el Teatro como propuesta artística generalmente ha estado al borde. Bueno, alguna que otra vez un teatro que no es políticamente incorrecto puede movilizar la reflexión de los espectadores, pero generalmente lo políticamente correcto es tan previsivo que no deja mucho a la crítica.

La corrección política o lo políticamente correcto es un término utilizado para describir lenguaje, ideas, políticas o comportamientos que se considera que buscan minimizar las ofensas a grupos étnicos, culturales o religiosos. El término se usa también en un sentido más amplio para describir la afiliación con la ortodoxia política o cultural. En forma similar, el término políticamente incorrecto describe aquello que podría causar ofensa o ser rechazado por la ortodoxia política, cultural e incluso sexual de un determinado grupo o sociedad. Una forma de mostrar y vivenciar esa incorrección es el teatro queer.

En palabras de Celia Álvarez, el término queer (raro/a), según explica el profesor de la Universidad Charles de Gaulle, se aplicó primero en el mundo anglosajón como un insulto contra gay y lesbianas, pero desde finales de los años 80, la teoría del mismo nombre lo resemantiza para, a partir del estigma, afirmar orgullosamente una sexualidad que cuestiona la validez sociopolítica de una norma impuesta, coercitivamente, desde el poder.

La primera vez que me acerqué a una representación teatral queer no me fue fácil comprender esa otra lectura de la realidad que allí presentaban y eso que yo había hecho en la escuela de teatro eso que en mi época juvenil se llamaba “antiteatro”. ¡Eso es historia antigua! dirán algunos con sus lenguas viperinas, pero en mi época de actor ya nos permitíamos transgredir el orden sexual establecido, solo que aquí se va más adelante porque se cuestiona ese mismo orden y para algunas lesbianas y marikas es muy difícil asumir que después de tanto esfuerzo para salir del closet, ser mariquita o arepera no es el fin del camino sino el inicio de una deconstrucción sexual.

Dice el profesor Héctor Herrera de la Universidad Veracruzana que se habla del teatro queer, no por hacer activismo, sino para crear conciencia de lo mucho que la sociedad discrimina, porque la primera discriminación viene en la misma familia. Si nos ponemos a observar a nuestro alrededor, nos encontramos con que basta ver a algún niño un poco distinto, y no necesariamente en la cuestión sexual, puede ser alguien que le guste leer en una casa donde no se lee, o que busque cultivarse en un ambiente donde la educación académica no sea relevante, y las familias inmediatamente los marcan. Es lo mismo, y eso es lo que necesitamos hacer notar, muy aparte de cualquier estereotipo.

"Específicamente, lo que lo Queer pretende es deshacerse de la esencialista idea del "ser" eclipsándola con la más política y constructiva categoría del "hacer". Es una producción a la que es imposible imponerle un valor de cambio que otorgaría la posibilidad de consumirla, catalogarla, re-presentarla", afirma Diego Trerotola.

Las claves de un teatro queer pasan por deconstruir la idea de identidad homosexual y analizarla simplemente como desviación del poder que la sociedad heterosexista ha construido sobre nosotros y plantear una identidad diferencial marika, bollo (arepera, dirían en Colombia) o rarita (mariquita) llena de orgullo y multiplicidades rizomáticas. No existe la dualidad heterosexual/homosexual. Todo son construcciones del poder falocentrista que demoniza al Otro, lo diferente, lo queer (lo RARO). Es el Universo de la diferencia; algo que a todos nos incumbe, considera Miss Shangay Lily, autora de “Mari, ¿me pasas el poppers? (la homosexualidad masculina de la A a la Z)”, publicado con enorme éxito por la editorial Plaza & Janés en 2002.

El teatro queer no es teatro gay
No hay literatura gay. A pesar de que el término teatro gay no existe como género teatral, el concepto se ha utilizado para designar una tendencia de contenidos y temáticas que llevan como público potencial a la comunidad homosexual. Yo diría que no hay teatro gay sino teatro que se hace pensando en un público que se identifica como homosexual; un teatro que piensa en el cuerpo como mercancía y lo desnuda para que el comprador se sienta agradado, es un teatro en el que el guion no importa sino el actor-mercancía-fetiche que muestra su trasero y algunas veces su “miembro”, de tal forma que su corporalidad se vuelve el punto focal dejando en segundo plano el contenido de la obra.

Ahora bien, hay obras que tocan temas relacionados con lo gay, pero que no se centran en ello, sino en las emociones, las vivencias, las explicaciones que se construyen sobre lo gay, lo lésbico, lo trans… Este teatro no se representa pensando en la orientación sexual de los espectadores sino en su gusto por el teatro.

En el teatro queer no solamente los contenidos de las obras teatrales son políticamente incorrectos, en muchos casos también los actores y sus personajes también suelen serlo. Esto es lo que ocurre conQueer Teatro Las Aficionadas, un proyecto que trabaja con mujeres, personas trans y queer de diversas orientaciones sexuales, que se forman en Bogotá, Colombia en un proyecto que cuenta desde el 2005 con el apoyo de Astraea Fundación Lésbica para la Justicia, que financia el funcionamiento general de Mujeres Al Borde.

Asociación, esta última, que busca reivindicar el derecho a no hacer parte de ningún centro, el derecho a vivir en los bordes, en las fronteras donde se dan todos los cruces (sociales, culturales, corporales, sexuales, generacionales, raciales, identitarios) que la cultura nos ha prohibido, el derecho a construir identidades múltiples, móviles, difusas, enredadas, el derecho a renunciar a las formas de vida impuesta.

Último montaje Al Borde
“El misterioso closet de mi abuela” es el nuevo estrenoclown proyectado por Queer Teatro Las Aficionadas.

El closet de una abuela es develado por una niña que logra vislumbrar que bajo las faldas de su parienta hay muchas historias escondidas. Un closet que con el paso del tiempo ya es del tamaño de una ciudad y en el que las vivencias escondidas ocultan remembranzas de tiempos placenteros y negados por la presión de un mundo que no logra aceptar que el cuerpo y el placer no siguen las pautas culturales y religiosas que trazan el “camino correcto” para la existencia.

Teatro queer clown: la trasgresión de la trasgresión
Un Clown es un payaso, un creador, un provocador de risa, sensaciones y emociones. El payaso nos hace reír, sentir y reflexionar con su visión del mundo y sus intentos de posarse por encima de sus fracasos. Nos muestra su vulnerabilidad sin tapujos. Es el niño que todos llevamos dentro, que no tiene tabúes, que disfruta jugando y que quiere ser como los adultos aunque nunca pueda conseguirlo. El clown tradicional trabajaba con arquetipos más universales como el tropezón y el "quiero y no puedo", y el actual incluye, además de estos, arquetipos psicológicos y juega más con las emociones del público, proponiendo también situaciones cotidianas con las que el público se identifica, afirma Alex Navarro.

Lo contradictorio de un Clown-queer es que trasgrede la transgresión que del cotidiano hacen el/la payaso y el actor/ la actriz queer. Por un lado, como queer, hace una relectura de la cotidianidad, proveyéndole el reconocimiento a la diversidad y las formas únicas y diversas de estar haciéndose humano; por el otro, como Clown, juega con la emocionalidad infantil y con esa inocencia clown que tienen los niños pequeños y que los adultos, que se permiten seguir siendo niños, dejan fluir porque rompen con la fuerza imperante del “deber ser”, para estar siendo cada vez más cercanos a lo que realmente han querido ser.

Por supuesto sé que no todo el mundo espera encontrar un payaso marika o una lesbiana payasa, pero solo en la medida que seamos capaces de romper con nuestra propia telaraña seremos libres mental, emocional y corporalmente.

Los que querían saber qué se logra sacar del "Misterioso closet de la abuela", fueron el sábado 20 de octubre al Parque Nacional de Bogotá, a las inmediaciones de un tradicional punto de encuentro ciudadano, la Torre del Reloj, para enterarse. Para informarte sobre más funciones visita la página web de Queer Teatro Las Aficionadas de pronto descubres que tu abuela, tu padre o tu madre también tienen sus propios guardados.

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