Por Manuel Antonio Velandia Mora
Andrea, que no se llama Andrea, y que tiene un popular blog en la edición virtual de Revista Soho, se refiere a sí misma como puta, algunas veces se identifica como “prepago” y nunca afirma que es una “trabajadora sexual”. Tiene claro que “esto no es para toda la vida”.
En sus explícitos relatos, entre otros temas, suele comentar ideas como “Sé que mucha gente se ha interesado en mis historias y me han brindado todo su apoyo, otros han preferido atacarme e insultarme, en fin. Solo sé que llevo muchos meses tratando de ingeniármelas para que este blog funcione. Alguna vez les dije que no era nada fácil pues finalmente mi vida es tirar y tirar y tirar, eso es todo”.
Además de tirar y tirar, esta chica estudia en la universidad y en el blog reflexiona sobre la cotidianidad; una cotidianidad poco frecuente de la que ha hecho una etnografía sobre quiénes son sus clientes, sus prácticas, la forma en que se relacionan e incluso como utilizan el tiempo contratado; también está realizando, quizás sin ser consciente de ello, una aproximación a un estudio autoetnográfico de su experiencia. Bueno, aun cuando esto suena algo técnico, lo que ella hace es contar de sus aprendizajes, experiencias y emociones relacionadas con sus clientes.
Utiliza un lenguaje explicito y no duda en centrarse en algunos detalles algo (o bastante) directos, para el gusto de algunos moralistas que la leen, disfrutan y luego la insultan. Llega a algunas conclusiones sobre las mujeres y los hombres que dejan mucho por pensar, por ejemplo considera que “si como mujer se engorda o se ve vieja y un poquito fea, a los dos segundos ellos estarán encima de otra vieja. Las mujeres debemos ser 10 en todo. No es fácil”. Sobre las mujeres con las que ha estado dice “la gran mayoría son mujeres que aceptan un trío por complacer a su pareja, pero no son lesbianas… las mujeres a veces no son lo suficientemente complacientes y se limitan a ponerse boca arriba y esperar.
Según ella “nadie busca a una puta porque sí. Inseguridad, frustración con sus parejas, soledad, en fin. Y si solo habláramos de la satisfacción sexual, me quedo con esos amantes que me tratan bien, que me invitan a una copa de vino (odio el que me va manoseando sin ni siquiera hablar), el que pone música, el que me pregunta cómo estoy. Me gusta ese amante que me mira como si se fuera a echar el último polvo de su vida, que me devora con la mirada y que deja ver su erección por encima del pantalón… algunos otros a veces se pasan de agresivos y creen que tratar mal a una mujer o decir estupideces es sinónimo de hombría”.
Pareciera por la cantidad de lectores y comentarios que le escriben a Andrea, que en Colombia hay una gran necesidad de información sobre sexo y sexualidad, en especial en los hombres heterosexuales, que ven en ella una ayuda para sí mismos y para sus relaciones. Por supuesto como en todo blog que habla de sexo suele aparecer el doble moralista cristiano que se lee todo el cuento, le da el complejo de culpa y termina agrediendo, quizás por aquello de la “caridad cristiana”.
Por supuesto que no es mi interés recomendar que las mujeres se integren al mercado sexual; no creo que sea agradable, así algunas veces se disfrute con algunos clientes; lo que hago en este blog es reflexionar sobre cómo en cualquier actividad en la vida se puede aprender y que todo aprendizaje tiene un sentido para sí mismo y para otros.
Andrea no es Xaviera Hollander, la también llamada “madame alegre”, quien además de prostituta, ha sido empresaria del sexo (madame), escritora, autora y productora teatral y empresaria hostelera, entre otras cosas. Esta mujer que frecuentemente invitada como conferencista a muchas universidades en los Estados Unidos y otros países, durante años, tuvo una columna en Penthouse, en la que daba consejos sobre sexualidad.
La Hollander vive en Ámsterdam, en donde realiza en el verano conferencias-comida por las que hace algún tiempo debí pagar 75 euros. Oír a una trabajadora sexual comunicar de sus aprendizajes y disfrutar de manera desenfadada para hablar sobre sexo, evidencia por qué algunos hombres las prefieren putas, aun cuando luego se nieguen a saludarlas y muchas de ellas prefieran que en su vida no quede rastro del polvo que ya pasó.
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