martes, 14 de febrero de 2012

¿Será posible que los mejores maridos siempre sean los de los otros?

Por Manuel Antonio Velandia Mora
Publicado en: http://www.bogotarosa.com/nuevo/es/blogs/manuel-velandia/index2.html

Sería de esperarse que los seres más atractivos de las diferentes especies fueran las hembras, pero que va, la naturaleza es algo extraña y son los machos los más atractivos, y lo son aún más, en la época de apareamiento.

Los seres humanos están preparados para el apareamiento de manera permanente y no tan solo para algunas épocas, razón por la que el macho humano ha tenido que desarrollar ciertas potencialidades, capacidades y elementos de consumo para lucir atractivo por más tiempo. Se ayuda de la moda, los maquillajes, accesorios, los procesos de “machificación” en el gimnasio, la capacidad adquisitiva.

No se sabe por qué razón el macho humano se torna aún más atractivo cuando sostiene una relación de pareja de esas que pudiéramos llamar “estables”. Pudiera ser el instinto de sobrevivencia, el de competencia o la simple vanidad la que nos lleva a querer mostrar orgullosamente como presa o trofeo de caza a aquel que previamente se nos había mostrado como fiel e indiferente; por supuesto ser “infiel” es también una posibilidad de reconocerse atractivo, deseable e inclusive sexualmente vigente. La infidelidad únicamente es posible si existe previamente una relación de pareja y esta  tiene diferentes valoraciones dependiendo del tiempo, el tipo de intercambio genital que se presente  y la solidez de la vinculación: se puede ser por ejemplo, amigos, amiguito, amigo compatible sexualmente, noviecito, amante, pareja, esposo, un rato, un “sobrino”, amante, usuario e inclusive “tinieblo”.

Los hombres homosexuales o no, tenemos la fantasía de tener una pareja estable pero al mismo tiempo respondemos al patrón social de “macho latinoamericano” preparado para “entrenarse” y así, cumplir bien con las “funciones matrimoniales”. El modelo que tenemos de pareja es heterosexual, en él los roles están plenamente preestablecidos así que de alguna manera cuando nos emparejamos nos vemos “obligados” a seguir con aquello que la cultura “nos impone”.  El temor a vernos coartados en nuestra libertad nos lleva a considerar que la fidelidad, como todas las normas, es para transgredirla.

En una pareja homosexual son dos hombres los que se relacionan y en última instancia son dos machos quienes comparten. Ello representa una contradicción con el “deber ser” socializado que igualmente nos ha indicado que la vinculación afectiva es tan solo uno de los elementos que consolidan la pareja ya que otros aspectos como los hijos, la economía conjunta, la seguridad social y familiar son otros aspectos determinantes en la pareja heterosexual.

Pero entonces, ¿Cómo lograr la estabilidad en las uniones entre dos hombres? Una unión legalizada no es precisamente la alternativa aun cuando no puede negarse que ayuda un poco y es especial en cuestiones de economía y salud. Considero que más que la posibilidad de establecer un “contrato notarial” o el “matrimonio” lo que se necesita en el país es la ruptura con el modelo cultural, social y sexual tradicional. Recordemos que en el debate de la ley de parejas en Colombia ha primado la derecha y el pensamiento de la  iglesia católica.

No pretende imponer la idea de que nos sigamos comportando como “machos” tradicionales pero tal vez tendríamos que preguntarnos si la  fidelidad es una cualidad de  ciertos equipos de sonido con un costo muy elevado o si por el contrario el amor es suficiente como para optar compartir la vida con un hombre que parece llenar todas nuestras expectativas y decidir tener nuestra exclusividad sexual con él.

No es precisamente por aquello de que más vale malo conocido que bueno por conocer, o por aquel otro dicho que es mejor pájaro en mano que ciento volando, pero ahora que estoy “soltero” de nuevo tengo claro que la estabilidad emocional ayuda significativamente a la estabilidad sexual; también he descubierto que la separación incrementa el deseo significativamente, no porque en una relación de pareja el “sexo” se vuelva costumbre sino tal vez porque en una relación consolidada son muchos otros aspectos los que mutuamente se aportan para ser felices.

Por supuesto lo que algunos llaman “la cama” es bien importante pero la ternura, la solidaridad, la compañía e inclusive los encuentros y desencuentros de otros ordenes  son  tanto o más satisfactorios en el devenir de la vida cotidiana. La permanente compañía que se tiene cuando se vive con alguien no es tan satisfactoria como el encuentro pasajero con ese sujeto del que no sabemos si tan siquiera mañana volveremos a encontrarnos.

No hay comentarios: