Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, octubre 25 de 2013
Más
papista que el Papa #MonseñorInquisidor extiende las redes persecutorias
“La política hoy ha logrado imponer el dogma de que
cualquier gusto o inclinación personal en materia sexual y por lo tanto en
materia de familia es incuestionable moralmente y que siempre que sea libre y
consentida debe ser celebrada por parte de la sociedad y del Estado en nombre
de la adversidad, la realidad social reflejada en más de 30 años de
investigación científica muestra que la naturaleza y la estructura de cada
familia afecta su dinámica interna”, ha dicho el Procurador Ordoñez durante el
Congreso de las Cajas de Compensación, en Pereira (Risaralda).
En esta inocente frase, digo inocente por no decir
ignorante, hay varias contradicciones que bien merecen destacarse:
La ciencia, de la que hace citación inapropiadamente
Monseñor, ha dicho reiteradamente que la orientación sexual no es un gusto ni
una inclinación. La edición vigente del Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales es la quinta, DSM-5, de la American Psychiatric Association
(APA), publicada el 18 de mayo de 2013, no habla de la homosexualidad porque
esta fue eliminada como enfermedad en 1973 del DSM-IV.
La homosexualidad nunca fue para la ciencia un “gusto” y
en cuanto a denominarla “inclinación” valdría decir que no es el termino más
correcto, porque eso implicaría reconocer que la heterosexualidad es el camino
“derecho”, no inclinado. Tampoco es inclinación si partimos de que para algunos
teóricos hay evidencias de que factores biológicos pueden jugar un papel
decisivo en su definición.
En materia de familia ninguna es incuestionable moralmente
por sí misma, tal y como lo afirma el procurador. No es inmoral establecer un
vínculo para paternar o maternar. La familia, ya sea homoparental, es decir
aquella donde una pareja de hombres o de mujeres se convierten en progenitores
de uno o más niños o niñas, o sea familia heterosexual, aquella donde la pareja
la conforman un hombre y una mujer, se constituye desde el amor y este no es
inmoral, lo inmoral el vulnerar sus derechos.
Por supuesto que todo es cuestionable moralmente, incluso
la familia, como lo hace Ordoñez, porque la moralidad corresponde a la esfera
de la subjetividad y de esta él ha hecho gala permanentemente, tal y como se
puede desprender desde su trabajo de tesis para obtener el título de abogado en
la Universidad Santo Tomás de Bucaramanga, denominado “Presupuestos
fundamentales del Estado católico”.
Ahora bien él afirma que familia debe ser celebrada por
parte de la sociedad y del Estado y ser incuestionable moralmente siempre que
sea libre y consentida. En esto estoy plenamente de acuerdo, lástima que él
incluso llegue a perseguir, hasta el punto de comportarse como inquisidor, no
solo de las parejas del mismo sexo sino de los jueces que se han autorizado a
interpretar el fallo de la Corte Constitucional de una forma diferente a lo que
él, en su sapiencia, asume como el “deber ser” o al exigir a los procuradores
regionales que le informen qué han hecho sobre este tema para ver cómo vigila o
mejor como sanciona a quien no está en acuerdo con él.
Tiene razón cuando dice que la realidad social reflejada
en más de 30 años de investigación científica muestra que la naturaleza y la
estructura de cada familia afecta su dinámica interna, si no fuera por ello no
habría tanto vulnerador sexual heterosexual pues es en la familia heterosexual,
que es la mayoría, en donde la mayoría de hombres y mujeres han sido vulnerados
sexualmente, de donde han salido los habitantes de la calle, los delincuentes
de todas las calañas, los paramilitares o los políticos corruptos, pero también
han emergido los mejores seres humanos.
Lo que olvida
#MonseñorInquisidor es que los estudios demuestran que en las familias
homoparentales se aprende el respeto, la tolerancia y la solidaridad, porque es
verdad que la estructura de cada familia afecta la dinámica interna de cada ser
humano, y para las parejas de lesbianas y las parejas de homosexuales los hijos
no son un error, el resultado de un condón roto, de una borrachera, de una
vulneración sexual o de una vida sexual mal planificada y estructurada, sino
precisamente es el amor los que les lleva a querer paternar o maternar.
De todas formas es evidente que no todo el mundo le teme
al #monseñorInquisidor, pues la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá
tumbó la decisión de un juzgado de esta ciudad de anular un matrimonio entre
dos hombres. No fue necesario llegar a la Corte Constitucional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario