Por Manuel Antonio
Velandia Mora PhD. Mg. Lc
investigadormanuelvelandia@gmail.com
Hablaré aquí del vibrador y su uso como tratamiento para la
histeria femenina pero no lo haré sobre los orígenes de esta enfermedad que ya estaba diagnosticada a
mediados del siglo XIX, ni tampoco escribiré sobre la histeria masculina, de la
cual ni siquiera se comenta cotidianamente; por supuesto también dedicaré un
espacio a los criterios a tener en cuenta para su compra y a cómo estimular
apropiadamente si no se tiene un vibrador a mano. Sobre el tratamiento conocido
como «masaje pélvico» trata la película ‘Histeria’, de la directora Tanya Wexler, que en estos días se estrena en
Colombia. Para este escrito retomaré algunas ideas, entre otros, del
libro “La tecnología del orgasmo”[1] en el cual se basó dicha
película.
El film
muestra la curiosa invención del vibrador en la Inglaterra victoriana como una
herramienta capaz de remplazar al médico en la estimulación manual de los
genitales de la mujer hasta que esta llegara al orgasmo que, en esos momentos,
se llamaba «paroxismo histérico» y que resultó ser la mejor terapia a lo que
hasta 1952 la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos (APA) consideraba una
enfermedad: el deseo sexual reprimido de las mujeres.
El
tratamiento para la histeria o “sofocación de la madre” en la medicina occidental en
la antigüedad, la Edad Media, el Renacimiento, la Reforma y hasta la edad
moderna fue el masaje manual de la vulva. Ya en los libros de medicina de 1653
Forestus hacía la descripción de la técnica manual básica, que parece haber
variado muy poco a lo largo del tiempo excepto en los tipos de aceites
lubricantes que se usan.
Médicos e iglesia pusieron reparos
al tratamiento
Forestus
y su contemporáneo Abraham Zacuio (1575- 1642), expresaron sus reservas
respecto del decoro de masajear los genitales femeninos y proponían delegar esa
tarea a una partera y las dificultades principales para los médicos con experiencia
ya que éstos habían desarrollado las habilidades requeridas para definir bien
la intensidad de masaje según cada paciente y el vigor necesario para mantener
el tratamiento el tiempo suficiente para producir resultados -sobre esto hay un
buen chiste en la película-.
San
Jerónimo (340?-420), por ejemplo, advertía a las mujeres, sobre todo a las
jóvenes, que evitaran bañarse, ya que esto "incitaba pasiones que sería mejor no tocar”, se
refería a la masturbación femenina, ya que otra forma habitual de tratar la
“sofocación” era el lavado vaginal.
El tratamiento
El uso
de la hidroterapia en la histeria tiene una larga historia asociada con la
sensualidad y la sexualidad. Se recurrió a baños construidos sobre aguas
termales, pero tuvieron más éxito los tratamientos con agua en
movimiento, preferiblemente bajo cierto tipo de presión o fuerza gravitacional.
Hacia fines del siglo XVIII se habían desarrollado artefactos hidroterapéuticos
especializados en trastornos femeninos que se utilizaban en algunos balnearios
británicos y europeos. Tobias Smollon escribió en 1752 sobre la gran cantidad
de dispositivos hidráulicos que estaban especialmente diseñados para mujeres,
hasta el punto que muchos balnearios tenían “departamentos femeninos"
especiales y, de los cuales, por lo menos en Estados Unidos, las mujeres solían
ser las propietarias, copropietarias o doctoras residentes.
El
primer vibrador de baterías fue inventado en 1883 por Joseph Mortimer
Granville, un médico británico; la compañía estadounidense Hamilton Beach lanzó
en 1902 el primer vibrador eléctrico para venta comercial, convirtiendo al
vibrador en el sexto aparato doméstico en ser electrificado. De hecho llegó al
mercado mucho antes que la aspiradora (1911) y la plancha eléctrica (1912) pero
ya a fines de esta misma década más de una docena de fabricantes estaban
produciendo vibradores con baterías o electricidad.
El
vibrador electromecánico fue la última de una larga serie de soluciones a un
problema que había plagado a los practicantes médicos desde la antigüedad ya
que esta era una de las enfermedades diagnosticadas con mayor frecuencia a lo
largo de la historia de la salud en las mujeres.
El
vibrador dio respuesta a uno de los desafíos más persistentes a la falta de
habilidad y paciencia de los médicos como terapeutas físicos en el tratamiento
de las pacientes crónicas que solían recibir una considerable serie de terapias
durante mucho tiempo.
De la terapia al placer
El vibrador tuvo tanto éxito que pronto salió del consultorio a la alcoba. Ya en 1906 había en revistas anuncios de vibradores como se informa en el prólogo de La Tecnología del orgasmo, donde también se cuenta que en 1900 se exhibieron modelos diferentes en la Exposición de París. El invento tuvo tal éxito que se llegó a convertir en el quinto aparato eléctrico más usado en las casas, incluso más que la aspiradora o la plancha. En 1917 había más vibradores eléctricos que tostadoras en los hogares americanos.
El
hecho de que la APA retirara oficialmente en 1952 la histeria de su lista de
enfermedades consolidó el uso del vibrador como objeto de placer. El vibrador
al ser asociado con películas pornográficas se volvió un objeto “pecaminoso”,
pernicioso y mal visto por cortesía de la iglesia católica provocando un cambio
de concepción de este maravilloso invento.
Inicialmente
los vibradores eran bastante fálicos en su diseño, pero en la medida en que se
reconoció la importancia del clítoris en el placer femenino, los vibradores se
fueron transformando en juguetes eróticos, algunos con doble uso, conservando
así el sentido tradicional que da gran valor a la penetración y recuperando al
mismo tiempo el sentido erótico-placentero que realmente es al que más énfasis
se le da actualmente en los nuevos diseños.
La
sexóloga americana Betty Dodson empezó a utilizar vibradores en sus talleres de
salud sexual femenina a mediados de la década de 1970. No se puede negar que
una campaña de prevención de Sida, lanzada en la administración Reagan (1986)
por el Cirujano General de los Estados Unidos C. Everett Koop en la que se
incluyó el vibrador dentro de la lista de opciones ‘seguras’ para practicar
sexo, recobró su “uso terapéutico”. El vibrador ya no es un objeto del que se
habla en voz baja, series de televisión como "Sexo en Nueva York" pusieron
el tema en boca y vagina de muchísimas mujeres en todo el mundo.
Algunas
páginas Web reportan que en la fiesta de San Valentín este año se ha
consolidado en el comercio el regalo de artículos eróticos y en particular de
vibradores, ya que “Cada vez más parejas se
deciden por un regalo erótico. Son regalos divertidos, hay una gran variedad de
opciones y lo más importante, son un guiño a la complicidad con la pareja”,
porque los hombres, en su temor a ser desplazados como proveedores de placer
han tenido que asumir que el placer femenino es cada vez menos falocéntrico y
cada vez más clitoriano y han preferido volverse cómplices.
Es
evidente que el toque humano bien administrado es mucho mejor que cualquier
adminículo, por ello yo le recomiendo a mis estudiantes en el curso de salud
sexual y salud reproductiva en la licenciatura en enfermería que aprendan a
estimular/se el clítoris. Una buena técnica para entrenarse es el uso del
touch-pad del portátil, el proceso consiste en aprender a dibujar pequeñísimos
espirales con la yema de los dedos y luego utilizar dicha tecnología
acariciando clítoris y pezones. Una técnica similar puede utilizarse
aprendiendo a dibujar con la lengua, eso sí teniendo en cuenta proteger el
portátil con un plástico autoadhesivo para no babearlo… bueno también es
importante evitar la producción de saliva en exceso durante la estimulación
porque según ellas “no hay nada más
desagradable que quedar con las tetas o su zona genital llena de babas”.
No se
puede negar que como dicen algunas amigas, en ocasiones sobra el hombre que
cuelga detrás del pene; dicen otras, que no siempre se puede llevar encima a un
hombre pero si un vibrador que logre estimular en parte una aburrida tarde o mañana
en el lugar de trabajo.
Sé por
fuentes directas que algunas son tan creativas que hasta le han dado buen uso a
la opción vibración de tu teléfono móvil, de todas formas la Web está plagada
de millones de lugares que envían los juguetes eróticos a casa empacados en
envoltorios muy discretos, ya que aún algunas temen la lengua de la vecina
envidiosa y poco creativa que no ha logrado descubrir como calmar su propia
“sofocación”.
Como
todo tratamiento bien administrado el uso del dildo (en forma de pene) vibrador
o de cualquier otro juguete erótico mejora el estado de ánimo, incrementa el
brillo de los ojos y deja en la cara una sonrisa amable que tus compañeros/as
de trabajo agradecerán y tus hijos/as y pareja valorarán positivamente.
Una
idea que produce
satisfacción mutua es convidar a la
pareja para jugar en compañía. Así las propias manos pueden dedicarse a otros
menesteres, pero si a tu pareja no le gusta que uses juguetes que emulan
anatómicamente a un pene, es necesario que pruebes con los que tienen formas de
animalitos, espaciales, etc. Ahora bien si tu pareja es de las personas que se
incomodan al hablar sobre temas sexuales delante de ella háslo con mucho tacto,
me refiero a dialogar pero también a estimular-te.
Criterios de compra
Tres son
los criterios para comprar cualquier producto: diseño, calidad y precio, yo
recomendaría optar por la dupla calidad-diseño o diseño-calidad, nunca por el
precio; ya que sí te vas a decidir por un juguete es mejor que sea bueno, tu
cuerpo se merece lo mejor.
La
estética en importante, el juguete es mucho mejor si es visualmente atractivo.
En el mercado hay miles de formas, tamaños, colores, texturas y hasta
lubricantes con diferentes sabores y temperaturas para acompañarlos.
El tipo
de material es importante, en esta Guía sobre vibradores encontrarás
información apropiada, pero recuerda que los juguetes chinos son de bajo
precio pero tienen poca calidad y son también un riesgo para la
salud, por lo que suelen jugar malas pasadas.
El
tamaño siempre importa y aquí más, si es un juguete fálico es mejor aprender a
jugar con uno normalito, luego pueden crecer las expectativas; piensa que la
creatividad te puede llevar a usarlo en otras partes del cuerpo para las que no
has desarrollado toda la destreza necesaria.
No hay
que ser mecánico industrial para saber que la fuerza y el poder del aparatico
es importante; los hay eléctricos y con baterías. Yo te recomiendo los que usan
pilas “AA”, que se consiguen en cualquier lado, no los que las llevan de tipo
reloj (moneda); no olvides tener las de reemplazo a mano, la ventaja es que si
se va la energía eléctrica se puede seguir jugando. Evita los aparatos
ruidosos, no hay nada más molesto que llevar a la cama un aparato que suena más
fuerte que la licuadora o que recuerda la visita al odontólogo
.
No me
preocuparía mucho por su durabilidad, si has escogido calidad y no precio el
juguete tendrá muy seguramente una mucha mayor; de todas formas sé por mis
amigas que prefieren cambiar de juguete de vez en cuando porque “todo termina
aburriendo” y en especial porque su uso hace parte de sus procesos lúdicos.
El corto de la película
recomendada
Imágenes tomadas de:
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