sábado, 17 de marzo de 2012

De maricas, nenas y gallinas

Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, Marzo de 2012

Aunque es preocupante, no sorprende el hecho de que hay mucho marica misógino, sexista, lesbofóbico y machista. Lo que sí es contradictorio es que esta situación también la vivan algunos de los llamados militantes y más extraño aun, algunos de los llamados líderes gay.

En los jóvenes la cosa es diferente. Los que tienen entre 21 y 25 años, andan con las nenas (así llaman a las mujeres) de arriba para abajo, conversan todo el tiempo con ellas en facebook y son ellas las que los mariquean a ellos, hasta los tratan en femenino. Salen al cine, a las rumbas y se toman fotos juntos y se taggean. A nadie le preocupa que un “man” llegue de la mano con otro “man”. En los menores de esta edad la cosa es mucho más ligera.

Misoginia y endodiscriminación














Los homosexuales entre más mayores más han separado la vida gay de la vida social, incluso en sus épocas de juventud y aún ahora sigue siendo raro que anden con mujeres. En este post me refiero en especial a los que pasan de los 30 o se comportan como tales.

En el reciente día de la mujer trabajadora escribí un artículo denominado Corrección gramatical Versus reconocimiento de las mujeres y otras minorías sexuales el cual envíe a mi lista de correos, por supuesto esta se amplía a los grupos Yahoo y ahí es donde ha aparecido la situación que quiero comentar.

A pesar de que el texto hablaba de las minorías sexuales, algunos que de política sexual solo conocen la sigla LGTB no lograron ir más allá del título y se vinieron lanza en ristre poniéndole su energía misógina, sexista, lesbofóbica y machista a una serie de insultos que me fueron remitidos por llenarles el correo de “cosas de mujeres”, “problemas de género que no me interesan” y de “discursos españoles que traslado a Colombia”, eso sí en varios el denominador común fue llamar gallinas a las mujeres. Precisamente en este tipo de actitudes he sentido la brecha generacional.

Ah carajo, como si en el país no tuviera peso el diccionario de la RAE y la exclusión de las mujeres no fuera un problema propio del que se padece aun en muchas organizaciones mal llamadas LGBT. Porque creo que la “L” la ponen de adorno y para no desentonar con la “competencia”.

Por otra parte, el problema no solo es gramatical, sino que es mucho más sustancial, es de comprensión del mundo, de la manera de contemplar las relaciones de poder y de vivir la convivencia con nuestras congéneres. En los más jóvenes probablemente es que no se evidencia en la escritura porque no tienen ahora el lio del género al escribir porque todo lo escriben resumido, sin vocales... ps n s marik.

Incluir a las mujeres en la gramática cotidiana y especializada es una forma de reconocer que mujeres y hombres tenemos los mismos derechos, ya sean estas mujeres biológicas o neomujeres transitadas; es especial cabe recordar que estas últimas son aún más estigmatizadas y vulneradas al interior de las asociaciones, en especial cuando resumen en su existencia identitaria el reconocerse translesbianas.

Mientras ellas, las mujeres, esas “otras” (si, con a, en femenino) no sean reconocidas como seres auténticos que no merecen ser excluidas del lenguaje cotidiano, las luchas de los varones GBT no tienen ningún sentido, porque no es posible construir derechos si estos excluyen a una parte significativa de la población. 

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