España, marzo de 2012
Se suele creer que a los homosexuales solo les interesa comprar productos de diseñador, machificarse en el gimnasio y endiosar el tamaño del pene, sin embargo creo que hay que agregar que hay mucho marica que además es sexista, machista y misógino.
Parte de exagerar su sexismo y de evidenciar su misoginia es una marcada aversión a ser relacionados en cualquier sentido con las mujeres, incluso las lesbianas. Claro está que cuando de aparentar ser machos se trata, entonces pasan de rechazarlas a utilizarlas para su beneficio.
Dirán muchos lectores que eso era antes, que cada vez hay más militantes y que las organización es LGTB promueven relaciones diferentes. Esto es cierto pero no es verdad. Primero, los militantes son pocos; segundo, muchos entre ellos suelen comportarse como cualquier marica no militante; y, tercero, son pocos los que tienen trabajos comunes con otras organizaciones que luchan por los derechos de otras minorías como indígenas, trabajadores, mujeres, campesinos, desplazados, trabajadores/as sexuales, sindicalistas…
En muchas reuniones con mujeres he oído siempre la misma queja por parte de ellas “los hombres hablan y no oyen”. Es verdad que la estructura cerebral de hombres y mujeres tiene algunas diferencias, pero también lo es que no es verdad que unos sean de Marte y las otras de venus. Se dice que las mujeres son más emocionales que los hombres pero los estudios más recientes han demostrado que no es verdad que los hombres sean más lógicos, sino que ambos somos seres emocionales que actúan y - algunas veces, no siempre - pensamos.
La construcción de la convivencia entre los seres humanos y especialmente entre las minorías de diverso orden requiere no solo de apertura mental sino específicamente de un ejercicio positivo del lenguaje (de ahí la importancia de la reciente discusión sobre la Academia de la lengua y el uso del lenguaje en lo relacionado a los géneros) y de unas actitudes emocionales en las que prime más el amor, nada el rechazo y menos aún, la indiferencia.
Además, la unión hace la fuerza: la voz de las organizaciones feministas, sumada a la de las lesbianas, de las trans en conjunto con todos los grupos que luchan contra el machismo en Colombia si lograran pronunciarse al unísono, retumbarían mucho más duro que la de un puñado de hombres gay haciendo "sindicato" un sábado en la tarde en un bar.
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