Por Manuel Antonio Velandia Mora
España, marzo de 2012
Ayer entré al baño de una universidad y vi a dos hombres mirándose el pene mientras orinaban. Por supuesto esto también se ve en los baños de cines, centros comerciales, saunas, videos, bares e inclusive cerca de los árboles del Parque Nacional en Bogotá, Madrid o Ámsterdan. No es un hecho extraño, desde que me conozco marica he visto una y otra vez esta actividad erótica. El voyerismo y exhibicionismo son tan solo algunas de la gran cantidad de Expresiones Comportamentales Sexuales (ECS) que existen.
Los seres humanos en la medida en que nos desarrollamos y nos complejificamos solemos buscar formas de encontrar y provocar un mayor disfrute; sin embargo, en algunas ocasiones se le suman a las ECS algunos elementos adicionales que parecen hacerlas aún más excitantes; por ejemplo, es común que algunos homosexuales le adicionen a la búsqueda del placer la clandestinidad, el anonimato y/o que lo hagan en espacios no permitidos como los ya citados.
Esta búsqueda tiene que ver con que el placer parece ser aún mayor en circunstancias en las que podemos producir una más elevada cantidad de adrenalina; en esos momentos se incrementan el ritmo cardiaco y el de la respiración, se siente que la sangre se sube a la cabeza (a ambas), y las personas se asumen más osadas, lanzadas, atrevidas... pero no siempre es así; muchos de quienes lo hacen no buscan estas emociones y sensaciones adicionales, sino que se hacen clandestinos como parte de su propia autodiscriminación, en sus temores particulares fundados en el miedo a asumirse plenamente como homosexuales.
En otras ocasiones, cuando la ECS es llevada al extremo, es decir se convierte en la única forma que tiene la persona de obtener placer, negándose incluso a relacionarse afectivamente con otras personas, entonces es necesario que se le apoye psicológicamente, ya que sufre un daño emocional que requiere ser tratado.
A las Expresiones Comportamentales Sexuales las han llamado de muchas maneras desviaciones, aberraciones, anormalidades, enfermedades o parafilias, como una manera de discriminar a quienes han encontrado en ellas una forma de obtener o proveer placer.
Un hecho que parece contradictorio es que generalmente los hombres heterosexuales no suelen realizar algunas prácticas como el exhibicionismo o el toque genital en los baños públicos, y solo suelen lanzarse a las prácticas clandestinas en aquellos momentos en que ponen “los cachos” con alguien cercano al lugar de trabajo o deciden intercambiar con una trabajadora sexual. Esto ha llevado a que en la moral publica encuentre en las ECS una razón para discriminar aún más a los homosexuales, por considerar que estas prácticas son un acto propio de todos y no de algunos, como realmente sucede.
En algunos bares en Bogotá, pero también en muchas otras ciudades del mundo las ECS se han vuelto parte del espectáculo cotidiano. Es común ver travestis y transformistas (sí, estas también son maneras de obtener placer), show nudistas, hombres que se masturban en publico, personas que se acarician mientras rozan explícitamente sus genitales, y alguno que otro toqueteo genital y mirada clandestina en un orinal del lugar, cuando no, es que se encierran en el cuarto de baño para gozarse el impulso y no perder la “oportunidad”.
En algunos lugares del mundo algunas de estas expresiones en público son delito, en Colombia también. Inclusive, en algunos países se penaliza el hecho así el acto sea consentido y entre mayores, pero el tema no es si es correcto o no para la moral judeocristiana y el pensamiento oficial, el hecho en cuestión, el que me preocupa, es que algunas personas deban recurrir a este tipo de actos porque los homosexuales no contamos con organizaciones que se preocupen por el apoyo emocional para aquellos que hasta ahora comienzan o se encuentran confundidos.
Cada vez más las organizaciones de hombres homosexuales se centran más en la política, en la rumba, el vestido de la reina, el bazar, el grupo de oración, en pelearse unos con otros que en aquello que es realmente importante: los homosexuales somos seres políticos y sexuados, nuestra sexualidad es un hecho político y la convivencia social en armonía tan solo será posible cuando todos tengamos los mismos derechos y oportunidades, y en especial cuando podamos contar con el apoyo profesional e institucional para apoyarnos en el proceso de construcción de nuestra identidad de orientación sexual, alguien con quien hablar de nuestros temores, necesidades, conflictos y expectativas y cuando para ser felices no tengamos que escondernos.
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