Manuel Velandia Mora
España, 04.05.08
Todo se evidenció cuando se produjo una serie de huelgas estudiantiles en numerosas universidades e institutos de París, seguidas de confrontaciones de los estudiantes con la policía, a las que se sumaron dos tercios de los trabajadores franceses.
Aquel cuatro de mayo los estudiantes franceses jamás pensaron que estaban sembrando las semillas del cambio no solo en Francia sino en muchos lugares y personas en el mundo. Una movilización social, cultural y política que quedó en la conciencia de todos, incluso de quienes no se sienten afectados por ella, hasta el punto de que mayo del 68 es una fecha que siempre estará presente en la historia contemporánea.
El movimiento francés cortó la historia en dos, fue la brecha y subsuelo del que surgieron los movimientos sociales por los derechos de los estudiantes, de las mujeres, de los obreros, de las minorías sexuales, el surgimiento de una nueva izquierda en diferentes lugares del mundo.
Mayo del 68 posibilitó un cambio en las formas organizativas, la democracia adquirió un nuevo sentido y la participación se estructuró en función de la lucha por los derechos y de las necesidades políticas y culturales: los estudiantes comprendieron que las acciones rompen con el poder de las jerarquías, incluso con las de los tradicionales movimientos de izquierdas y de las instituciones educativas.
El papel de la escuela en la transformación social
En la escuela no sólo se aprende geografía, historia o matemáticas, en la escuela se aprende la democracia, la convivencia solidaria y democrática, el respeto, la ciudadanía y el sentido de la participación, pero hoy en Colombia, parece haberse perdido buena parte de ese aprendizaje y se ha tergiversado el papel de la educación.
Preocupante la sumisión de los estudiantes a una directora en una institución educativa en la que instigados por ella, en Manizales, los jóvenes participan de una protesta, para que no se acepten a dos chicas lesbianas compañeras a quienes se les ha negado el derecho a la educación.
Extraña construcción de la democracia, de la ciudadanía, del sentido de los derechos humanos, la que se aprende en una institución educativa en la que los estudiantes prefieren vulnerar a sus compañeras que luchar por sus derechos.
Perdida enorme la que sucede en nuestro país, si la juventud ya no es un factor social y político de importancia, sino un elemento puesto al servicio utilitarista de alguien con una moralidad tan deficiente que miente, engaña y chantajea para hacer valer un sentido de los derechos que vulnera toda posibilidad de autonomía y autodeterminación en los seres humanos.
Qué país no espera si los jóvenes utilicen el poder estudiantil para convocar a otros jóvenes a que se unen para golpear homosexuales a nombre de una propuesta neonazi.
¿En qué modelo de ser humano podrán basarse nuestras estudiantes si sus directivos y los políticos, empezando por el presidente del país, mienten y engañan a su acomodo?
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