Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, Julio de 2012
Muchos se rasgarán las vestiduras
y muchos más estarán de acuerdo conmigo, pero esta frase coloquial está de moda
en Colombia. Él es un personaje de un popular reality cuya producción es bien
elemental y de bajo costo pero que ha sabido aprovecharse de la homofobia y el
racismo para hacer millones.
No se sabe si el personaje en
cuestión es gay, no necesariamente todos los amanerados en exceso son marikas
ni todos los machos remachos son heterosexuales. No me importa si Oscar es
homosexual, si algún expresidente lo es o si su mujer es lesbiana, creo que
cada cual puede hacer de su trasero o su vagina un candelero si le provoca.
Lo que sí me parece tenaz es que
en el país sea más preocupante que alguien “mechonee” a Oscar, que el tema de
la semana sea la violencia física y verbal entre los protagonistas de un
programa de TV, y que en cambio nadie debata sobre la vulneración de los
derechos de los indígenas por parte de los agentes del Estado, de los
guerrilleros, de los paramilitares, de las empresas privadas extranjeras y
nacionales o que los feminicidios que se están destapando todos los días no
merezcan más que una tibia reacción en la opinión pública.
Inclusive ha tenido más
controversia algo tan trivial como por ejemplo que al himno de Colombia se le
haya escogido como uno de los más feos del mundo (con toda la razón además,
porque es muy preocupante que todavía se le cante a vírgenes que se arrancan
los cabellos y que se sigan enalteciendo los ríos de sangre).
También es inquietante que Oscar
se haya convertido en el chivo expiatorio del odio hacia lo gay; parece que
expulsarlo del programa "por loca" es más importante que hacerlo
porque sea mal actor o mal compañero.
Es increíble que algunos/as LGTB
incluso hayan seguido el juego a la empresa privada y hayan decidido participar
en las votaciones vía celular o internet, apoyando así a una situación que no
busca ir a la raíz de la homofobia sino ganarle a la competencia, una serie
mejor producida y que ayuda a comprender la realidad del “ex país del sagrado
corazón”.
Creo que no solo Óscar está de
terapia, sino que es el país el que ha entrado en una era de despiste del que
me temo no podamos regresar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario