Ser viejo incomoda: Personas LGBTI de la tercera edad
Por Manuel Antonio Velandia MoraEspaña, abril de 2012
Un
reconocido diseñador de modas hace algún tiempo declaró que consideraba el
culto a la juventud como “el nuevo
racismo”. En las sociedades actuales (Colombia no es la excepción), donde
cada día nacen menos personas, ser joven se está constituyendo en un
privilegio, cumplir años en un pecado y ser mayor se está volviendo un lastre.
Y este panorama tiene sus complicaciones particulares para las personas de la
comunidad LGBTI; desde hace unos años asistimos a un incremento del mismo
fenómeno bajo formas ampliamente renovadas lo que genera una serie de
complicaciones que es necesario prever y resolver.
Complicaciones
que algunas organizaciones LGTBI en diferentes países del mundo han tenido en
cuenta al formular que dentro de la aceptación de la diversidad, el respeto a
ser diferentes y luchar contra todo tipo de discriminación, la edad no puede
ser una circunstancia que implique distinción, exclusión, restricción o
menoscabo.
Lo
de la edad, parece ser un estigma adicional que llega con el paso del tiempo y
que nos convierte a quienes ya hemos vivido algunos años más en sujetos
indeseables, de esos que muchos no desean tener a su lado a no ser para que les
paguen las cuentas y les “ayuden” con las relaciones públicas.
Si
es difícil para algunos ser un viejo marica, mucho más difícil es para otras
ser una lesbiana vieja, una trans entrada en años o un(a) bisexual añosa.
Pareciera que la discriminación por edad es un crimen de odio de esos al que
todos le rehúyen pero del que tod*s seremos víctimas. Además en Latinoamérica,
si tienes 40 años ya eres considerado “veterano”, mientras que en otros países
a esa edad eres considerado joven, en Europa las asociaciones juveniles son
para personas de hasta 35 años.
Hace
algunos años me empecé a interesar por conocer las vidas de homosexuales
mayores, lo hice especialmente porque a muchos
a los que yo conocía, es decir los de generaciones anteriores, eran “viejitos”
que se llevaban sus “grandes secretos a
la tumba", algunos eran personas que por lo general se casaban y
tenían hijos que en muchas ocasiones se encargaban de ellos, pero otros pocos
fueron gay abiertos que no tuvieron hijos y que cuando estaban enfermos su
cuidado se volvía una "papa caliente" para los familiares y un
“problema” para los amigos.
Indagando sobre sus “secretos” fue como pude enterarme de la
historia gay en Bogotá, sobre cómo eran sus encuentros clandestinos, el ligue y
de la existencia de los “Felipitos” (sobrenombre que recibían los hombres gay
debido a que Felipe, hijo de un presidente de la república de mediados del
siglo XX, era un reconocido “maricón”). Información que utilicé entre otros
para el texto “Antes, también hubo antes” publicado como parte de “Historia del Movimiento L&G colombiano desde sus orígenes
hasta la culminación del siglo XX”.
Las personas mayores no solo son fuente histórica de información.
Desde otra óptica, se comenta en “Aprender de ser gay en la tercera edad” que
para las personas que se enfrentan a la tercera edad, resulta difícil adecuarse
a nuevas circunstancias, demandando nuevas atenciones y servicios que no
siempre se satisfacen adecuadamente. Se están dando cuenta de que dentro del
mundo gay, la nueva identidad (comercial) los deja fuera. El mercado gay y los medios de comunicación, junto
con la complicidad de la sociedad los excluyen.
Me
resulta grato pensar que no siempre es así y tampoco lo es para tod*s y en
todas partes. Por ejemplo, SAGE
(servicios de abogacía y apoyo a ancianos GLBT) es la organización más grande y
antigua de los Estados Unidos dedicada a mejorar las vidas de lesbianas, gay,
bisexuales y transexuales adultos mayores. Fundada hace treinta y cuatro años (1978),
con sede en Nueva York, ofrece servicios de apoyo y recursos a l*s adult*s
mayores LGBT y sus familiares; tienen una participación activa como defensores
de promueven cambios en las políticas públicas hacia estas personas y, además,
ofrecen capacitación a las entidades que proveen servicios relacionados con el
envejecimiento y a otras organizaciones LGBT a través de su Centro Nacional de
Recursos sobre Envejecimiento LGBT.
Cabe
reflexionar si estas necesidades y alternativas de solución son solamente de
los países del "primer mundo" o si la realidad latinoamericana está
cambiando, hasta el punto de que en los planteamientos de acción política de
las asociaciones LGTBI esto, como mínimo, ya se discute o si por el contrario van
a esperar a que este empiece a ser un tema álgido, en especial porque está
unido a otras necesidades ya problemáticas como lo es, por ejemplo, la “bomba
pensional”.
La
tercera edad LGTBI tiene que contemplarse como un segmento poblacional que hace
parte de la acción que desarrollará en Bogotá el Alcalde Petro, quien modificó la
estructura organizacional de la
Secretaría de Integración Social para la creación de la Subdirección para
Asuntos LGBTI, y contemplarse en las acciones y objetivos de quienes discuten
políticas públicas en otras ciudades colombianas.
Las
problemáticas de salud, cuidado y atención de la tercera edad parece no ser una
preocupación de l*s jóvenes líderes del movimiento LGBTI. Sin embargo, cada día
son más l*s que hacen su coming out (o que nunca entraron en el
clóset), y por tanto, a la vuelta de un par de décadas van a ser una población
numerosa, con muchas necesidades ante las cuales tod*s deberíamos ser sensibles.
Publicado en: http://decualescolumnas.blogspot.com.es/2012/04/ser-viejo-incomoda-personas-lgbti-de-la.html
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