Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, 30/07/2010
Estoy terminando una entrevista virtual en profundidad con una mujer infectada y reinfectada con sífilis por su marido en Colombia quien dio a luz un niño que a las pocas horas de nacido murió y fue diagnosticado como un caso de sífilis congénita. Lo por ella expresado me lleva a escribir sobre el gran temor que aun se tiene a mostrar la cara, a hablar de una enfermedad que más que oculta parece relacionarse en el imaginario popular con situaciones denigrantes que conducen al estigma, la separación social, la exclusión familiar… las mujeres latinoamericanas continúan siendo víctimas del machismo, del sexismo y de la falta de atención oportuna por parte del equipo de salud.
De nada sirven las alertas (que muchas veces solo hacen ruido y logran muy pocas nueces) si no se transforma en conocimiento apropiado la desinformación. Una mujer joven y ama de casa sigue pareciendo alguien que no cumple el perfil sociocultural que identifica la sífilis con las mujeres trabajadoras sexuales, pero aun en estos casos las trabajadoras sexuales (mujeres biológicas o reasignadas) son víctimas de la falta de campañas de prevención, no porque sólo se hable de la prevención del sida, sino porque en Colombia y otros países de América Latina ni siquiera hay interés en prevenir la infección por HIV, aun se sigue creyendo que la salud comunitaria es gasto y no inversión.
Como ya lo afirmaran, en el 2004, Julia Valderrama, Fernando Zacarías y Rafael Mazin -importantes investigadores sobre el tema de la salud pública y miembros de la Unidad de VIH/SIDA de la Organización Panamericana de la Salud OPS-, es bien reconocida la importancia del control de las infecciones de Transmisión Sexual (ITS) para reducir la frecuencia de la transmisión del VIH. Paradójicamente, el interés por las ITS no ha crecido en la proporción que supondría el reconocimiento de esa relación. Más aún, según dichos investigadores las respuestas institucionales ante las ITS han menguado frente a la gravedad de la epidemia de infección por VIH y sida, la cual está poniendo a prueba la capacidad de coordinación de los gobiernos, de los programas de salud y de las diversas organizaciones e instituciones nacionales e internacionales en todos los niveles.
Estando bien clara la importancia de la prevención, seis años después de este llamado de atención por parte de la OPS, bien vale la pena preguntarles a nuestros ministros de salud ¿Cuándo se dejará de pensar que es mejor dejar el trabajo a otros cuando los resultados no son inmediatos y fáciles de manipular para que el político de turno pueda hacerse “periodivismo”?
De nada sirven las alertas (que muchas veces solo hacen ruido y logran muy pocas nueces) si no se transforma en conocimiento apropiado la desinformación. Una mujer joven y ama de casa sigue pareciendo alguien que no cumple el perfil sociocultural que identifica la sífilis con las mujeres trabajadoras sexuales, pero aun en estos casos las trabajadoras sexuales (mujeres biológicas o reasignadas) son víctimas de la falta de campañas de prevención, no porque sólo se hable de la prevención del sida, sino porque en Colombia y otros países de América Latina ni siquiera hay interés en prevenir la infección por HIV, aun se sigue creyendo que la salud comunitaria es gasto y no inversión.
Como ya lo afirmaran, en el 2004, Julia Valderrama, Fernando Zacarías y Rafael Mazin -importantes investigadores sobre el tema de la salud pública y miembros de la Unidad de VIH/SIDA de la Organización Panamericana de la Salud OPS-, es bien reconocida la importancia del control de las infecciones de Transmisión Sexual (ITS) para reducir la frecuencia de la transmisión del VIH. Paradójicamente, el interés por las ITS no ha crecido en la proporción que supondría el reconocimiento de esa relación. Más aún, según dichos investigadores las respuestas institucionales ante las ITS han menguado frente a la gravedad de la epidemia de infección por VIH y sida, la cual está poniendo a prueba la capacidad de coordinación de los gobiernos, de los programas de salud y de las diversas organizaciones e instituciones nacionales e internacionales en todos los niveles.
Estando bien clara la importancia de la prevención, seis años después de este llamado de atención por parte de la OPS, bien vale la pena preguntarles a nuestros ministros de salud ¿Cuándo se dejará de pensar que es mejor dejar el trabajo a otros cuando los resultados no son inmediatos y fáciles de manipular para que el político de turno pueda hacerse “periodivismo”?
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