Exclusive for GayHills.Com
Noviembre de 2012
Es poco o
nada frecuente que alguien, al hablarnos de su pareja, nos cuente que su pareja
es el tipo más feo que pudo conseguir. Generalmente pareciera que todos rodamos
con suerte y logramos construir un romance de cuento de hadas con el más connotado
de los príncipes azules...
Dentro de
la galería personal de conquistas que muchos hombres homosexuales relatan, los
feos han hecho siempre un aporte tímido aunque significativo. Nunca he oído
decir a algún homosexual frases victoriosas relacionadas con un feo. ¡Me
conseguí un tipo feo! no es precisamente la proclamación de éxito que muchos de
ellos expresarían. En general pareciera que siempre que alguien conquista o es
conquistado es a alguien o por alguien necesariamente divino. La pregunta que
desprevenidamente se haría cualquier observador es ¿No hay homosexuales feos?
Por supuesto que sí; no todos los gay son atractivos, bien formados, bien
dotados, con dinero y de buena familia, altos, rubios, ojos claros y de cuerpos
atléticos.
Creo que
ser feo en un país latinoamericano significa tener rasgos indígenas, ser
moreno, bajito, de clase media, no poseer un “buen culo” o tener un pene
pequeño. Algunas situaciones parecen mejorar la belleza de los homosexuales: estudiar
en una universidad que se considera de clase alta, asistir a determinados
gimnasios, frecuentar algunos bares, vestir determinadas marcas, ser artista,
político o incluso estar relacionados con personajes públicos, en especial si
son de la farándula; en este último caso la belleza está en las vinculaciones
que la persona puede ofrecer.
Para
excusar lo que se considera poca belleza en algunas personas se utilizan
ciertos eufemismos como decir que la pareja es inteligente, tiene un buen cuerpo,
es de buenos sentimientos, hace el amor muy bien, se viste de manera agraciada,
tiene cierta creatividad, o sencillamente posee un “no sé qué”.
En el
arribismo y la falta de auto-reconocimiento, pensamos que somos menos que los
demás.
Aun cuando
parezca contradictorio, la permanente competencia, centrar el interés en la
belleza o en la genitalidad restando fuerza a los afectos, parecen ser razones
por las que ciertas personas no cuentan con las condiciones para ser bien
aceptadas socialmente.
Para
aquellos quienes estos factores no determinan sus relaciones la vida parece
transcurrir de una menara más sencilla y feliz. Para muchos extranjeros que viajan
a Sudamérica o la presencia de sudamericanos en Europa es la idiosincrasia
latina precisamente la condición que los hace atractivos, para europeos y
norteamericanos belleza indígena es muy exuberante. A ello se suma la creencia
de que los latinos tienen una gran capacidad de ternura, entrega, respeto y
solidaridad, que en contradicción es lo que yo pienso de los europeos.
Esto me
lleva a afirmar que aquellos que en los mercados locales de los afectos y el
sexo parecen tener poco éxito, no siempre corren la misma suerte en el mercado
internacional, probablemente porque los gay en sus propios ámbitos espaciales están
cansados de su propia idiosincrasia y fisonomías. También pudiera ser, pero
creo que esto es menos frecuente, que
aprendieron primero que nosotros que la belleza es efímera.
Muchos se
preguntan si es que nunca van a encontrar al hombre ideal, bello como actor de Hollywood. Lo que deberían cuestionarse es si
quieren tener un adorno más que le combine con los zapatos y la correa, o si lo
que realmente necesitan es disfrutar plenamente de la vida con otro ser tan humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario