Por Manuel Velandia Mora
24.11.08. España
“Mi marido no me quiere, ya ni siquiera me pega. Desde que tengo el sida ya no le importo para nada… antes por lo menos peleaba conmigo, me maltrataba, pero ahora es como si yo no existiera, como si fuera invisible. Él viene, come, se cambia y vuelve a salir”.
Esta frase que me dijo una mujer mujer santandereana de 27 años, en la investigación colombiana sobre el sida denominada “María Esperanza: una historia de amor”, me recuerda que la violencia contra las mujeres es un hecho cotidiano para muchas de ellas, tan presente en sus vidas que cuando no la tienen, les hace falta.
Cuando pensamos en mujeres y derechos, generalmente lo hacemos teniendo en mente a mujeres visibles como ciertas liderezas políticas, feministas reconocidas, imágenes públicas, pero olvidamos que en nuestros espacios más cotidianos hay mujeres comunes y corrientes, mujeres casi invisibles que no salen en los medios sino cuando ya es demasiado tarde porque ya se han perpetuado hacia ellas las formas mas violentas de agresión como los son las mujeres asesinadas por sus parejas sexuales, las mujeres desplazadas por la guerra, las mujeres victimas del conflicto armado, las mujeres campesinas cuyas voces se ignoran, cuyos gritos no escuchamos, u otras mujeres citadinas, cuyas “rebeldías” nos parecen poco importantes y cuyas efímeras vidas ni siquiera cuentan plenamente para sus hijos.
Por supuesto, no podemos negar que ciertas acciones afirmativas por los derechos de las mujeres, por erradicar toda forma de violencia contra ellas, son bien importantes; pero me pregunto si todas esas actividades, marchas, conciertos que se organizan en su nombre son tan sólo un paño de agua tibia y un alarde informático de ese feminismo institucional desde el que los gobiernos y gobernantes se comprometen a actuar sobre las denuncias de las distintas violencias que se ejercen hacia las mujeres: estrategias comunicativas que se quedan en maravillosos anuncios mediáticos, pero que no logran transformar la cotidiana violencia del que son victimas muchas de nuestras mujeres.
Mi invitación es para que nos tomemos unos segundos para recordar a por lo menos una de esas mujeres que conocemos, que han sido violadas, maltratadas, asesinadas, golpeadas, humilladas por hombres comunes y corrientes, quienes desde su falocratita existencia machista asumen que las mujeres son seres inferiores y entienden que la violencia es el único medio de evidenciar un poder desde el que y con el que se vivencia una relación heterosexual, machista, falocrática y misógina como algo natural.
Cuando digo recordar, lo que pretendo es que no haya posibilidad de que se borre de nuestra memoria que la violencia no siempre es ejercida por aquellos a quienes consideramos violentos, sino que generalmente lo es por hombres comunes y corrientes, quienes desde su propia ignorancia y temores ven en las diferentes formas de violencia doméstica una manera de apaciguar su propia ignorancia y de vengar su propia debilidad.
No nos permitamos asumir y aceptar que existe cierto tipo de agresiones “naturales”, porque el hecho de que son aceptadas social y culturalmente como una manera de relacionarse entre hombres y mujeres.
Erradiquemos de nuestro actuar cotidiano ciertas actitudes y frases a las que recurrimos frecuentemente y con las que ridiculizamos y desvalorizamos a las mujeres; permitámonos repensar y cambiar ciertas manifestaciones de celos, y comprendamos que el maltrato emocional y físico, los insultos, gritos, amenazas y discusiones, la desconfianza, la descalificación, la ridiculización en privado y en público son otras formas de fomentar y aceptar que la violencia de genero es un hecho natural.
Lo único realmente natural es que somos diferentes, pero entre los hombres y entre las mujeres, unos/as a otras/os igualmente somos diferentes porque somos únicos, irrepetibles, tenemos una historia y un desarrollo igualmente particulares. En nuestra unicidad está nuestra grandeza y en el reconocimiento de dicha posibilidad en el otro y en la otro, el germen de una convivencia realmente solidaria y democrática.
!Que las mujeres sean visisbles todos los dias¡
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