Por Manuel Velandia Mora.
Retomando un comentario de la lectora Elvira Moreno Martínez, quien se refirió al título de este blog al no poder escribir nada para defender a los “Delfines peligrosos”, y que considera que por usar la palabra “ maricada” ya “sabe de dónde viene la bajeza del lenguaje y la perfidia de los sentimientos, que están marcando a muchos colombianos”, pues “hay una forma baja, arrabalera de expresarse”; quiero recordarle a ella y otros lectores que “Marica”, según la Real Academia Española de la lengua, es un hombre afeminado y de poco ánimo y esfuerzo, así que cuando hago referencia a “Dejémonos de maricadas”, estoy hablando precisamente de tomar la homosexualidad como lo que es, un tema serio, una cuestión de hombres.
Esto de la maricada no siempre se toma como debe tomarse y es allí cuando esta parece ser tan rentable, que se ha puesto de moda escribir sobre el tema; para la muestra un botón: la aparición próxima de publicaciones escritas por conocidas periodistas como lo son Francisco Celis Albán y Édgar Artunduaga.
Celis retoma para titular su libro una ya famosa frase que salió del reinado nacional de la belleza y que incluso circula en un video en Youtube “Hombre con hombre, mujer con mujer y viceversa: Colombia gay”.
Uno de los entrevistados de Celis entra en la tradicional elucubración mental, desde la que se piensa que se es mejor marica si se está al lado de maricas más importantes, así que para darse bombo y platillo relata que bailó con un expresidente, y claro que hay maricas expresidentes de la republica (todo el mundo cree que hablará de alguno de aquellos mandatarios de quienes se ha dicho que es homosexual, que son más de cuatro), pero también los hay de sindicatos, grandes empresas, asociaciones de padres de familia, organizaciones religiosas… maricas presidenciables hay más de uno.
Por otro lado, Francisco entrevista al político homosexual publico más conocido del país, no por su gaycidad, sino por sus propios meritos como escritor y como político; meritos que son suficientes y que muestras que ser marica no es un lastre, tal y como otros maricas políticos lo consideran; pensamiento que los ha llevado a construirse un closet tan grande como el país, eso sí con una sala de recibo tan amplia que cabe cualquier cargador de Corabastos o cantante internacional que nos visita.
Justo de políticos, esta vez lesbianas, habla Artunduaga en su libro “Sexopolítica”; y es que de chismes sexuales está lleno el congreso de la republica, así que el autor dejará entrever su maledicencia y cizaña al hablar sin nombre propio sobre dos reconocidas senadoras famosas por su largo y productivo romance, pero dando todos los elementos para que se descubra quién es quién.
El chisme mueve montañas y tal vez por ello los periodistas se aprovechan de chismes que no se consideran de vecindad, dado quienes son sus protagonistas, para enganchar lectores incautos.
El sexo, especialmente si es clandestino o bañado por la homofobia, es una fuente inagotable de información. Recordemos que Larry Flint, el magnate de la industria pornográfica, invirtió en un anuncio de página completa en el diario The Washington Post, para incitar a los lectores a contar sus más íntimos secretos, si estos se relacionaban con algún miembro del congreso norteamericano. Ya en 1998 la revista Hustler hizo una oferta similar tras el escándalo sexual de Bill Clinton de la Casa Blanca.
Otra publicación que se anuncia es la del sacerdote católico Germán Robledo, ex presidente del Tribunal Eclesiástico de Cali, quien ha dicho que está escribiendo explosivo libro sobre los escándalos sexuales de la arquidiócesis de Cali, el cual seguramente se titulará “Hacia un clero Gay”. Robledo ha dicho a Semana que “El 30 por ciento de los 120 sacerdotes que hacen parte de ella son homosexuales”.
En Colombia, a diferencia de otros países en los que los chismes del corazón y la cama mueven inmensas cantidades de dinero, tener relaciones genitales con un famoso no ayuda a tener el tan ansiado segundo de fama. Ya veremos si realmente estas publicaciones tienen éxito o si simplemente quedarán en ser “Confesiones de una puta cara”.
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