Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, octubre de 2012
En Colombia se suele pensar en el Teatro como la obra que
los alumnos de colegio intentan poner en escena en las izadas de bandera (con
resultados lamentables, por lo general), o reducido sólo a las obras que monta
el Teatro Nacional ("¡¡¡para ver actores de TV pero en la vida
real!!!") o confundido con las comedias "picantes" que montan
estrellas que ya no consiguen papeles en televisión. Sin embargo, el Teatro es todo un arte, que puede
servir para adentrarnos en la sicología de las personas y en las interacciones
sociales.
Por
ello, el Teatro como propuesta artística generalmente ha estado al borde.
Bueno, alguna que otra vez un teatro que no es políticamente incorrecto puede
movilizar la reflexión de los espectadores, pero generalmente lo políticamente
correcto es tan previsivo que no deja mucho a la crítica.
La corrección
política o
lo políticamente correcto es un término utilizado para describir lenguaje,
ideas, políticas o comportamientos que se considera que buscan minimizar las
ofensas a grupos étnicos, culturales o religiosos. El término se usa también en
un sentido más amplio para describir la afiliación con la ortodoxia política o
cultural. En forma similar, el término políticamente incorrecto describe
aquello que podría causar ofensa o ser rechazado por la ortodoxia política,
cultural e incluso sexual de un determinado grupo o sociedad. Una forma de mostrar y vivenciar esa incorrección es
el teatro queer.
En palabras de Celia Álvarez, el término queer (raro/a), según explica el profesor de
la Universidad Charles de Gaulle, se aplicó primero en el mundo anglosajón como
un insulto contra gay y lesbianas, pero desde finales de los años 80, la teoría
del mismo nombre lo resemantiza para, a partir del estigma, afirmar
orgullosamente una sexualidad que cuestiona la validez sociopolítica de una
norma impuesta, coercitivamente, desde el poder.
La
primera vez que me acerqué a una representación teatral queer no me fue fácil
comprender esa otra lectura de la realidad que allí presentaban y eso que yo
había hecho en la escuela de teatro eso que en mi época juvenil se llamaba
“antiteatro”. ¡Eso es historia antigua! dirán algunos con sus lenguas
viperinas, pero en mi
época de actor ya nos permitíamos transgredir el orden sexual establecido,
solo que aquí se va más adelante porque se cuestiona ese mismo orden y para
algunas lesbianas y marikas es muy difícil asumir que después de tanto esfuerzo
para salir del closet, ser mariquita o arepera no es el
fin del camino sino el inicio de una deconstrucción sexual.
Dice el profesor Héctor
Herrera de la Universidad Veracruzana que se habla del teatro
queer, no por hacer activismo, sino para crear conciencia de lo mucho que la
sociedad discrimina, porque la primera discriminación viene en la misma
familia. Si nos ponemos a observar a nuestro alrededor, nos
encontramos con que basta ver a algún niño un poco distinto, y no
necesariamente en la cuestión sexual, puede ser alguien que le guste leer en
una casa donde no se lee, o que busque cultivarse en un ambiente donde la
educación académica no sea relevante, y las familias inmediatamente los marcan.
Es lo mismo, y eso es lo que necesitamos hacer notar, muy aparte de cualquier
estereotipo.
"Específicamente,
lo que lo Queer pretende es deshacerse de la esencialista idea del
"ser" eclipsándola con la más política y constructiva categoría del
"hacer". Es una producción a la que es imposible imponerle un valor
de cambio que otorgaría la posibilidad de consumirla, catalogarla,
re-presentarla", afirma Diego Trerotola.
Las claves de
un teatro queer pasan por deconstruir la idea de identidad homosexual y analizarla simplemente como desviación del poder que la
sociedad heterosexista ha construido sobre nosotros y plantear una identidad
diferencial marika, bollo (arepera, dirían en Colombia) o rarita (mariquita) llena
de orgullo y multiplicidades rizomáticas. No existe la dualidad
heterosexual/homosexual. Todo son construcciones del poder falocentrista que
demoniza al Otro, lo diferente, lo queer (lo RARO). Es el Universo de la
diferencia; algo que a todos nos incumbe, considera Miss Shangay Lily, autora
de “Mari, ¿me pasas el poppers? (la homosexualidad masculina de la A a la Z)”,
publicado con enorme éxito por la editorial Plaza & Janés en 2002.
El
teatro queer no es teatro gay
No
hay literatura gay. A pesar de que el término teatro gay no existe como género
teatral, el concepto se ha utilizado para designar una tendencia de contenidos
y temáticas que llevan como público potencial a la comunidad
homosexual. Yo diría que no hay teatro gay sino teatro que se hace
pensando en un público que se identifica como homosexual; un teatro que piensa
en el cuerpo como mercancía y lo desnuda para que el comprador se sienta
agradado, es un teatro en el que el guion no importa sino el
actor-mercancía-fetiche que muestra su trasero y algunas veces su “miembro”,
de tal forma que su corporalidad se vuelve el punto focal dejando en segundo
plano el contenido de la obra.
Ahora
bien, hay obras que tocan temas relacionados con lo gay, pero que no se centran
en ello, sino en las emociones, las vivencias, las explicaciones que se
construyen sobre lo gay, lo lésbico, lo trans… Este teatro no se representa pensando en la
orientación sexual de los espectadores sino en su gusto por el teatro.
En
el teatro queer no solamente los contenidos de las obras teatrales son
políticamente incorrectos, en muchos casos también los actores y sus personajes
también suelen serlo. Esto es lo que ocurre conQueer Teatro Las Aficionadas, un
proyecto que trabaja con mujeres, personas trans y queer de diversas
orientaciones sexuales, que se forman en Bogotá, Colombia en un proyecto que
cuenta desde el 2005 con el apoyo de Astraea Fundación Lésbica para
la Justicia, que
financia el funcionamiento general de Mujeres Al Borde.
Asociación,
esta última, que busca reivindicar el derecho a no hacer parte de ningún
centro, el derecho a vivir en los bordes, en las fronteras donde se dan todos
los cruces (sociales, culturales, corporales, sexuales, generacionales,
raciales, identitarios) que la cultura nos ha prohibido, el derecho a construir
identidades múltiples, móviles, difusas, enredadas, el derecho a renunciar a
las formas de vida impuesta.
Último montaje Al
Borde
“El
misterioso closet de mi abuela” es el nuevo estrenoclown proyectado por Queer Teatro Las
Aficionadas.
El closet de
una abuela es develado por una niña que logra vislumbrar que bajo las faldas de
su parienta hay muchas historias escondidas. Un closet que con el paso del tiempo ya es del tamaño de
una ciudad y en el que las vivencias escondidas ocultan remembranzas de tiempos
placenteros y negados por la presión de un mundo que no logra aceptar que el
cuerpo y el placer no siguen las pautas culturales y religiosas que trazan el
“camino correcto” para la existencia.
Un
Clown es un payaso, un creador, un provocador de risa, sensaciones y emociones.
El payaso nos hace reír, sentir y reflexionar con su visión del mundo y sus
intentos de posarse por encima de sus fracasos. Nos muestra su vulnerabilidad
sin tapujos. Es el niño que todos llevamos dentro, que no tiene tabúes, que
disfruta jugando y que quiere ser como los adultos aunque nunca pueda
conseguirlo. El clown tradicional trabajaba con arquetipos más universales como
el tropezón y el "quiero y no puedo", y el actual incluye, además de
estos, arquetipos psicológicos y juega más con las emociones del público,
proponiendo también situaciones cotidianas con las que el público se
identifica, afirma Alex Navarro.
Lo
contradictorio de un Clown-queer es que trasgrede
la transgresión que del cotidiano hacen el/la payaso y el actor/ la actriz
queer. Por un lado, como queer, hace una relectura de la
cotidianidad, proveyéndole el reconocimiento a la diversidad y las formas
únicas y diversas de estar haciéndose humano; por el otro, como Clown, juega
con la emocionalidad infantil y con esa inocencia clown que tienen los niños
pequeños y que los adultos, que se permiten seguir siendo niños, dejan fluir
porque rompen con la fuerza imperante del “deber ser”, para estar siendo cada vez
más cercanos a lo que realmente han querido ser.
Por
supuesto sé que no todo el mundo espera encontrar un payaso
marika o una lesbiana payasa, pero solo en la medida que seamos
capaces de romper con nuestra propia telaraña seremos libres mental, emocional
y corporalmente.
Los que querían saber qué se logra sacar del "Misterioso closet de la abuela", fueron el sábado 20 de octubre al Parque Nacional de Bogotá, a las inmediaciones de un tradicional punto de encuentro ciudadano, la Torre del Reloj, para enterarse. Para informarte sobre más funciones visita la página web de Queer Teatro Las Aficionadas de pronto descubres que tu abuela, tu padre o tu
madre también tienen sus propios guardados.
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